La familia primero

Las risas inundaron el comedor, los Grecos se habían reunido como cada semana, algo que jamás negociaban era ese día de la semana que todos dejaban de lado la rutina para reunirse en familia.

Alonso en la punta de la mesa observaba a sus hijos, esos que habían crecido para transformarse en personas de bien.

A su derecha, ocupando lugar que era de Misael, estaba Nicolina llenándolo de atenciones, junto a ella la rubia ruidosa que disfrutaba de aquellos tallarines a la boloñesa o bien llamados “Tagliatelle al Ragù”.

Pero quien disfrutaba de la vista era Luka, que llevaba unos segundos con la mano en puño sujetando su mejilla sin apartar sus radiantes ojos verdes de Cleo, que estaba muy concentrada en el almuerzo, adoraba verla comer.

Frente a ellos se estaba Dante, que no perdió oportunidad para codear a Leona, su hermosa cuñada y madre de su pequeño sobrino Agustín de cinco meses.

-Míralo, ese ya cayo…

-Shhh, déjalo en algún momento tendrá que aceptarlo- murmuró la mujer con una risita.

-¿Que tanto hablan?- esta vez fue Alessandro que apoyo la mano en las piernas desnudas de su mujer que volteo a verlo con amor.

-No seas curioso, amor-

Ambos se perdieron en la mirada de otro, llevaban un par de años casados y aún seguían sintiendo esas mariposas revoloteando en sus estómagos.

-Je t'aime (te amo)- murmuro la mujer acercándose hasta que una de sus manos acarició la mejilla rasposa del italiano.

Alessandro adoraba oír a su mujer hablar en su lengua natal, y es que Leona era una francesa exquisita que lo conquisto años atrás en un encuentro accidentado cuando una noche de tormenta le dieron el mismo número de habitación, en una pequeña posada de Toscana. La combustión fue instantánea y ese par no espero demasiado para dar el sí frente a Dios.

-Ti amo anche io bellissima (También te amo, hermosa)- respondió en un italiano exquisito.

-Le decía a Leo que mire a Luka- interrumpió Dante acercándose a la pareja que volteo a verlo, estaba acostumbrado a las demostraciones de cariño de ese par.

Ale, curvo los labios y negó divertido.

Luka que aún seguía perdido en la rubia graciosa que bañaba sus labios de salsa.

-Esos dos necesitan un sacudón- agrego la francesa riendo bajito

-¿De que hablan ustedes tres?- la voz ronca de Alonso llamo la atención del trio que rio

-Que esta rica la salsa, suegro, cada vez le sale mejor. - salvo la parada, elevando el tenedor con la pasta enrollada

-¡¡Sii, esta deliciosa, señor Greco!!- exclamo Cleo haciendo reír a Luka.

-Ay, bailarina, tu sí que comes con ganas- rio y tomo la barbilla de Cleo, que abrió sus ojos sorprendida.

Luka alcanzó uno de los repasadores de la mesa y a pocos centímetros, con esa sonrisa extremadamente seductora, se dedicó a limpiar la boquita de la rubia que se paralizó perdida en esas esmeraldas ancladas en sus labios.

-Es hermano de Nico, es hermano de Nico, es hermano de Nico y tú lo detestas por mujeriego- se repitió mentalmente\, al sentir esa colonia deliciosa y el contacto de los dedos con su piel.

Nicolina aguanto las ganas de reír y dio golpecitos en la mano de su padre que asintió divertido por la escena.

En la casa todos se daban cuenta que esos estaban como volcán a punto de hacer erupción, pero eran tan tercos que jamás lo reconocerían.

Alonso carraspeó entretenido con ese par, pero tenía que salvar a su hija de corazón.

Rápidamente Cleo arrebató la servilleta haciendo reír al desvergonzado de Luka

-Se limpiarme sola- su miraba lo fulmino, pero este se encogió de hombros como todo un descarado

-Solo quería ayudar, ya sabes cada que necesites estoy, por si necesitas una manta ,como esta mañana- mordió su labio inferior y guiño un ojo

La rubia trago grueso -Nunca, me oyes, nunca- mascullo bajito, para que solo Luka lo oyera

-Cleo, creí haberte dicho que no me llames Señor, puedes decirme tío o Alonso, eres como una hija, ya lo sabes niña- El mayor logró que la rubia lo mirara con un brillo especial y a la vez disfrutó del oxigeno que ingreso a sus pulmones

-Lo sé, señor, perdón,  Alonso, es solo que mamá desde niña insiste que no debo ser demasiado confianzuda con mis mayores.

-Pues tu mamá no está aquí y eres como mi hija- insistió, limpiando sus labios luego de beber un trago de vino tinto...

- Epa\, te dijo hija\, así lo hizo cuando me conoció y eso significa una cosa\, te quiere de nuera- agregó la francesa con picardía\, y sus ojitos dorados fueron al menor de los Greco que sonría ladino.

-¡¡¡ohhh!!- agregaron en cantico los hermanos y a las miradas cómplices no se hicieron esperar, provocando que la rubia rodara los ojos juguetona.

No se iba a dejar amedrentar, ella conocía los molestosos que podían ser.

-En ese caso si me quiere de nuera, podemos negociar, ¿Qué dices Dante?- subió y bajo las cejas viendo, al segundo de los Greco que se atoro con el bocado haciendo reír a la mayoría de la mesa.

-Ay, no, no y no. – negó casi atorado- eres hermosa Cleo, pero no pienso casarme, es imposible que una mujer ponga en este semental italiano, una correa.

-¡¡Cállate!!-intervino Nicolina entre risas- estoy segura que va aparecer una que te va a tener como perro de departamento- aseguro limpiando el plato con una rodaja de pan.

-¿Cómo?- interrogo Luka sabiendo la respuesta.

-¡¡Alzado!!- gritaron al unisonó y comenzaron a reír.

-En ese caso, el único disponible soy yo- Luka se puso de pie junto a la mesa ante las miradas divertidas de todo- mira esta mercancía, ¿esta buena, no?- relamió sus labios, disfrutando la cara de la rubia.

-No, gracias, no me gusta las cosas usadas. - sus labios rosados se curvaron en una enrome sonrisa al ver como este llevaba ambas manos a su pecho

-Dañaste mi ausente corazón. -

-Ya, niños dejen en paz a mi hija- medió Alonso- y vayan por el postre

-Wow, papi hoy sí que te esmeraste- Nico se puso de pie y beso la mejilla de su padre.

-Me ayudo Leona- señaló a la castaña que asintió orgullosa de sus cualidades de repostera.

-Entonces estará más que delicioso- agregó Alessandro besando la mano de su esposa.

-Después podríamos hacer un partidito de futbol ¿Qué dicen? - esta vez fue Dante el entusiasmado.

-¡¡Soy arbitro!! – levanto la mano emocionada Cleo.

-Hago equipo con Leo y Dante - aparto Ale agitando la mano de su mujer en el aire.

-Ay no, cada que hacen equipo quien juga con ustedes pierde, lo lamento por ti Dante- se burló Luka.

--La verdad que no importa si están juntos o enfrentados igual lo hacen, se besuquean como locos- agrego Nico encogiéndose de hombros.

-Son unos envidiosos- se defendió la francesa riendo y dio un picotazos a los labios disponibles de su amor.

-Ya dejen de pelear, voy de arquero -agrego Alonso disfrutando de la cara de sus hijos-¿Que, cual es el problema.?

-Papá es que siempre que estas de arquero, ellos tiran por sobre ti, por obvias razones- explico Luka, señalándolo

Todos rieron inclusive Alonso. Y es que, aunque el mayor estuviera en sillas de ruedas no estaba exento de las bromas de sus querubines-

-Pues que culpa tengo si esos atrevidos se abusan de mi situación- señaló al equipo de Dante Leona y Alessandro

-Pero pa….

-¡¡Luka!!- salto Cleo, en defensa del mayor- el tío será arquero, esperen aquí, tengo una idea- la rubia salió corriendo del comedor.

-Tu cuando vas aceptar que te gusta- Ale le arrojo un repasador a su hermanito menor que veía hacia donde fue la rubia.

-Nunca dije que no me gusta, pero no quiero nada serio-explico relajado y retorno a su lugar.

-Y es por eso que debes tener tu bragueta cerrada junto a ella, hasta tanto sepas que quieres algos serio- amenazo Nico señalando a su hermano. -

-Ya se – bufo, porque sí que le tenía ganas a la bailarina.

-En fin, yo defiendo - levanto la mano la italiana y Luka asintió gustoso con eso.

-Mierda- mascullo Dante- pero no me golpes como la última vez casi perdí un diente.

-No te quejes fue un inocente codazo, eres más grande que yo, solo defendía a mi equipo- explico en un tono inocente.

Nicolina era tan brusca o más que sus hermanos cuando se trataba de la competencia.

-Con esto, el problema esta resuelto- ingreso a los gritos la rubia, llamando la atención de todos..

Cleo sostenía un escobillón y su dientes blancos se mostraban en una bella sonrisa.

-¿Y que se supones que papá, haría con eso?- señalo Dante

-Eres lento, obvio que golpeará la pelota, vaaa- explicó con obviedad haciendo gestos graciosos.

-Eres todo un caso bailarina- agregó Luka viéndola embobado. - Me gusta como piensas.

-Sí, bueno....-dijo como si no le afectar el condenando comentario y camino hasta Alonso- Con esto, tío, golpea la pelota y haremos su arco más pequeño.

-Que, no - se quejó Dante- eso no vale- movió su dedito índice en negativa.

-Shh, silencio insolente, si el árbitro lo dice, hay que aceptar- Alonso iba aprovechar la ventaja- gracias hija-

El llanto de un bebe, interrumpió la charla.

-Iré a ver a mi amorcito, de seguro quiere la leche- Leona se puso de pie y tomo el aparatito que le permitía ver a su hijo que se encontraba en el cuarto.

-Iré contigo amor- Ale se paró y tomo la mano de su esposa- en cuanto a ustedes prepárense para perder- señalo a los demás que hicieron, además, provocando la risa sonora del italiano.

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El sonido de los dedos golpeando el teclado era lo único que se podía oír en la solitaria oficina, donde Bruno buscaba aplacar sus pensamientos desde que sus molestos amigos salieron.

Tenía muchas cosas que pensar, entre esas la sociedad con la nueva constructora, esa que no quería, de no ser por un ex socio que arruinó un proyecto importante.

A eso debía sumarle a Aria y por supuesto al bendito reencuentro.

-Joder- empujo la computadora ofuscado- concéntrate- refunfuñó y retomo el trabajo.

Su cabeza era un caos y los recuerdos de su época de juventud parecía no querer dejarlo tranquilo.

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-A que le tienes miedo Altamirano, no te crees capas de conquistar a la italiana asquerosa- la mirada despectiva se dirigía a esa jovencita de pantalones anchos, rodete desorganizado y anteojos gigantes.

Pero para él, era todo un enigma desde que comenzaron a compartir clases.

La jovencita no se dejaba amedrentar, siempre tenía algo para decir, y esos grandes ojos parecían brillar más que una hermosa estrella.

-Claro que no tengo miedo – respondió, nunca se dejaría presionar por los que tontamente creía amigos.

-Genial- la risa ruidosa y los empujones amistosos lo irritaron- bien entonces apostemos.

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-Porque no atiendes, mis llamadas- la puerta azotándose contra la pared y la voz ruidosa de su hermana lo despertó de aquel letargo.

-Aquí, dejen todo aquí- ordeno la mujer señalando la mesa ratona rodeada por los sillones.

La secretaria de Bruno, lo observo con pena al igual que el asistente de la mujer, pero continuaron con la tarea.

-Bien, muchas gracias, ahora nos dejan que debo hablar con este tonto.

Cuando la puerta se cerró, la hermosa mujer vestida con un delicado y ceñido traje blanco giro sobre sus tacones rojos para verlo.

-Ahora levanta ese trasero – ordeno – y ven a darle un abracito a tu hermanita- curvo los labios con descaro, incluso viendo el rostro desencajado del arquitecto

-Camila Altamirano, tu buscas tu muerte.

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