Capítulo Diecisiete

Dos días después, de aquella charla casi despedido ente Naomi y Rodrigo. Este la llevó a su mansión su hijo y Estela vendrían allí.

_ ¿Estás segura de que estarás bien?

_ Sí, no te preocupes. Llegarán en cualquier momento. Estela dijo que me llamaría ni bien bajara del avión - estiró la mano y se encontró con su pecho - Tranquilo ve a trabajar.

El hombre tomó su mano por un momento, mientras guardaba silencio. Besó sus dedos.

_ Quiero que sepas - hizo una pausa - que lo dije sobre mis sentimientos por ti, fue cierto. Tal vez lo nuestro no se dé. Pero no te mentí cuando dije que te amaba.

La mujer sintió pesado su corazón, podía sentir que era cierto lo que le decía. Pero también podía notar que había algo, que no lo dejaba permitirse amarla.

_ Podemos ser amigos, hasta que los dos estemos seguros. No quiero que te alejes de mí.

_ Claro que sí, la abrazó - su voz se sentía cada vez más temblorosa - yo tampoco quiero alejarme de ti.

La apretó con fuerza contra su cuerpo. Ella levantó el rostro hacia él, cuánto anhelaba ver su cara, sus ojos, lo acarició.

_ ¿Me das un beso como souvenirs? - le pidió ella. Él sonrió cerró los ojos y la besó. Se apartó abruptamente. Creyó que Naomi no se dio cuenta, pero una lágrima cayó justo sobre su mejilla.

_ Te llamaré en la noche. Hasta pronto Naomi.

Se marchó rápidamente.

Dos horas después, Estela y Pablo llegaban a la casa acompañados de Anselmo.

_ ¡Mamita! ¡Mamita! - gritó el niño corriendo hacia sus brazos.

_ ¡Mi bebé¡¡Mi corazón, te extrañé tanto! - lo abrazó y besó por todos lados.

_ Te extrañé tanto, mamita. Te amo mucho - la volvió a abrazar. Anselmo sintió una punzada en el corazón.

_ Te quedarás con tu madre - miró a Naomi, llamó su atención lo radiante que se veía - Vendré a buscarlo en tres días. Te ves mucho mejor - le dijo mirándola de arriba a abajo.

La mujer solo asintió.

Una vez que Anselmo se marchó Naomi y Estela, comenzaron a prepararse para encontrarse con el comprador.

_ ¿De verdad, venderemos la casa mami?

_ Así, es mi amor. Compraremos algo más pequeño, pero te prometo que tendrá un lindo patio.

_ Sííí - dijo el niño con los brazos en alto - Papá vive en mansión cerca de la playa, pero su patio no es divertido. Tiene esculturas y una piscina donde no me dejan meterme.

_ En nuestra nueva casa también habrá una piscina, pequeña. Pero la tendrás y con juegos que Julio, me prometió instalar.

_ Sííí, yupiiii - el niño estaba super emocionado.

_ Pero de esto ni una palabra a papá, hasta que ya tengamos la nueva casa ¿Entiendes cariño?

El muchachito asintió con mucha alegría.

Afortunadamente, no hubo ningún problema con el comprador. El hombre quedó encantado con la propiedad. Inmediatamente, se dirigieron al escribano y cerraron el trato.

Luego salieron en busca de una propiedad.

Visitaron varias propiedades. Ya casi se daban por vencidas, pero el último propietario les indico muy amablemente, un lugar que estaba en venta en el lado sur del barrio. Les dijo que era de un primo suyo y que tal vez se ajustaría mejor a sus necesidades.

_ Cariño estás segura de que quieres comprar una casa por esta zona - comentó Estela mientras miraba por la ventanilla.

_ ¿Por qué, te parece un mal lugar? ¿No se ve seguro?

_ No, es solo que está lleno de negocios y es algo ruidoso. Y está bastante lejos de la zona a la que estás acostumbrada.

_ Entiendo, pero recuerda que ya no soy una mujer con dinero. Además, Julio me dijo que esté es un buen lugar para poner un negocio, porque es visitado por muchos turistas.

_ A mí me encanta, Mamá. Es muy colorido

_ Ves, Pablo ya dijo que le gustaba - la mujer asintió sonriendo.

_ Está bien, ya ganaron.

Cuando llegaron al lugar, Naomi le pidió a Estela que se lo describiera.

_ Es un edificio de dos plantas, al parecer la parte de abajo era un negocio tiene un escaparate y rejas que lo cubren. Se ve bastante descuidado, la fachada es un desastre. Ahí está el hombre, cariño. Acerquémonos.

_ Buenas tardes, señor. Su primo le habló hace un momento, vinimos a ver la propiedad.

El hombre era muy amable de mediana edad, pero evidentemente la obesidad había hecho estragos con él. Se notaba por su caminar dificultoso y respiración excesivamente agitada. Les mostró la planta baja.

_ Señor Alonso, ¿La propiedad tiene patio?

_ Sí, está un poco descuidado, pero es bastante grande y está completamente amurallado.

Salieron a verlo.

_ Es un desastre - dijo Estela, largando un suspiro - Pero tiene potencial es bastante grande.

_ Cabe una piscina, mamá - dijo Pablo asegurándose de que lo recordara. Su madre sonrió.

_ ¿Podemos ver la planta de arriba?

_ ¿Podrían subir ustedes solos? Es que me cuesta hacerlo.

Subieron a ver el piso.

_ ¿Qué tal está?

_ ¿De verdad, quieres que te conteste?

_ Es horrible mamá, pero tiene mucho potencial, igual que el patio - resolvió Pablo en tono alegre.

Bajaron a hablar con el hombre que los esperaba junto a las escaleras.

_ ¿Por qué quiere vender, señor? Y por favor, sea sincero. Tenga en cuenta que mi nieto y - hizo una pequeña pausa y miró a Naomi - mi hija, que está ciega vivirán aquí.

_ No es por nada malo, señora. Sé que la casa se ve descuidada. Pero las tuberías y las instalaciones eléctricas son casi nuevas. El barrio no es peligroso, pasan cosas como en todos lados. Esta era mi casa cuando estaba casado, pero mi esposa me dejó hace dos años y yo me fui a vivir con mi madre a una cuadra de aquí. Y como verá no puedo caminar bien y tampoco tengo ganas de ocuparme de ella.

_ Sí nos hace una rebaja se la compramos ya mismo - dijo Naomi tremendamente entusiasmada.

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