Capítulo Ocho

_ Sí la miras con detenimiento, Laura no es fea - dijo Daniel - tiene su encanto.

Franco asintió con la mirada fija en las muchachas que se divertían sin darse cuenta, de que ellos las observaban.

_ Rose tampoco lo es - dijo Franco casi sin darse cuenta.

_ No, pero es gorda.

_ Tampoco es tan gorda, está rellenita Pero a mí no me parece que sea gorda.

Su amigo se quedó viéndolo, él no dejaba de mirarla.

_ ¿Te gusta Rose? - le preguntó mirándolo de cerca. El chico no respondió, esquivó su mirada - Sí, te gusta.

Hizo un gesto, estaba por reír. Pero luego borró la sonrisa de su cara. Daniel era su amigo si no podía ser sincero con él, entonces no era su amigo.

_ Sí me gusta, me gusta mucho.

Su amigo se quedó impactado con su respuesta.

_ No te enojes, pero puedo preguntar ¿Por qué?

_ Porque es hermosa, valiente, decidida, es original. No le da miedo ser ella misma. Puede ser ruda y salvaje, capaz de romperle la cara a cinco tipos a la vez. Pero también es delicada y suave. Y no imagino cuantas otras virtudes tendrá.

_ ¿Ya se lo dijiste?

_ No, aún no. No se ha dado la oportunidad.

_ Entonces, será mejor que no lo hagas. Te das cuenta, de como te verán los demás, si sales con la gorda de la escuela. Te convertirás en el hazme reír

_ ¿Lo ves? Ese es mi maldito problema, que pienso la misma mierda que tú. Somos unos estúpidos y unos cobardes. Nos preocupa más lo que los demás piensen, por sobre lo que nosotros queremos.

_ A mí no me metas en tu rollo, amigo. Yo solo te estoy diciendo como serán las cosas.

Franco se acercó más a él y habló casi susurrando.

_ Y ¿Qué hay de Laura? ¿Por qué no le dices que te gusta? Te gusta desde el cuarto grado ¿No es así?

Esa afirmación lo tomó desprevenido, se sorprendió.

_ ¿Qué dices? - rio nervioso - A mí no me gusta. Solo dije que no era fea.

_ No tienes que mentir conmigo. Sé que te sigue gustando, te he visto mirarla a escondidas. Pero estás tan asustado como yo de lo que los demás piensen, que prefieres guardarte tus sentimientos.

El chico bajó la mirada. Su amigo tenía razón, Laurita fue su primer amor y siguió siéndolo durante todos estos años. Era la chica más dulce y tierna que él había conocido. Pero era de procedencia humilde, estaba en ese lugar por una beca y para colmo de males a los ojos de los demás ella era fea.

_ ¿Y qué propones? ¿Qué cometamos una especie de suicidio social? - dijo en tono amargo.

_ No lo sé. No sé qué hacer, ni que pensar. Pero sé que no me gusta burlarme de ellas, ni reírme de las bromas de los demás.

Ambos jóvenes se quedaron callados y con el semblante apagado. Justo en ese momento Cristian, Vanessa y otros tres chicos llegaron junto a ellos.

_ ¡¿Qué se traen, ustedes dos?! - dijo Cris sorprendiéndolos a los dos, mientras los agarraba por el cuello. Los chicos rieron algo nerviosos.

_ Nada íbamos a jugar un rato - respondió Franco.

_ Mira Cris - Vanessa le señaló a las chicas - la gorda y la cuatro ojos están ahí.

_ Vamos a divertirnos un rato - dijo dirigiéndose hacia donde estaban las chicas. Vanessa sonrió satisfecha por la actitud de Cris.

Rose y Laura los vieron acercarse. Las muchachas rápidamente, dejaron de hacer lo que estaban haciendo. Y se dispusieron a irse.

_ ¿Por qué tan apuradas, chicas? No quiero creer, que se están yendo porque llegamos nosotros.

_ Pues, acertaste. Vámonos Laura. El aire de pronto, se siente viciado.

Vannesa se interpuso en su camino.

_ ¡Vaya! ¿Pero quién te crees para referirte a nosotros de esa forma? ¡Gorda idiota! - le dijo con claro ánimos de ofenderla y empezar una pelea.

En ese momento, casi por instinto y sin siquiera darse cuenta. Franco interfirió.

_ Vanessa ya es suficiente. Ellas ya se iban, no tenemos por qué hacer esto.

La joven lo vio con una expresión de furia e indignación en el rostro. Los demás jóvenes se quedaron atónitos por la reacción de él. A Franco, en ese momento, no le importó nada. Estaba harto de ver como la insultaban. Miró a Rose que lo miraba casi tan sorprendida como los demás. La joven entendió la mirada, tomó a Laura de la mano y salieron velozmente del lugar.

_ ¡¿Qué mierdas te pasa Franco?! - lo increpó Cris - Ahora te pones del lado de esa cerda.

_ El dueño de este lugar es amigo de mi papá, traen el uniforme deportivo del colegio ¿Crees que no le irá con el cuento?

El joven se miró a sí mismo y se dio cuenta de que tenía razón. Todos se calmaron, incluso Vanessa.

La joven inmediatamente se colgó de su hombro.

_ Franco, bebé. Me asustaste, pensé que quisiste defenderla. Solo lo hiciste por nosotros - lo besó en los labios. Él cruzó miradas con Daniel y este solo agachó la cabeza.

Las jovencitas no dijeron una palabra durante el viaje en bici desde el bowling hasta la casa de Rose. Cuando llegaron fueron a su cuarto. Dejaron las mochilas sobre la cama, se miraron y se tomaron de las manos.

Ambas pegaron un grito algo histérico y risueño a la vez.

_ ¿Viste la cara de Franco? Cuando dijo "Vanessa ya es suficiente" - hizo la voz más gruesa, imitando la del chico.

_ ¿Y la cara de Vanessa? - dijo Rose, emitió una carcajada - Parecía que iba a explotar de rabia.

_ ¿Por qué crees que te defendió? ¿Crees que le gustes?

_ No que va, es porque está agradecido. Te lo conté. Que me buscó para agradecerme haberlo salvado la otra noche.

_ Para mí que hay otra cosa - la chica sonrió pícara y le dio un codazo suave.

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