Conociendo a tu gente

—«¿Por qué hice eso?, no entiendo, pero mi cuerpo actuó por si solo, en realidad no puedo comprender»— se reprochaba Sabrina, al estar dentro de su habitación, con el rostro totalmente rojo y sus nervios alterados, claramente aquel beso, había causado algo en ella.

Por su parte el emperador no estaba nada calmado después de lo sucedido, no dejaba de dar vueltas en su habitación, caminaba de un lado a otro y parecía que en el piso se haría un hueco.

—¿Qué estarás planeando Lady Sabrina?, ¿querrás vengarte de esta forma?— no dejaba de cuestionarse el joven Alessandro.

Ambos jóvenes, tenían un mundo lleno de dudas en su mente, pero de lo que si estaban seguros, era de apoyarse mutuamente en su venganza.

—Sin importar lo que suceda conmigo, si así me puedo vengar de Mika, dejaré que tú hagas lo que quieras, mi futura emperatriz— se dijo en un susurro, Alessandro. Dando un largo suspiro, recostándose en su cama.

Después de calmarse un poco, tanto Sabrina como Alessandro, pudieron descansar y la mañana del día siguiente había llegado.

—Buen día mi lady, me envía el señor Armand, por favor ¿podría ir a escoger a sus sirvientas y doncellas?— alguien afuera de la habitación de Sabrina, estaba tocando la puerta de manera insistente.

Sabrina ya estaba despierta, pues le gustaba disfrutar sus días por completo, sin embargo, la forma de actuar que mostraba esa persona fuera de su habitación, le pareció de muy mala educación.

Salió de su habitación y se dirigió a la sala principal, donde ya se encontraban todas las sirvientas y algunas doncellas.

—Señorita Sabrina, disculpe que la hayamos despertado tan temprano, pero me gustaría que fuese usted misma quien elija a sus acompañantes y servidumbre, eso le gustaría a su majestad— habló Armand, haciendo una leve reverencia ante Sabrina

—Buen día, señor Armand. Para elegir a mis doncellas necesito la información de sus familias y sobre mi servicio personal, me gustaría tener a las mismas personas que tiene su majestad— habló Sabrina, fuerte y claro.

Armand entregó una carpeta con la información de cada chica que estaba presente, ya que eran doncellas y por ende, eran hijas de personas de la nobleza. Desde duques hasta barones y condes.

—Bien, mis doncellas serán la señorita Dafne hija del duque Sars y la señorita Mali hija del conde Trent, las demás pueden retirarse— pidió Sabrina, pero claramente las cosas no saldrían como ella esperaba.

—¿Por qué eliges a alguien tan bajo como la hija de un conde?, soy la hija de un duque, deberías elegirme a mí, tengo más estatus y educación— gritó una chica de cabello rizado, color verdoso.

—Lo de estatus se lo creo, aunque su supuesta educación queda entredicho, ya que usted me habla con tanta informalidad, que ni siquiera el mismísimo emperador lo hace, además no tengo por qué darle explicaciones a nadie más que al emperador, si decide no irse podría ser castigada, usted decide— sin ningún tipo de expresión, ultimó Sabrina

—De aquí nadie se va— una voz varonil y furiosa, interrumpió.

Era Alessandro quien había llegado y escuchó como aquella chica le habló a Sabrina. Todos los presentes hicieron una reverencia, incluida Sabrina.

—Majestad le aseguro que mi hija no quiso faltarle el respeto a la señorita aquí presente, por favor perdónela— habló un hombre, inclinándose frente a Alessandro.

—Ustedes podrán ser mi séquito de ministros, pero no permitiré ninguna falta hacia la mujer que elegí como esposa. Duque Sorrens, no puede decir que su hija no hizo algo malo, cuando yo mismo presencié lo sucedido. ¡Guardias!— aclarando y dando una orden, habló furioso el emperador. De inmediato, llegaron varios guardias.

—Arresten a la señorita, déjenla sin comer ni beber nada durante tres días y luego podrá irse a su casa. No me importa si aceptan mi decisión y ni que tan importante sea el duque Sorrens, nadie debe atreverse a tratar así a Sabrina, mi prometida y futura emperatriz— chasqueo los dedos y los guardias obedecieron, mientras que la chica solo sollozaba al darse cuenta lo furioso que estaba el emperador y que ni siquiera su padre pudo hacer algo para ayudarla.

—Disculpen todo este alboroto, me presento. Mi nombre es Sabrina Hill’s, hija del duque Hill’s del reino Altea, quizás mi llegada alteró a muchas personas, pero quiero aclarar que no fui elegida como futura emperatriz solo por mi cara bonita, puedo demostrar que soy más que apta para ser la gobernante que acompañe a su majestad y apoyar al pueblo— era Sabrina, quien había interrumpido

—Nadie garantiza que eso sea cierto, usted no sabe nada de nosotros y honestamente, en lo personal no quiero conocerla— respondió a Sabrina, un hombre ya mayor.

—¿Me diría su nombre?— preguntó la futura emperatriz

—Mi nombre es Andrew Hasél, soy un…— se presentaba el hombre, pero no pudo terminar.

—Es el conde del territorio este, un pequeño ducado, lugar donde usted tiene varios negocios, pero por lo que pude percatarme en la información que me dieron, algunos de esos negocios no van en buena dirección, están al borde de la ruina. Sin embargo aún sabiendo eso, usted es incapaz de pedir ayuda a su majestad, ¿acaso no le importa su gente?— indagó Sabrina, dejando boquiabiertos a los presentes.

—Me importan tanto, que no voy a adquirir deudas que al final nos tengan atados a la corona, quiero que mi gente sea libre, sin ataduras— molesto, respondió el conde.

—Puedo ayudarlo si me lo permite, no se trata de dinero o atarlos a algo. Mi interés es más bien el bienestar del pueblo y su condado también forma parte del imperio— con una sonrisa poco pronunciada, habló Sabrina

Intentaba ganarse el favor de los hombres que están más cerca del emperador, así no habría nadie que se opusiera a su nuevo cargo.

—Por mi parte no tengo problema, aunque no se si su majestad la dejaría ayudar y visitar el condado Hasél— dijo el hombre, mirando discretamente a Alessandro, esperando una negativa de su parte.

—Lady Sabrina, me encargaré de preparar guardias para que la acompañen y se encarguen de protegerla, pero antes debemos desayunar, así que conde Hasél, espere a lady Sabrina en su territorio un poco más tarde, ahora ya todos pueden retirarse— ordenó Alessandro.

Sabrina y los demás solo hicieron una reverencia, ya que el emperador se dirigió al comedor.

—Se ve que usted es más inteligente que su hija, duque. Le aconsejo llevar las cosas en paz porque no le gustaría tenerme de enemiga, su mirada dice cuanto me aborrece— habló Sabrina, acercándose ligeramente al oído del duque Sorrens, cuando ya todos se estaban yendo, pues el duque solo la miraba con odio y coraje

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Comments

Cruz Mejia

Cruz Mejia

Les espera bastante trabajo limpiando el imperio 😡

2024-03-26

15

Paola M.🥰🥰

Paola M.🥰🥰

jajajaja una tonta más en la lista de muertos 🤣🤣🤣🤣🤣🤣 jajajaja el calabozo es un premio

2024-02-05

3

Dalma Chia

Dalma Chia

necesito mas capitulos 🙏🙏🙏necesito mas capitulos 🙏🙏🙏necesito mas capitulos 🙏🙏🙏necesito mas capitulos 🙏🙏🙏necesito mas capitulos 🙏🙏🙏necesito mas capitulos 🙏🙏🙏

2024-02-04

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