En la profundidad de su habitación, la protagonista se encontraba sumida en una tristeza abismal. Los recuerdos y las revelaciones recientes habían desgarrado viejas heridas, sumiéndola en una penumbra emocional. Las paredes que había construido cuidadosamente durante años para protegerse y proteger a sus hijas, ahora parecían derrumbarse.
Mientras tanto, las gemelas, aunque jóvenes, percibían un cambio en su madre. Su alegría habitual había desaparecido, reemplazada por un silencio sombrío y miradas perdidas. Su rutina diaria se había convertido en un ir y venir mecánico, con momentos en los que parecía desconectada del mundo.
En la escuela, las niñas reflejaban la tristeza de su hogar. Sus risas, que antes resonaban en los pasillos, ahora eran ecos distantes. Los profesores notaban su desgano y falta de concentración, y sus compañeros de clase, incluido Lucas, sentían su retiro emocional.
Lucas, preocupado, observaba a sus amigas. No eran las mismas niñas alegres con las que había compartido tantos buenos momentos. Sentía una impotencia creciente, queriendo ayudar pero sin saber cómo. Sus intentos de animarlas eran recibidos con sonrisas forzadas y respuestas cortas.
Un día, después de la escuela, Lucas se acercó a las gemelas.
-¿Está todo bien en casa? No han sido las mismas últimamente,- preguntó con delicadeza.
Las niñas se miraron entre sí, compartiendo un silencio que decía más que mil palabras.
-Mamá está triste,- murmuró una de ellas, su voz apenas audible.
Lucas sintió un nudo en el estómago. Sabía que algo grave debía estar sucediendo para afectarlas de esa manera. Con un sentimiento de urgencia, decidió hablar con su tío Angelo, buscando algún consejo o solución.
Lucas esperaba ansiosamente en la oficina de Angelo, su tío y figura paterna. Angelo entró, su rostro mostrando signos de cansancio pero igual estaba hay al saber que el niño quería hablar con él de algo importante
-Tío, necesito hablar contigo sobre las gemelas y su madre. Están... diferentes últimamente,- comenzó Lucas, su voz reflejando su preocupación.
Angelo se sentó, cruzando las manos sobre el escritorio.
-Lucas, hay veces en la vida en las que es mejor no involucrarse en los asuntos de los demás. Todos enfrentamos demonios internos, y cómo los manejamos varía enormemente.-
-¿Pero no puedes hacer algo? Ellas están sufriendo,- insistió Lucas, buscando alguna respuesta en los ojos de su tío.
-Verás, no tengo la menor idea de lo que le pasa a esa mujer, y francamente, no es algo que me incumba directamente, aparte que la detesto por despertar en mi sentimientos quejamss senti por nadie - dijo Angelo con un tono de sinceridad. - pero la gente a veces elige vivir en las sombras porque enfrentar la luz puede ser demasiado doloroso.-
Lucas frunció el ceño, no del todo convencido.
-¿Y eso significa que simplemente debemos dejarlas solas? ¿Sin intentar ayudar?-
Angelo suspiró.
-No es que no debamos ayudar, pero hay que entender que la ayuda no siempre es bien recibida, y a veces, puede ser más dañina que beneficiosa. Darles su espacio puede ser lo más compasivo que podemos hacer.-
Lucas se quedó en silencio, procesando las palabras de Angelo.
-Pero me preocupa que algo grave les suceda, especialmente a las niñas.-
Angelo asintió, mostrando comprensión.
-Lo sé, Lucas, y es noble de tu parte. Pero a veces, la mejor forma de ayudar es estar ahí cuando nos necesitan, no forzando nuestra presencia o soluciones en sus vidas. Si ellas o su madre necesitan algo, debemos estar listos para apoyarlas, pero en sus propios términos.-
Lucas se levantó, aún preocupado, pero entendiendo el punto de vista de su tío.
-Está bien, tío, confiaré en tu juicio. Solo espero que estemos haciendo lo correcto.-
-Lo estamos, Lucas. A veces, la paciencia y el entendimiento son las herramientas más poderosas que tenemos,- concluyó Angelo, ofreciendo una sonrisa tranquilizadora.
Lucas salió de la oficina, sintiendo un peso en su corazón pero también una nueva perspectiva sobre cómo abordar la delicada situación. Mientras tanto, Angelo se quedó pensativo, reflexionando sobre las complejidades de la vida y cómo cada persona enfrenta sus batallas de manera única....
Mientras tanto, la madre continuaba en su espiral de desesperación. Las noches eran largas, llenas de lágrimas y recuerdos que parecían monstruos en la oscuridad. Sentía una culpa aplastante por cómo su estado afectaba a sus hijas, pero se encontraba atrapada en un abismo del que no sabía cómo salir.
Las gemelas, a su manera, intentaban comprender y apoyar a su madre. Dejaban dibujos y notas de amor en su habitación, pequeños gestos de cariño que buscaban aliviar su dolor. Sin embargo, la distancia emocional parecía cada vez más grande, un abismo silencioso que se expandía día tras día.
En esta atmósfera de tristeza y preocupación, la historia continuaba, con cada personaje enfrentando sus propios desafíos y buscando una forma de reconectar, de sanar las heridas que la vida había dejado en su camino.
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Comments
Cinzia Cantú
Vas a tener que buscar una solución y rápido, tus hijas y también Lucas están sufriendo por ti y eso no les hace bien a ninguno de ustedes
2025-03-24
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Edith Jimenez
tienes que agarrar el toro por los cuernos y enfrente de una ai padre de tus hijas
2025-03-29
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Oli Vega
pobres niñas sin sabe que ellas fueron producto de una violación 😔
2025-03-31
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