El querer ocultarse

Saqué efectivo en la misma farmacia, no quería que hubiera rastro en mis tarjetas de que compré medicamentos para omega en la farmacia, de verdad nadie podía saber, así que guardé en el fondo de mi mochila las cajas de medicamentos, no sin antes sacar un par de pastillas para poder consumirlas.

Salí con rapidez de ahí y me largué a casa, tomando el metro como siempre lo hacía. Por suerte cuando llegué no había nadie en casa así que escondí mis pastillas.

Comencé a investigar en mi teléfono un poco sobre mi condición, y descubrí que este cambio de género sólo podía ocurrir en betas si se tenía algún antepasado que fuera omega. Pensé que era extraño pues mis abuelos y mis padres eran betas y ya de por sí era un poco extraño que omegas se emparejaran con betas, aunque no era algo imposible, pero en el pasado era aún mas extraño ese tipo de emparejamiento así que me costaba imaginar que alguien en mi familia haya sido omega, pero debía ser así, sino no tenía sentido lo que me estaba pasando.

Las horas pasaban y pasaban hasta que escuché a mi madre llegar a casa junto a mi padre. Bajé a saludarlos como siempre, tenía que actuar con normalidad para no levantar sospechas.

¿Por qué me preocupaba el qué pensarían de mí? No lo sabía, pero prefería mantenerme fuera de la mente de las personas, siempre había tenido un bajo perfil y me gustaba tenerlo aunque fuera dentro de mi propia familia, así me sentía seguro.

Al rato llegó Ellie, pensé que vendría con Lucas, pero para mi suerte ese alfa no estaba ahí, ya que probablemente lo golpearía, pues todo era su culpa y de sus malditas feromonas de alfa dominante.

Mi madre preparó la cena como siempre lo había hecho y nos llamó a todos a cenar, aprovecharía ese momento para preguntar un poco más sobre el pasado de mi familia, quería encontrarle una razón a lo que me estaba pasando.

-Mamá, papá, ¿puedo preguntar algo?- Dije mientras miraba mi comida, pues no acostumbraba a hacer contacto visualm

-Claro hijo, ¿pasó algo?- Preguntó mi padre.

-No, sólo que de pronto sentí curiosidad de si algún antepasado nuestro ha sido alfa u omega, aunque es casi imposible, ¿verdad? Porque somos todos betas.- Traté de ocultar mi ansiedad y nerviosismo por obtener una respuesta.

-Mmm... no que yo sepa mi amor, al menos por mi lado no.- Respondió mi madre, sirviéndonos la cena.

-Bueno ahora que lo dices, creo que alguna vez escuché a mi padre decir que su abuelo era un omega, era la historia de amor prohibido de la familia así que nunca nos dieron muchos detalles, creo que era una relación de beta y omega.- Mencionó mi padre tratando de recordar más detalles.

-Wow, suena a que se podría escribir una buena historia con eso, un amor prohibido en un pasado conservador, donde el amor supera el instinto de omega.- Dijo mi hermana con una sonrisa.

-A ti te gusta escribir, podrías publicar algo así.- Le dije a Ellie.

-Bueno, si tienen curiosidad, cuando visitemos a los abuelos podríamos preguntar, no está de más, son historias que deberían conservarse en la familia.- Agregó mi padre.

-Si es así eso significa que existe la mínima posibilidad de que nuestros nietos o cualquier descendiente sea un omega.- Dijo mi madre, parecía encantada con la idea de tener nietos, y ahora más con que fuera omega.

-Si Ellie se casa con Lucas quizá esa posibilidad sea mayor, incluso podría tener un sobrinito alfa.- Dije mirando a mi hermana con una sonrisa algo burlona.

-Ay, cállate Einar, es demasiado pronto como para pensar algo así.- Mi hermana se puso roja de la vergüenza.

-Tal vez, pero como se la pasan pegados como uña y mugre, no me sorprendería.- Le respondí cruzándome de brazos.

La cena siguió bastante animada, yo seguí molestando a mi hermana y eso me hacía olvidar un poco el porqué había iniciado siquiera la conversación.

Luego de ese día, tuve que regresar a clases al día siguiente, ya me había preparado mentalmente para soportar los olores pero era difícil pues aún me mareaban, era como si nunca me fuese a acostumbrar a ser un omega.

Me junté con mis amigos como siempre, tratando de disimular lo más que pude mi persistente malestar.

-¿Sigues enfermo, Einar? Tus náuseas matutinas suenan a que son un dolor en el trasero.- Dijo Lyle.

-Ah sí, es que no eran sólo náuseas matutinas, estuve un poco enfermo del estómago.- Me justifiqué.

-Bah, tú nunca te enfermas, yo que envidiaba tu sistema inmune, ahora te volviste un ser mortal como nosotros.- Bromeó el beta, ahora él que tenía envidia era yo, pues quería ser un beta como él.

-Cállate idiota, tú siempre finges estar enfermo para faltar a clases, no sé cómo no has repetido aún.- Traté de cambiar el tema.

-Es porque soy un superdotado.- Respondió Lyle bromeando con orgullo.

-Un súper idiota serás.- Dije rodando mis ojos. Prefería que las cosas siguieran así, que todos le prestáramos atención a las bromas tontas de Lyle.

Seguimos conversando y bromeando un buen rato, pero noté que Alan estuvo muy callado todo el rato, sentí que me observaba y analizaba demasiado, eso me inquietaba pues pensaba que tal vez empezaba a sospechar o peor aún, que ya se había dado cuenta, pero no podía preguntar porque existía el riesgo de delatarme yo mismo ante todos. No quería perder mi vida, quería seguir siendo el mismo ser que no perdía la racionalidad por unas cuantas feromonas, y la verdad también me daba miedo pues sabía que un alfa fácilmente podía someter a un omega sin su consentimiento y esa idea era simplemente aterradora, el acoso, la perdida de racionalidad por un celo o feromonas, la posibilidad de embarazarse, eran tantas cosas malas las que venían con ser un omega que por eso seguía teniendo esperanza de que mi médico se hubiera equivocado, que lo que me pasó no haya sido un celo y simplemente haya estado enfermo, que no me haya transformado en un omega.

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