Encuentro

Después de haberse instalado en su habitación, Sabrina decidió dar un paseo por el palacio, le parecía un lugar hermoso, pues los detalles de construcción eran únicos, caminó durante un largo rato, que al final terminó perdiéndose.

—«Ahora, ¿cómo le hago para regresar?»— se preguntaba mientras daba vueltas, para ver si reconocía el camino por el que había llegado a donde estaba.

—Parece que tendré que darte un mapa del lugar, así no te perderás— habló el emperador desde atrás de una de las paredes.

—Vaya majestad, veo que no se le escapa nada, ciertamente me perdí. Creí tontamente que tal vez podía dar un paseo y conocer el lugar, pero terminé de esta manera— habló Sabrina muy apenada por lo que estaba sucediendo

—Tranquila, haré que te proporcionen a un par de doncellas para que te acompañen siempre, o si lo prefieres puedo ser yo quien te acompañe— saliendo desde atrás de la pared, el emperador habló de manera pícara

—Agradezco su generosa propuesta, pero tendré que negarme, se perfectamente que un emperador tiene asuntos importantes que tratar y no puede solo estar dando recorridos por el palacio— haciendo una leve reverencia, Sabrina se disculpaba.

—Entiendo, no hablaré más sobre el asunto. Bueno ya que nos encontramos, ¿Te gustaría acompañarme a cenar?— extendiendo su mano, Alessandro habló

—Por supuesto, será un placer— dijo Sabrina, respondiendo al gesto del emperador y poniendo su mano sobre la de él.

Ambos caminaron por los pasillos y cuando por fin habían llegado al inicio de las escaleras para bajarlas, llegó una persona a la que no esperaban.

—Mi querido tío, has regresado. No pude recibirte porque me encontraba en una reunión con las nobles más prominentes, ¿me disculpas?— una chica de cabello rojo, se acercó a Alessandro y se abalanzó sobre él, dándole un abrazo, sin importar la presencia de Sabrina.

—¿Cuántas veces te he dicho que me debes respeto?, soy el hermano de tu padre, pero ante todo soy el emperador. Puedo notar que tus padres no te educaron bien— alejando a la chica con sus brazos, Alessandro la reprendía.

—Pero tío, solo quería que supieras cuánto te extrañé— con pucheros en el rostro, habló la chica.

Cuando ya estaba al borde de las lágrimas y habiendo conocido a sus cuñadas, Sabrina sabía que lo único que aquella chica buscaba, era hacer sentir mal al emperador, algo que ella no permitiría.

—Llorar por la atención de un hombre, sin importar que sea de su familia, es caer muy bajo, ¿no creé?— con una sonrisa en el rostro, ella preguntó.

—¿Y tú quien te crees que eres para hablarme de esta forma?, pagarás tal atrevimiento— dijo la chica, levantando su brazo derecho para golpear a Sabrina.

Claramente aquella chica no sabía que el emperador había regresado con su futura esposa, así que al momento de hacer ese movimiento se llevó una gran sorpresa.

Su mano fue detenida por Alessandro y éste sin importar lo que la gente pensara de él, lanzó un golpe hacia la chica, pero ahora fue Sabrina quién lo detuvo.

—Majestad, quizás la señorita no sabe que seré la futura emperatriz y que incluso su madre que intentó dañarme ya fue castigada, por esa razón habrá actuado de esta forma, pero si se lo explicamos entenderá— volteando a ver al emperador, Sabrina detenía su mano de manera suave.

—Lamento actuar de esta forma en su presencia, señorita Sabrina. Solo por esta vez dejaré pasar un incidente como este, pero si alguien vuelve a faltarle el respeto, me encargaré de hacerlo pagar con su vida— dijo Alessandro, mirando fijamente a Mika, lo que dejó paralizada y prácticamente temblando a la chica.

—Entonces vayamos a cenar, el hambre que tenía aumentó— mostrando una sonrisa sincera, dijo Sabrina.

Ambos decidieron bajar al comedor y dejaron a Mika sola, aunque no lo demostraban en ese momento, los dos estaban muy felices por ver la reacción que la chica había mostrado cuando la enfrentaban.

—Me encargaré que no lo vuelva a tocar sin su consentimiento— susurró Sabrina al oído del emperador, cuando terminaban de bajar las escaleras, tomándolo del brazo y recostando su cabeza sobre el hombro de éste. Todo esto lo hizo porque se percató que Mika no les quitaba los ojos de encima, pues se quedó mirando desde la planta alta.

—Agradezco toda tu ayuda— dijo Alessandro, entrelazando sus dedos con los de Sabrina, algo que dejó impactada a la chica, pero no se opuso al acto.

Llegado el momento, les sirvieron la cena y la comida se veía exquisita, en realidad nada cambiaba con lo que Sabrina había comido anteriormente.

Ambos degustaban la comida plácidamente, se podía observar que disfrutaban de la compañía del otro, aunque no hubiese palabras.

—Majestad, me gustaría saber cuándo se llevará a cabo la boda— comiendo un trozo de postre, rompió el silencio Sabrina

—En dos días, se que quizás no será una boda lujosa, pero quiero que tu seas mi emperatriz lo antes posible— aclaró el emperador, dando un trago a su vino.

—Muy bien, si me lo permite. Me gustaría que viniera una modista para tratar el tema de mi vestuario diario de ahora en adelante, también quisiera un maestro de esgrima— un poco dudosa por el pedido, habló Sabrina

—Me encargaré de que Armand te proporcione todo lo necesario, pero sobre el maestro de esgrima, tenemos que hablarlo después— algo indiferente, se expresó el emperador

Sabrina se dio cuenta del cambio de actitud del hombre frente a ella y decidió no decir nada más. Así la cena terminó sin percance alguno y los dos comensales, se retiraron a descansar

Cuando ya estaban frente a sus habitaciones, el emperador preguntó algo. —¿Tan decidida estás a ser tu quién me mate, que por eso quieres un maestro de esgrima?— con la cabeza un poco agachada, preguntó el emperador.

Sabrina, sorprendida por la pregunta del hombre solo reaccionó conforme su cuerpo se lo pedía. Se dirigió hasta donde estaba Alessandro, sin más lo tomó de la barbilla y le dio un cálido y tierno beso en los labios.

—No quiero matarte, necesito aprender a defenderme de quién quiera hacernos daño — la chica respondió, alejándose de Alessandro y volviendo a su habitación, cerrando la puerta con seguro al estar dentro.

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