Margot me despertó muy temprano. Yo quería seguir durmiendo, pero no me dejó. -Ya es tarde-, se quejó dándome sacudones. Me duché de prisa y luego, aparecieron, de repente, tres mujeres que me peinaron y maquillaron de prisa. No dejaban de jalarme los pelos, llenarme la nariz de polvo, pintar las uñas, los labios, me hicieron sombra en los ojos y me pusieron pendientes enormes.
Una joven dirigía todo. Margot me dijo que era Andrea Monroe. -Ella se encargará de ponerte siempre linda-, dijo y me presentó a cada una de las otras muchachas que se esmeraban en pintarme y peinarme.
-Nancy-
-Fanny-
-Daisy-
Cada una levantaba la mano, mecánicamente, y seguían imbuidas en lo suyo. Me dio risa. -Tienen nombres muy iguales-, dije pero nadie siquiera sonrió.
Mi presentación ante la prensa mundial fue en el marco de un fastuoso desayuno, en el comedor del hotel. Habían cientos de reporteros de todos los países y me tomaban fotos y hacían videos por doquier. Jaclyn Majors me recibió apenas se abrió el ascensor. -Hola, preciosa, no te preocupes yo me encargo de todo-, me dijo viéndome turbada ante tanta gente.
--Miss Sideral begins her happy reign by dedicating this year to bringing a message of peace and love to the entire world and as the organization had promised, she will go to Eastern Europe this afternoon with the mission of seeking a rapprochement between the warring parties-, dijo Jaclyn en medio de aplausos.
-Dijo que estás feliz de iniciar tu reinado y que llevarás un mensaje de paz y amor a Europa oriental-, me susurró al oído Margot.
Jaclyn me tradujo las preguntas, formalidades en realidad, sobre mis gustos, sueños, planes de matrimonio y mi carrera profesional, hasta que un sujeto alto, de nariz larga preguntó si era cierto que había recibido amenazas de muerte. Quedé boquiabierta. Eso no lo sabía nadie, siquiera Jonathan. No supe qué decir.
-Es mentira-, respondí al fin y Jaclyn azorada dio por terminada la conferencia.
-¿Conoces a ese tipo?-, me preguntó, entonces, Sandra alzada en sus pies.
-No nunca lo había visto en mi vida-, era cierto.
-¿Por qué no nos dijiste de las amenazas?-, se enojó Melissa.
-Pensé que eran bromas-, coloreé mis mejillas.
-A partir de ahora nos dices todo-, también se molestó Sandra.
El desayuno estuvo delicioso. Jugo de naranja, tostadas y huevos revueltos, muy americano. Melissa pasó una servilleta por su boca y me dijo que iba a cambiar de móvil, por uno indescifrable.
-Pero tengo el número de mi novio-, arrugué la frente.
-Ay, se nota que eres una mujer complicada, Marisol, le agregues el número y ya, ¿cuál es el problema?-, renegó Melissa y llamó a no sé quién y le dijo un montón de cosas en inglés. -Solucionado-, dijo y siguió desayunando.
Me tomaron más fotos desayunando y junto a artistas, hombres y mujeres, que no conocía pero que se decían súper famosos y que estaban alojados, también, en el hotel. Todos decían lo mismo: -Miss Sideral is a very beautiful woman, there is a reason she is the most beautiful in the galaxy-
Camino al aeropuerto me dieron el nuevo móvil y lo primero que hice fue agregara Jonathan y llamarlo.
-Me han designado un pelotón de mujeres-, le conté por el altavoz. Todas iban en el bus y cuchicheaban entre ellas.
-Mejor, así no te pasará nada-, dijo Jonathan. Iban apenas tres días y ya lloraba como una criatura.
-Te extraño, mi amor-, dijo y todas las mujeres estallaron en ruidosas carcajadas.
-¡¡¡Ese hombre necesita babero!!!-, exclamó a viva voz Margot y otra vez retumbaron las estruendosas carcajadas.
Pero el aeropuerto estaba alborotado. Habían muchos policías, blindados, personal de desactivación de explosivos y habían acordonado uno de los embarques de vueltos internacionales. A Melissa le dio mala espina. -Voy averiguar qué pasa-, dijo. Reynolds ordenó no abrir las ventanas y permanecer en los asientos.
Al rato volvió Meli. -Hubo una amenaza de bomba. Un tipo llamó diciendo que habían puesto un artefacto explosivo en un avión-, nos dijo.
-Seguro un terrorista-, dije.
Melissa me miró seria y la mirada incierta. -La bomba estaba en el avión que ibas a Europa Oriental-, dijo con la voz tétrica.
*****
El periodista de la cadena de televisión más importante del mundo, me miró embelesado. Fanny había hecho una labor perfecta y lucía muy hermosa, con mis pelos aleonados, la mirada coqueta y la sonrisa amplia en el marco de mis labios rojos. Margot ya me había dicho que esa entrevista era muy importante porque frente al consagrado Paul New, habían desfilado grandes artistas, eminentes políticos, discutidos líderes y formidables escritores y científicos. Su palabra era ley en el ambiente político y el manejo del país, también en Europa. Lo calificaban como el periodista más influyente del mundo.
Dos chicas me acomodaron el micrófono colgándolo en medio del busto. Me arremoliné en el asiento y crucé las piernas. New se entretuvo con mis muslos. Yo le gustaba mucho. Se leía fácil en los ojos.
-Nos acompaña la mujer más bella del mundo, habló New en español mirando las cámaras, ¿viajará al cuerno de África?-
Yo había dicho durante el concurso que el cuerno de África estaba sumido en el atraso y olvido y que en vez de gastar millones de dólares en la guerra de Europa Oriental, deberían también tener el mismo entusiasmo con ese país diezmada por el hambre y la guerra. Eso provocó una gran controversia, afirmando que yo estaba en contra de la paz en el viejo mundo.
-Es un compromiso asumido que voy a cumplir de la misma forma que iré a naciones que requieren ayuda y que están sumidos en el olvido-, le respondí.
-¿No considera que es un desafío contra las autoridades de este país?-, juntó él los dientes.
-Podría ser, pero aquí hay muchos desafíos, pero nadie afronta los retos. La guerra en el Levante requiere tomar el toro por las astas no esquivarlo con una capa roja-, le dije seria. Margot tenía la quijada descolgada.
-¿Por qué habla de política?-, se molestó.
-Porque detesto ver que unos cuantos deciden la vida de muchos, sin saber de sus necesidades, el hambre o enfermedades-, le dije.
-Se ganó a la pandemia-, me recordó.
-No lo ganaron los gobernantes, tampoco ustedes, el costo fue muy elevado, es inaudito que en pleno siglo robótico hubiera tanta negligencia-, fui irónica.
-Usted estudia derecho, no medicina-, me desafió.
-Usted no es médico, tampoco, ni político, su labor debería ser de crítica o de opinión, pero lo que hace es adular, usted es un tipo adulador-, lo encaré.
-Me parece que está resentida-, pasó al ataque New.
Me reí. -No estoy resentida, solo digo lo que pienso, usted es el que está resentido, porque empeña la palabra al mejor postor-, moví el tobillo del pie que tenía cruzado.
New se puso rojo como un tomate. -Hablemos de modas, , el cine, ¿harías una película con Brad Sullivan?-, intentó escapar de mi mirada incisiva.
Eso terminó de fastidiarme. -No pregunte estupideces-, le dije molesta, me arranché el micrófono y me marché colérica, con los puños cerrados, moviendo las caderas. New quedó boquiabierto y sin reacción.
Margot y Jaclyn me dieron el alcance. -¿Qué fue todo eso?-, se molestaron.
-Ese tipo es un idiota-, le dije, dándole mi corona y sacándome la banda. Me subí a la limusina y los periodistas preguntaban todo tipo de cosas, tratando de meter sus micrófonos y sus celulares por las ventanillas del auto, se daban empellones y pegaban las narices a los vidrios. Los miré indiferente.
-¿Por qué no entienden que no me eligieron Miss Sideral tan solo para lucir las piernas?-, mascullé enfadada.
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