Habilidad

—Sabrina, no es lo que piensas— habló fuerte y claro la reina Arabela

Sabrina miró hacia a un lado y ahí la vio, sin embargo ni le tomó importancia a su presencia, lo que necesitaba en ese momento era curar a Mark, así que se volvió hacia él y con ayuda de su magia, curó la herida que le había causado el golpe dado por el general.

—Señor Mark, continúen su camino a la casa y no miren hacia atrás, es una orden— mirándolo fijamente, ordenó al hombre ya mayor.

Éste sin poner objeción alguna, solo se puso de pie, se subió al carruaje y avanzó a la mansión, no quería hacer enojar a su señorita después de lo buena que ha sido, tomando en cuenta que dejó pasar a gente sin su permiso, aunque en realidad no tenía muchas opciones, era la reina de quién se trataba.

Cuando ya sus empleados se habían ido, Sabrina se acercó al general que se había desmayado por el dolor y selló sus heridas para que no se infectaran y no pudiera morir tan fácil.

—No debiste hacer algo tan drástico, el solo golpeó a ese hombre. Tu en cambio lo dejaste inservible por el resto de su vida, el general preferirá estar muerto— más que molesta, reprochaba en tono fuerte la reina.

—En primer lugar, no hubieran entrado a mi propiedad sin permiso, en segundo lugar yo no perdono a quien daña a los míos y por último, si no quieren terminar como él o peor, quiero que se retiren de este lugar ahora mismo— con ojos llenos de furia, habló Sabrina

—¿Cómo te atreves a faltarle el respeto a su majestad, hablándole de esa manera?, en su presencia deberías arrodillarte— sacando su espada, uno de los soldados que acompañaban a la reina, habló

—Deberían comenzar a pensar antes de actuar— dijo Sabrina.

Levantó su mano derecha, giró un par de veces el dedo índice y entonces, el soldado que había hablado, ya se encontraba dentro de un remolino de polvo, elevado en el aire. Claro que se escuchaban los gritos de auxilio, que aunque el remolino no era lo suficientemente fuerte para destrozarlo, si lo estaba mareando mucho y le hacía sentir dolor al hombre.

La reina estaba a punto de intervenir, pero Sabrina no pensaba dejar que eso sucediera.

—Ahora sí está en condiciones de ayudar, ¿por qué no se protegió usted misma cuando fue atacada en el reino de Auroria?— aún manteniendo al soldado en el aire, preguntó Sabrina.

La reina se sorprendió al darse cuenta que la chica podía recordarla, aunque su preocupación más importante era que Sabrina sabía más de lo que debía.

—¿Así que me recuerdas?— preguntó la reina Arabela, caminando en dirección a Sabrina

—Recuerdo a una mujer que tiene cierto grado de poder, a una cobarde capaz de dejar que sus subordinados sufran, solo para que nadie se dé cuenta de quién es realmente ella— hablando con una sonrisa en el rostro, Sabrina, se estaba en cierta forma, burlando de la reina.

El comentario que hizo Sabrina, claramente hizo enojar a la reina y ésta quiso atacar con fuego, que era el poder que tenia ella. Lanzó una llamarada hasta donde estaba Sabrina y esperando que ella sufriera un daño considerable, la reina esperó.

Pasados unos segundos, el fuego fue desapareciendo y ahí estaba ella, Sabrina no tenía daño alguno, estaba totalmente intacta.

—Creo que antes de atacar, deberían conocer a su enemigo— dijo Sabrina, mostrando sus resplandecientes dientes, en una gran sonrisa.

Cómo por el ataque de la reina, había dejado caer por fin al soldado que tenía en el remolino, puso sus dos manos estiradas al frente de ella, en dirección a la reina Arabela, un brillo azul cielo apareció por todo su cuerpo, aunque sus palmas brillaban aún más que el resto de ella, comenzó a hacer un movimiento hacia la reina Arabela y una luz roja comenzó a salir del cuerpo de la reina, lo que la debilitó, haciéndola caer al suelo.

—¿Qué me has hecho?— preguntó la reina, mirando fijamente sus manos, y tocándose todo el cuerpo, aún estando en el suelo.

—No lo necesita, así que le quité su preciado poder. Si no es capaz de proteger a los más vulnerables, no merece tal honor— dijo Sabrina, volviendo a su estado normal.

Y si, Sabrina tenía la capacidad de absorber el poder de cualquier otra persona que tuviera magia, en su vida pasada jamás utilizó esa habilidad, pues se consideraba una buena persona, hasta que fue traicionada de la peor manera, en esta segunda vida, no permitirá que nadie la quiera gobernar y mucho menos permitirá que alguien dañe a los suyos.

—Yo he protegido siempre a mi pueblo, no me conoces, no sabes de lo que hablas— ya con lágrimas cayendo de sus ojos, la hermosa y valiente reina, le decía a Sabrina.

Justamente se podía ver a una mujer destrozada, al parecer, sin su poder de fuego, no era nada. Simplemente una mujer a la que todos llamaban reina.

—No me lo pareció, en Auroria y mucho menos al llegar aquí. El ducado Hill’s está totalmente desierto, no hay gente porque a sus gobernantes jamás les importó este lugar, pero yo no seré como ustedes— comenzando a abrir la barrera, Sabrina, le decía a la reina, —ahora lárguense de aquí. No crean que podrán venir y querer decirme lo que debo hacer, ya me conocieron un poco, no dejaré que nadie pase por sobre los que yo quiero—

Al abrir una gran parte de la barrera, Sabrina estaba por irse del lugar, pero fue atacada por el resto de los hombres que estaban fuera de la barrera esperando a su majestad, éstos eran magos con distintos poderes.

La joven de cabellera rubia, no se sorprendió en lo más mínimo, dejó que todos atacaran al mismo tiempo, para hacerles pensar que podrían destruirla. Lo que jamás consideraron era el gran poder de ella.

Sabrina recibió el ataque, lo absorbió y después haciendo el mismo proceso que con la reina, absorbió todo el poder mágico de aquellos magos, dejándolos en el suelo, débiles.

—Parece que no logran entender lo que aquí sucede, ni siquiera si son dioses, ninguno podrá contra mí. Me han hecho enojar y no habrá forma alguna que yo pueda regresarle su poder a la reina como pensaba hacerlo—

De un movimiento, sacó a todos los que aún seguían dentro de su propiedad, volviendo a cerrar la barrera.

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