La casta

Al día siguiente desperté como si hubiera estado bebiendo toda la noche anterior, desperté desnudo y con resaca, aunque lo bueno es que me sentía mucho mejor, sólo era un poco de mareo y deshidratación pero estaba bien, así que me fui a duchar con agua bien fría para despertar y bajar la calentura de la noche anterior.

Ese día no tenía mucho ánimo para elegir ropa, aunque no es como que tuviera ropa muy variada, casi toda mi ropa era negra o gris, con suerte habían algunas prendas blancas, así que agarré una de mis muchas camisetas negras y uno de mis muchos pantalones negros y me los puse.

Ese día ya que había decidido ir al médico, faltaría a clases lo cual daba un poco igual. Fue un martirio la ida a la clínica, no sólo porque les había mentido a mis padres y hermana diciéndoles que me sentía bien e iría a clases, sino que por el hecho de que en el transporte público mis náuseas empeoraron, pero al final logré llegar a la clínica sano, salvo y sin vomitarle a nadie encima, y aunque tuve que esperar unos minutos, me atendieron bastante rápido.

Me hicieron distintos exámenes y me hicieron distintas preguntas sobre mis síntomas y malestares, para al final tener que esperar unas dos horas por los resultados, dos horas que parecieron eternas. Mientras estaba en la sala de espera llamaron a mi nombre así que fui nuevamente con el médico, me sentía un poco nervioso, muy nervioso en realidad aunque por fuera me viera sereno.

-Bueno Einar, ya tenemos los resultados.- Dijo el médico sin mirarme por estar mirando los papeles donde estaban los resultados de mis exámenes.

-¿Sí?¿Y qué tengo?- Una sonrisa nerviosa se formó en mi rostro.

-Nada, estás sano, completamente sano, simplemente estás experimentando el celo, nada anormal.- Mencionó el médico con tranquilidad.

-¿Celo?¿Eso también le pasa a los betas?- Dije incrédulo, como si me hubieran contado un mal chiste.

-No, a los betas no les sucede, a ti te sucede porque eres un omega.- El médico parecía confundido y sorprendido de que le hubiera dicho que era un beta, tal vez pensó algo como que hoy en día es imposible que uno no sepa su casta desde niño.

-¿Un omega? No, debe ser un error, no soy un omega, soy un beta, mis padres son betas, mi hermana melliza es beta.- Dije poniéndome de puntitas para poder ver qué decían los papeles, la curiosidad de verdad me estaba matando.

-¿Te hicieron el exámen para saber tu casta?- El doctor me entregó los papeles, alzando una ceja.

-Sí, cuando era pequeño, y como le digo, el resultado es que soy beta.- Tome los papeles y releí una y otra vez la parte en donde decía que era un omega.

-Bueno ese exámen pudo haber estado equivocado, aunque existe también otra posibilidad.- Comentó el médico, echándose hacia atrás en su silla para comenzar a explicarme.

-¿Cuál?- Le miré esperanzado de que dijera que en realidad yo sí era un beta.

-Es poco probable ya que los alfas dominantes son muy poco comunes pero si usted era un beta y estuvo expuesto a las feromonas de un alfa así, es posible que este experimentando un cambio de casta o manifestación tardía de su casta.- Asintió seguro de sus palabras.

-¿Dice que me estoy transformando en un omega?- Fruncí el ceño y apreté mis labios, no podía creer lo que estaba escuchando.

-Bueno, más bien ya es un omega.- Aclaró señalando la parte de la hoja que decía claramente "omega", claro que lo era, ya había leído esa parte de la hoja mil veces.

-Pero si no he conocido a ningún alfa dom...- Ahí recordé que él último alfa que conocí fue Lucas, no tenía idea que él era un alfa dominante pero no me sorprendía para nada y ahora todo comenzaba a tener sentido. -Pero mi hermana ha estado expuesta también a este alfa dominante incluso más que yo, y ella sigue siendo beta.- Agregué no muy convencido de lo que el médico me estaba explicando, de verdad parecía un muy mal chiste.

-Bueno, como le digo, los cambios de casta son extremadamente raros, sobretodo en betas, aun más que los propios alfas dominantes, o sea, no por estar expuesto a un alfa dominante se experimentara necesariamente un cambio de género.- Me miró con seriedad esperando que le entendiera, parecía que no creía que tuviera la capacidad mental para entenderle.

-Entiendo...- Dije resignado, ahora que todo tenía sentido, no podía estar más decepcionado de la realidad, quería que me tragara la tierra porque entendí que todos esos aromas extraños que había estado sintiendo desde ayer eran feromonas, de sólo pensar eso me dio mucho asco, no podía creer que los alfas y omegas tenían que vivir oliendo mierda ajena toda su vida.

-Le recetaré unos medicamentos para que pueda controlar su celo y feromonas de ahora en adelante, aunque no es certero que funcionen al cien por ciento, iremos probando distintos medicamentos para que no tenga complicaciones con su celo, podría tardar de uno a dos meses en encontrar un medicamento adecuado para usted que funcione en su totalidad y mientras está en este proceso le recomiendo que tome anticonceptivos.- Dijo mientras escribía la receta médica para finalmente entregármela.

-Gracias, yo... debo irme.- Tomé con rapidez la receta y los papeles con los resultados de los exámenes y me largué de ahí.

Salí de la clínica y no sabía a dónde ir, así que me detuve un momento, respiré y analicé mi situación, y mi situación era pésima, debía ocultar a toda costa que me había vuelto un omega, debía fingir a toda costa que seguía viviendo mi tranquila vida de beta al cual no le afectan las estúpidas feromonas, exacto, yo no era un omega, solo era un simple beta al cual se le habían complicado un poco las cosas e intentaba adaptarse a la situación.

Luego de esa meditación en mitad de la calle lo decidí, primera parada, la farmacia.

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