Capitulo XVIII La subasta

Miguel

El tal Ignacio Ferrer fue a mi consultorio a tratar de mediar, estaba de manos atadas, pues si ayudaba a esta gente Ana me mataría además por lo que sé esa tal Adela sabía de qué Ana estaba encerrada en ese sótano y aunque no le hizo mayor daño ella sabía de aquella situación, ha pasado ya cuatro días de aquella situación, según Marlene está muchacha de verdad tiene problemas psicológicos pues al parecer vivió un trauma muy fuerte, aún no ha podido llegar al detonante de su comportamiento, aunque con una familia así quien no se vuelve loco? Pensé, no podía decir nada, ya que se supone que yo no los conozco.

Fui a mi casa para cambiarme y al entrar en la habitación vi a Ana con ese vestido rojo, me puse como loco y quería arrancárselo y hacerla mía en ese instante, pero ella se negó y salió de la habitación, sé que también quería solo que no quería arruinar su look, diez minutos después baje listo para salir, la vi mirarme como con ganas, esa mujer me encanta y si fuera por mí no saldríamos de la cama, no pensé más y la lleve de la mano al auto nos subimos y salimos camino al evento, al llegar Ana se llevó todas las miradas no había duda que ella era la mujer más hermosa de la noche, nuestro amigo Alejandro se acercó a nosotros junto a su esposa Diana, Ana y ella empezaron a hablar y se alejaron de nosotros hablando de cualquier cosa, aunque Ana mantenía su postura de gran Diosa a Diana ella le caía bien, era una relación algo extraña, llegó la hora de empezar la subasta, Ana y yo buscamos nuestros asientos, y empezó la subasta. Uno a uno empezaron a mostrar objetos muy valiosos, Ana compro unos dos en unos precios bastante altos, ella no necesitaba mi dinero, ya que ella tenía su propia fortuna, el último objeto a subastar era un collar de diamantes azules, realmente hermoso y quedaría perfecto en el cuello de mi mujer, resaltaría el hermoso azul de sus ojos, empezaron con una suma discreta y poco a poco las personas presentes empezaron a ofertar más y más, al final solo quedaba Sebastián y yo, estábamos en la lucha por aquel collar hasta que el presentador recibió una llamada donde duplican el precio que habíamos ofertado, Ana me pidió no siguiera ofertando, no entendía por qué, pero pronto lo entendería, no hubo más ofertas y fue cuando el conductor de la subasta dijo, el collar a sido vendido por treinta millones de dólares a una hermosa dama, la señorita Lucero Soler, Vendido! Grito el hombre cerrando la subasta, las personas presentes empezaron a murmurar, vi a mi amada esposa con una cara de victoria, mire en la dirección que ella observaba y está fija mirando a los Ferrer, estás personas estaban pálidas y solo se miraban a las caras, solo Sebastián miraba a todos lados, tome a Ana de la mano, ella me miró y sonrió también le devolví la sonrisa, mi esposa es malvada fue lo que pensé, estaba cada vez más orgulloso de ella, le di un beso en la boca y la abrace, este acto fue visto por Sebastián y en él se reflejó algo malo, tenía un mal presentimiento con respecto a él, sentía que cada día se obsesionaba más con Ana, el evento termino a media noche y durante toda la velada solo se hablaba de Lucero Soler y su regreso, no sé cómo lo hizo seguro alguien la está ayudando pensé mirando a Ana, ya me dirá de quién se trata, estábamos por irnos cuando el señor Roberto se acercó y nos saludó, le dedico una mirada cómplice a mi Ana y entendí todo, Ana eres increíble pensé.

— Lista para irnos? — Le susurré al oído a Ana.

— Así es, tengo ganas de celebrar esta noche. — Dijo algo coqueta.

— La pegue a mi y le si un beso suave. —

— Señor Sánchez tenga un poco de paciencia. — Dijo con dulzura.

— Creo que hoy he tenido mucha paciencia, estoy que explotó.

Salimos de aquel lugar con la mirada de Sebastián pegada a nosotros especialmente en el trasero de mi mujer, le lancé una mirada retadora y este solo levantó su copa, le iba a partir la cara, pero Ana me detuvo dándome un beso bastante sugerente.

— No le hagas caso, déjalo que mire lo que nunca va a tener, sabes que mi cuerpo y mi alma solo te pertenecen a ti. — Me dijo Ana en un susurro, mi corazón empezó a latir rápido era la primera vez que decía algo así, subimos a nuestro auto y salimos de aquel lugar, Ana saco una botella de vino quien sabe de dónde y emepezo a beber, yo también la seguí, llegamos a una licorería y compramos más licor, llegamos a un hotel y pedí la habitación presidencial, esa noche nos olvidamos de todos nuestros problemas e hicimos el amor sin control, fue la primera vez que ni ella ni yo nos cuidamos y por la euforia del día tampoco lo hicimos el día después. El día siguiente para nosotros emepia las doce del día era muy tarde, pero como era fin de semana no nos preocupamos por nada, nos quedamos en aquella habitación unas horas más durmiendo y pasando la borrachera, casi a las siete de la noche reaccionamos y salimos del hotel directo a la casa, al llegar nos sirvieron la cena y hablamos de todo un poco, me contó de cómo había hecho para comprar el collar y demás.

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