Capitulo VIII Primer encuentro

Anastasia

Llegue a mi oficina y ahí estaba mi fiel asistente, entrego mi agenda del día, acababa de llegar y ya me llovían los casos, mi reputación me persigue, nos sentamos a discutir algunos casos, desechamos algunos y aceptamos otros, no quería complicarme pues el principal caso debía ser el de los Stand, Christopher Stand un hombre poderoso, su pasado es muy turbio, casado con Isabel Moncada una mujer muy simple, no parecía del gusto de él, según mis informes este hombre es mujeriego, pero en cuestiones de trabajo nadie le gana, Sebastián Ferrer es su competidor más fuerte y al parecer estaban haciendo negocios juntos, pero Sebastián le jugó mal y se quedó con una gran suma de dinero, ahora Christopher los está demandando por una fuerte suma de dinero, si logra ganar este caso, los Ferrer se verán muy afectados, ya que aún no han podido tocar la fortuna Soler, este punto no lo esperaba, como que no han podido tocar el dinero de mi familia? envié a mi asistente a investigar todo ésto, siempre pensé que después de mi muerte ellos tomarían el control de todo lo mío.

Llegó la hora de la reunión con Christopher, este había llegado a mi oficina, espero sacar provecho de esta situación, pensé, pedí a mi asistente que los dejara pasar, pues no venía solo, vino en compañía de su abuelo Roberto Stand.

— Buenos días, señores, por favor siéntense. —Salude muy cortésmente.

— Buenos días, abogada un placer conocerla, Dijo el señor Roberto.

— Buenos días, señora Mars gracias por atendernos tan pronto, saludo Christopher.

Empece expresando mi gratitud por su confianza en mí, luego pase al grano.

— Señores no les voy a mentir, el caso es bastante difícil, pues ustedes aceptaron desde un principio sus condiciones, ahora lo que podemos hacer es demostrar el desfalco a sus empresas y en eso he estado trabajando, este proceso será tardado, pero tengan por seguro que ganaremos, les doy mi palabra. — Sabía cuándo podía ganar un caso y este sería pan comido, solamente no quería adelantarme a los acontecimientos, quería saborear está victoria lentamente, los quería ver desesperados, estoy segura de que me buscaran para que trabaje para ellos y así me infiltraré en su compañía.

— Confiamos en usted abogada. — Afirmó Christopher mirándome fijamente.

— Gracias por su confianza, señores, tan pronto y tengamos avances les estaré informando, esperen mi llamada.

Los señores Stand estrecharon sus manos conmigo y se retiraron, yo me quedé en mi silla pensando en mi gran logro, solo esperaré a que los Ferrer estén confiados y les daré la estocada.

Como me gustaría ver a mi hijo, estar tan cerca y no poder acercarme me está matando, hijo mío te prometo que volverás a mi lado, por ti volví a la vida.

— Era hora de almorzar y Miguel cómo siempre fue por mí, salimos a un restaurante muy elegante, Miguel, mi Miguel siempre tan atento conmigo.

— Ya te había dicho que eres la mujer más hermosa del planeta.

— Creo que hace como cinco minutos no me los dice doctor.

— Perdón por eso, señor Mars usted es la mujer más hermosa del planeta.

— Gracias doctor Sánchez, si sigue alagándome así, voy a creer sus palabras.

— Creáselas mi hermosa dama.

Estuvimos bromeando un rato, Miguel me miraba con tanta ternura.

— Si me sigues mirando así no creo poder contenerme señora Mars.

— No sé de qué habla Doctor. Le dije desviando la mirada.

Estábamos sumidos es nuestra conversación, que no nos dimos cuenta cuando una persona se acercó a nosotros.

— Buenas tardes, señores. — Esa voz me resulta familiar, respire hondo y alce la mirada, tan seria como siempre.

— Buenas tardes, respondió Miguel.

Yo no dije nada solo mire a aquel hombre con desprecio, no podía creer mi buena suerte o mala, según el ojo con que lo mire, pues frente a mí estaba nada más y nada menos que el mismísimo Sebastián Ferrer, ver a semejante escoria frente a mí me ocasionó una gran repulsión.

— Quien lo invito a nuestra mesa? — Pregunté en un tono frío y de superioridad.

— Lo siento señora solo venía a conocer a la famosa abogada Mars. — Dijo Sebastián apenado.

— Me parece de mala educación interrumpir cuando las personas están comiendo y más si no lo conocemos.— Seguí con mi tono pegante y mirando mi copa.

— Disculpe me retiro. Hizo una reverencia y se preparaba para marcharse.

En ese momento lo miré directo a los ojos, ese era mi plan, que recordara a la inocente de Lucero Soler, una vez conecto conmigo vi como su expresión cambiaba, desvío la mirada y se retiró.

— Pobre imbécil, espera y verás lo que vas a sufrir. — Dije sin dejar de mirarlo alejarse.

—Qué fue todo eso? — Pregunto Miguel confundido.

— Así se desprecia a la basura y la mediocridad. — Dije para luego tomar de mi copa.

— Acaso el es?

— Si el mismo demonio, solo que yo soy peor que él. — Interrumpí a Miguel, y le dediqué una sonrisa amarga.

— Si quieres nos vamos? — Pregunto Miguel preocupado.

— No hay necesidad yo la estoy pasando bien y no permitiré que nadie arruine este momento.

Seguimos como si nada hubiera pasado, bueno por lo menos yo, Miguel se puso muy serio imagino que quería partirle la cara a la basura esa.

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