Capítulo 20

Ya ha pasado un mes y voy rumbo a Roma con Pierce, hemos planeado este fin de semana y promete ser perfecto.

Obviamente, Pierce tiene su propio apartamento, más no me parece correcto quedarme ahí y he reservado una habitación en un hotel bastante céntrico.

- ¿Estás segura de quedarte aquí y no en mi apartamento?

- Sí, es lo correcto.

- Ok, entonces también pediré una habitación para mí.

- No es necesario, tú estarás más cómodo en tu casa.

- Pero no quiero estar tan lejos de ti. Así que vamos.

Él también pagó una habitación en el mismo hotel y la solicitó lo más cerca porosble de la mía.

Nos guían hasta ahí y admito que el hotel, las instalaciones y la habitación son hermosas. La vista merece mención aparte, podemos apreciar el Coliseo en todo su esplendor.

Es tarde y elegimos cenar en el restaurante del hotel.

- Vengo por ti a las ocho, descansa un poco.

- Gracias, nos vemos más tarde.

Necesito asearne y cambiarme la ropa. Lleno la tina para sumergirme en ella y relajarme después del vuelo. Veo la hora y necesito salir de aquí y comenzar a arreglarme para ir a cenar.

El lugar amerita un atuendo elegante.

Pierce llega a buscarme, tomo mi bolso y salgo a su encuentro.

- Eres la mujer más hermosa de toda Roma- expresa al verme y deposito un pequeño beso en sus labios.

- Y tú el hombre más apuesto.

El restaurante tiene una vista magnífica y la comida es muy buena.

- Si lo que has probado aquí te gustó, el lugar al que te llevaré mañana te va a fascinar.

- Estoy segura de que así será.

- Hagamos un brindis- levanta su copa y yo la mía- por nosotros y por este viaje que será maravilloso.

Chocamos nuestras copas y bebemos un sorbo. Toma mi mano y se acerca más a mí.

- Esta noche quiero pedirte algo muy especial.

- ¿Qué quieres pedirme?

- ¿Aceptarías ser mi novia?

- Claro que sí- me besa suavemente.

Degustamos un rico postre y nos vamos a descansar.

En el ascensor Pierce me toma por la cintura y me acerca a él. Levanta mi mentón, su boca está muy cerca de la mía. Siento su aliento chocar contra el mío.

Cierro los ojos y se apodera de mi boca en un beso lento al principio y que va subiendo de tono. Sus manos bajan de mi cintura a mi cadera y me besa con ímpetu, la mezcla de ambas cosas me alterany no para bien.

Dejo de corresponder a su beso y en un segundo estoy paralizada, cuando pequeños flashes de lo que pasó con Dylan llegan a mi memoria lo empujó con fuerza. La puerta del ascensor se abre y salgo corriendo.

Él va tras de mí y antes de que pueda entrar a mi habitación me detiene.

- ¿Qué pasa Samantha? Detente.

- Por favor déjame entrar, no puedo hablar contigo en este momento- las lágrimas amenazan con caer.

- De verdad no te entiendo.

Se marcha y yo cierro la puerta, no me contengo más y lloro cómo hace mucho no lo hacía.

Creí tener superada esa mala experiencia y me duele darme cuenta de que no es así.

Cuando mis sollozos cesan, me quito el vestido y lavo mi rostro. Mañana deberé darle una explicación a Pierce y no tengo la más mínima idea de que voy a decir.

No consigo dormir más que dos horas escasamente. Llaman a mi puerta y no necesito ser adivina para saber de quién se trata.

Me colocó una bata sobre mi camisón y abro la puente. Él no luce mejor que yo, es evidente que tampoco ha podido dormir.

- Pasa por favor.

Lo sigo y lo invito a tomar asiento en el sofá que está junto a la ventana. No dice una sola palabra y sé que debo ser yo quien comience a hablar.

- Lamento lo que sucedió anoche, fue algo que estaba fuera de mi control. Hace años; justo antes de irme a la universidad fui víctima de un chico que me violo. Él me drogo y hasta el día de hoy de vez en cuando llegan a mi mente pequeños recuerdos de esa noche- en ese momento soy consciente de que nunca lo había dicho en voz alta- tomé terapia por años y lo creí superado- algunas lágrimas escapan de mis ojos y me apresuró a limpiarlas.

- ¿Por qué no me.lo dijiste? Si lo hubiese sabido habría sido más cuidadoso.

- No creí necesario que lo supieras, y tampoco es fácil decirlo.

- Discúlpame Samantha, no debería de estarte cuestionando. ¿Puedo abrazarte?

Me es imposible hablar, solo hago un gesto de afirmación y me envuelve en sus brazos. Los sollozos se hacen presentes y se limita a darme consuelo.

Entiendo que está conversación deberá continuar en algún momento, pero ahora no quiero seguir hablando.

Una vez que estoy más tranquila, me separo y limpio mis ojos.

- Imagino lo difícil que esa experiencia fue para ti, prometo que iremos con calma y tú prométeme que hablarás conmigo y siempre me vas a hacer saber lo que te incómoda.

- Lo prometo y lamento haber arruinado el viaje.

- ¿Arruinado? No digas eso, este viaje apenas inicia. Te dejo para que te vistas y vuelvo por ti en una hora. El día recién comienza.

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No entiendo la reacción de Samantha hace unos momentos. Respete su decisión y la dejé irse sin darme una explicación, pero en mi cabeza dan vuelta muchas cosas.

Sentirla paralizada ante mis besos y mi acercamiento me molestó en demasía. No somos unos niños y dudo que sea virgen como para reaccionar de esa manera.

Estoy muy molesto y no podré dormir, bajo al bar de hotel y pido un whisky doble. Sentado en la barra pierdo la cuenta de cuantas copas he bebido.

La voz de una mujer me saca de mis pensamientos.

- ¿Me invitas una copa? Dicen que el alcohol es muy mal consejero y además beber solo es lo peor.

Es una mujer joven, rubia y de ojos azules. Usa un vestido que no deja demasiado a la imaginación.

- ¿Qué quieres beber?

- Lo mismo que tú, sería perfecto.

Le pido al barman que le sirva lo mismo y a mí me traiga una copa más, esta mujer me coquetea abiertamente. No es algo nuevo para mí y en este momento me debato entre la opción de llevármela a la cama o irme a dormir solo.

Sin duda el alcohol está afectando mi raciocinio, no puedo no debo hacerle esto a Samantha. Pago la cuenta y sin decir nada me levanto y me voy.

Espero recibir una explicación por la mañana. No pude dormir, cansado de dar vueltas en la cama me levanto y me doy una ducha. De inmediato me dirijo a la habitación de mi novia.

Me recibe en bata, esta claro que ella tampoco pudo dormir. Me invita a pasar y me siento en el sofá esperando a que me explique lo sucedido.

Me cuenta que hace años un tipo la violo y en lugar de comportarme como un hombre comprensivo y consolarla cometo la estupidez de cuestionar el porque no me contó antes.

Su angustia al recordar lo sucedido es notable, no me imagino por lo que debió pasar. Cambio mi actitud ante ella y le prometo ir con calma, también le pido que confíe en mí y me diga lo que le incomoda.

Ella está triste pensando que arruinó nuestro viaje, le aseguro que no es así y que nos espera un gran día.

Va a ser difícil para mí mantener con ella la distancia y la actitud correcta para no incomodarla porque me gusta mucho, me siento tremendamente atraído por ella y soy un hombre bastante sexual.

La conversación que tuvimos sobre lo que le sucedió fue muy básica y aún hay cosas que quiero preguntarle. Una de ella es si después de esa experiencia no ha tenido intimidad con nadie; sí la respuesta es sí, como lo sospecho por su reacción, me estoy enfrentando a una situación bastante compleja.

La dejo arreglarse y me voy a mi habitación a hacer lo mismo. Una hora después la recojo y salimos a conocer los lugares más emblemáticos de la ciudad. Sé que no podré llevarla a conocer todo, pero visitaremos la mayor cantidad de sitios que nos sea posible.

Luce tan hermosa que me es difícil contenerme para no acercarme más de lo que ella me permita.

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