Capítulo Veinte

Rose, estaba muy mareada la pelea llevaba cinco asaltos y no encontraba la forma de dominar a su oponente. La sangre que caía sobre su ojo derecho no la dejaba ver con claridad. Tenía que resistir la mujer que tenía enfrente ya estaba cansada, aunque era rápida y le había propinado varios golpes era evidente que la resistencia no era su fuerte.

Tocó la campana.

La muchacha llegó como pudo hasta su esquina. Se sentó en el banquillo rápidamente, sus hermanos y padre se acercaron. Su hermano Tiago le secó el sudor y le dio a beber agua. Mientras su padre intentaba detener la hemorragia de su ceja derecha colocando con un hisopo una mezcla de cloruro de adrenalina y vaselina, para mantener las venas y capilares sanguíneos constreñidos y que los golpes se deslizaran sobre la herida.

_ ¿Estás bien, cariño? - le dijo su padre.

_ Sí, estoy bien.

_ ¿Cuántos dedos ves?

_ Ocho - se rio.

_ Todavía puedes reírte, eso quiere decir que estás bien.

_ Rose, aguanta un poco más. La mujer está cansada - le habló su hermano Lían - Esquívala todo lo que puedas, sorpréndela y ataca de forma frontal.

La muchacha asintió

_ Ya casi la tienes campeona - la muchacha se paró, la nalgueó y la campana sonó una vez más.

Franco estaba que se moría de los nervios. Pero lo único que podía hacer era mirar desde las gradas. Con cada golpe que le daban a Rose, sentía que su corazón se le caía al piso.

La muchacha se movía de un lado al otro, esquivo todos los golpes que pudo y acertó otros cuántos, en un momento su contrincante bajo la guardia y le aplicó una derecha recta que la hizo trastabillar, la mujer tiró un golpe. Ella lo detuvo con su antebrazo y acertó múltiples golpes laterales. La mujer tiró un gancho izquierdo de abajo hacia arriba, Rose lo esquivó y la noqueó con una patada frontal alta justo en la cabeza.

La multitud enloqueció. Su padre y sus hermanos subieron al ring y levantaron sus brazos como la campeona que era.

Los chicos bajaron a celebrar con ella.

_ Amor, estuviste genial - dijo Franco mientras la abrazaba.

_ Amiga, casi me matas de miedo nunca nadie te había hecho una herida así.

_ Sí, era muy buena. Por un momento pensé que no podría lograrlo.

_ Felicitaciones Rose, estuviste genial - dijo Daniel.

_ Muchas gracias. A los tres, pero tú todavía no estás recuperado¿Qué haces aquí?

_ Dijiste que querías que estuviera aquí, por eso vine - le dio un beso rápido.

_ Muchas gracias. - le devolvió el beso.

Rose le pidió permiso a su padre para quedarse con los chicos en la habitación del hotel que ellos habían rentado. Solo por esa noche.

Este se lo permitió, no si antes recordarle que debía descansar. La joven asintió feliz y fue con los chicos a su cuarto.

_ Mira como estás, amiga - Laura la abrazó.

_ Me siento bien, no es nada no te preocupes.

_ No puedo creer lo genial que eres - le dijo Daniel - todo este tiempo pudiste darnos una paliza a todos, cuando te molestábamos ¿Por qué nunca lo hiciste?

La chica sonrió

_ No funciona así. El kickboxing es una clase de arte marcial mixta y al igual que otras artes marciales tradicionales nos ayuda a desarrollar no solo habilidades físicas sino que también nos ayuda a desarrollar autocontrol y respeto y otras cosas.

_ Imagínate que golpeara a todos los que la molestan. No quedaría nadie en la escuela - dijo Laura y todos rieron.

Los chicos siguieron hablando de lo genial que había sido todo. Franco la miró y vio que se había quedado dormida. Se acostó junto a ella y se quedó dormido viéndola.

...****************...

Al día siguiente, Rose abrió los ojos y vio a Franco durmiendo a su lado. Sostenía su mano junto a su pecho. Ella le acarició la cara. Se levantó con mucho cuidado, miró hacia el balcón y los vio a Laura y Daniel desayunando y charlando. Fue al baño y se miró al espejo.

_ Sí que estás fea hoy, Rose - se dijo así misma. El ojo derecho lo tenía inyectado de sangre y un poco inflamado.

_ No amaneció tan hinchado - le dijo Laurita, desde atrás - me pasé toda la noche poniéndote hielo.

_ Gracias amiga - se abrazaron.

_ Te dejaré asearte. Te esperamos para desayunar.

_ Está bien, ya voy.

Cuando salió del baño se acercó a Franco y tocó su cabeza para cerciorarse de que no tuviera fiebre. Fue al balcón.

_ Buenos días, Dani.

_ Buenos días, Rose ¿Cómo te sientes?

_ La verdad, bastante bien. Me duele un poco esta parte - señaló la parte de su ojo derecho - Pero estoy muy bien.

_ Llamó Lían. Me pidió que le enviase una foto tuya. Le envié una de ti durmiendo junto a Franco - rio divertida - casi se muere. Me dijo de todo, pero tu papá le saco el teléfono y dijo que los encontremos. En su hotel al mediodía.

_ ¿Por qué hiciste eso? Sabes como se pone.

_ Es que me gusta cuando se enoja, se ve lindo.

_ Tú y tus gustos raros.

En eso Franco se acercaba a ellos. Venía todavía medio dormido y con el cabello más revuelto que lo normal. Le dio un beso en la cabeza a Rose y se sentó junto a Daniel.

_ Que bueno que te despertaste. Justo comenzaron a tener una conversación de chicas. Y no quería oírlas.

Laura le arrojó una nuez.

Cuando se sentó recién pudo ver el rostro de Rose.

_ Uh, que mal se ve eso, amor. Pareces Rocky Balboa, después de la pelea con el ruso.

Daniel y Laura se carcajearon, quiso reír, pero sintió dolor y oprimió la zona.

_ Qué malo eres - lo pellizcó en el brazo.

_ Iba a invitarte a salir, pero con esa cara mejor nos quedamos aquí - la chica ya lo estaba mirando feo - solo bromeo, Amor - se acercó y le dio un beso. En eso, tocaron el timbre y Laura fue a abrir. Era Lían que entró sin pedir permiso.

_ ¡Ey que están haciendo! - les gritó acercándose a ellos. Franco se apartó rápidamente.

_ No hicimos nada malo. Solo me dio un beso de buenos días - aclaró Rose.

Lanzó una mirada aterradora sobre Franco, luego miró a Daniel y este se encogió en su silla.

_ Vine a buscarte.

_ Papá dijo que nos esperaban al mediodía.

_ Vine a buscarte para ir a ver a un médico. Esta vez te golpearon mucho. Quiero asegurarme de que estés bien.

Su hermana lo miró con exasperación. Iba a decirle que no, pero Franco le habló.

_ Tu hermano tiene razón, no estaría de más que te viera un médico.

_ Sí, Rose. Ve con Lían nosotros te alcanzaremos como quedamos con tu padre - agregó Laurita.

Al ver que todos parecían estar de acuerdo con que vaya al médico. La muchacha asintió, no muy convencida.

_ Espérame aquí. Voy a ponerme los zapatos - Lían había suavizado su mirada.

_ Gracias - dijo mirando a ambos chicos. Prontamente, la muchacha salió a su encuentro y se marcharon.

Luego de un momento de silencio, Daniel habló.

_ Pensé que iba a matarte - dijo mirando a Franco.

_ Yo, también.

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