Schelott lanzó la revista a su escritorio. Yo estaba en la portada con un hot pants primaveral y un titular grande y muy sugestivo : "No manchen de sangre los sueños".
-Salgo linda-, mordí coqueta mi lengüita pero a él no le hizo gracia.
-¿Por qué no te dedicas hablar de modas o películas?-, estaba furioso Schelott. Renegaba y chasqueaba la boca.
-No pensé que la periodista iba a publicar eso-, mentí. Yo era consciente de mis declaraciones.
-Me llamó el secretario de estado, dice que tus declaraciones solo atizan más odio, resentimiento y enfrentamientos en las fronteras-, me acusó mirándome con la frente arrugada, refiriéndose al problema inmigratorio que copaba los titulares de la prensa por esos días.
-Solo dije lo que pienso-, pasé a la defensiva.
-Eso me parece bien, pero ¿por qué decírselo a una periodista? ¿N o sabes, acaso, lo que es la diplomacia?-, estaba colérico.
-Ser diplomática es no mentir-, me incomodé.
Schelott sopló su malestar. Trató de relajarse y serenarse, miró las fotos que me publicaron en la revista, casi veinte páginas luciendo los diseños de una de las más cotizadas diseñadoras del mundo. Sus modelos eran de ensueño. A mí me encantaron. Fue un placer lucirlas. Las fotos eran magníficas.
-Dicen que eres la Miss Sideral más linda de toda la historia, que jamás ha habido una mujer que derroche tanto encanto y magia, tienes carisma, era agradable, muy coqueta y hermosa. ¿Por qué debes ser, entonces, ácida y huraña en tus comentarios?-, me preguntó mirando mis ojos.
-Ya le dije, soy como soy-, junté los dientes y le devolví la mirada fija.
-La gala con los artistas de Hollywood y Broadway se hará el viernes. Creo que con esas estrellas no te meterás en problemas ¿o sí?-, me desafió lanzando la revista en la mesa de su escritorio. Se balanceó en su silla.
-Depende de ellos, si alguno me falta el respeto le tiro una cachetada-, alcé mi naricita, jalé mi minifalda y me volví meneando las caderas y dibujando eles con mis manos. Schelotto refunfuñó. -Hermosa pero loca-, chasqueó la boca y volvió a ver las fotos de la revista, encandilado y prendado de mi hipnótica belleza.
*****
No tenía ninguna actividad hasta el viernes, y con las chicas decidimos tomar sol en la piscina. Reynolds pidió a la gerencia que nos permitieran estar solas y evitar que me pidan selfies y autógrafos, porque "Miss Sideral se encuentra muy cansada y estresada por tantas actividades". No era cierto, sin embargo era una buena ocasión para relajarnos, frente a ese oasis paradisíaco que era la piscina, rodeada de jarrones artísticos, bancas y jardines, donde flotaban cientos de mariposas y golondrinas y también los drones de los paparazzis, captando todo tipo de escenas. Pero eso no me importaba. Ya me estaba acostumbrado al acecho de la prensa.
Me puse una tanga aún más microscópica que imantó a Manson y después de darme un buen chapuzón y nadar bastante, me tumbé en una toalla, con mis lentes oscuros y tomando una deliciosa limonada. Nancy trajo un parlante y un usb de salsa para matizar la velada.
-¿Sabías que ahora te dicen máquina malograda?-, me desafió Sandra. Tenía también una tanga muy diminuta y llevaba sus pelos desparramados en sus hombros. No me imaginaba que fuera tan hermosa.
Intenté adivinar, riéndome. -¿No funciono bien? ¿Me falta aceite? ¿Una manivela?-, fui incluso insolente, haciendo reír a Daisy que ya estaba en la perezosa, tostándose al sol.
-No, tonta, máquina malograda porque te faltan muchos tornillos-, estalló en carcajadas.
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