Capitulo IV Ya estuve muerta

Tiempo presente

Señora Mars aquí están los papeles que pidió del caso Fuentes, también programe una cita para las diez de la mañana con los Sans y su esposo vendrá a las doce por usted. — Dijo mi asistente entregándome los documentos y leyendo mi agenda de la mañana.

— Gracias puedes retirarte. — Dije sin mirar a la chica frente a mí.

Empecé a revisar aquellos documentos, el caso era muy sencillo, el tipo golpea a su mujer y ella se defiende y acaba con su vida, pero como la familia del tipo es de dinero entonces la quieren meter en la cárcel de por vida, a veces suelo ayudar a una que otra desafortunada y está vez le tocó a esta mujer, Samira Camacho, esa familia se va a arrepentir de querer dañarla, no solo la voy a dejar libre sino que también le quitaré buena parte de su fortuna, la fortuna Fuentes, espero amiga que aproveches esta nueva oportunidad de vivir.

Después de revisar los documentos, estaba segura de ganar, pobres imbéciles se arrepentirán de querer dañar a una inocente, este caso me trajo malos recuerdos, recuerdos de lo que yo misma viví, esos recuerdos me debilitan por lo que los echaba de mi mente tan pronto llegaban, a las diez de la mañana llegó el tal señor Sans un viejo asqueroso que estaba buscando que lo liberará de una acusación de vxxxxxxxx, apenas lo vi me revolvió el estómago.

— Buenos días, señora Mars, un gusto conocerla, los rumores son ciertos usted es una dama muy hermosa. — Dijo aquel asqueroso con una mirada lasciva.

— Buenos días, señor, he revisado su caso y le seré sincera, usted está perdido, las pruebas son irrefutables, yo siendo el juez lo mandaría por lo menos veinte años en prisión, esa pobre chica casi muere en sus manos, y aunque alega inocencia usted y yo sabemos que es mentira, mejor retírese de mi vista antes que yo misma lo refunda en la cárcel. — Dije muy confiada en mis palabras, como odio a este tipo de gente.

El asqueroso aquel se retiró de mi oficina no sin antes amenazarme, pobre idiota, una vez se fue empecé a trabajar en mi venganza, ya a medio día llegó Miguel tan puntual como siempre.

— Buenas tardes, señora Mars. — Saludo Miguel con una hermosa sonrisa en su rostro.

— Buenas tardes, doctor Sánchez. — Respondí levantándome de mi silla y dándome un beso en sus labios.

— Ummm señora Mars, se me acaba de ocurrir algo un poco inapropiado. — Dijo Miguel con una expresión algo pícara.

— Señor Sánchez esta es mi oficina y sabe que esas cosas no las hago aquí. — Contesté con cara de culpa.

Miguel cerro la puerta del despacho e hicimos el amor en mi oficina, cada vez que estaba con él olvidaba todos mis problemas, sé que no es justo con Miguel, yo no puedo amar a nadie hasta que recupere a mi hijo.

Una vez terminamos, salimos a almorzar, me daba igual si las personas sabían lo que hacíamos ahí, él es mi esposo legal y punto, llegamos a un restaurante muy famoso en la ciudad, Miguel siempre escoge lo mejor para mí, eso me gustaba mucho de él, pésimos nuestros almuerzos y estábamos conversando de cualquier cosa cuando se acercó a nosotros un hombre, un mxxxxxx hombre al ver su rostro me llene de ira, frente a mí estaba la basura del señor Sans.

— Te dije que te ibas a arrepentir de haberme sacado de tu oficina. — Grito aquel hombre sacando un arma.

Miguel instintivamente se puso frente a mí, como se le ocurre hacer eso, pensé, si a él le pasa algo yo me muero, no podía dejar que el arriesgará así su vida.

— Amor tranquilo, yo me hago cargo de esto. —Le susurré a Miguel al oído.

Quite a Miguel de enfrente de mí, las personas alrededor empezaron a gritar al darse cuenta de lo que sucedía, mientras yo mantenía la calma, sabía que este sujeto era un cobarde y no haría nada.

— Señor Sans, acaso se ha dado cuenta de que está interrumpiendo mi almuerzo con mi esposo, estoy de mal humor sabe? Le recomiendo que baje esa arma y se retire del lugar. — Hablé con mucha seguridad y viendo al sujeto a los ojos.

— Estás loca, ahora mismo dispararé y acabaré con tu vida, eres una víbora sin sentimientos y sin corazón, gracias a ti mi vida está arruinada, solo tenías que ganar ese caso para mí, ah,, pero la señora dijo que no y además tuvo las agallas de amenazarme, ahora mismo vas a morir. — Aquel hombre gritaba paranoico.

— Ja, ja, ja, ja y crees que le tengo miedo a la muerte, te cuento un secreto, yo ya morí y estuve en el mismísimo infierno, así que no me da miedo la muerte, pero,, en cambio,, tú no eres más que un cobarde vxxxxxxxx de mujeres, anda dispara y verás que nada me pasará, ya que ni el demonio me quiere cerca, en cambio,, a ti te está esperando gustoso. — Las palabras salían de mi boca sin emoción alguna, en mi cara se dibujó una sonrisa macabra y mi mirada estaba fija en aquel hombre.

Sans tembló de miedo, bajo el arma y se arrodilló a mis pies, pobre cobarde le dije, agarre a Miguel por la mano y salimos de aquel lugar, la policía entro en el acto y las personas que estaban alrededor se apartaban y no se atrevían a mirarme, camine con la frente en alto y sin mostrar ni una pizca de debilidad, Miguel me sostuvo fuerte la mano y caminamos hasta nuestro auto, una vez dentro, pude respirar profundo y mire a Miguel con los ojos llenos de lágrimas, como había dicho solo él puede ver mi lado débil, Miguel no dijo nada solo arranco el auto y nos fuimos.

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