Capitulo 10

Nahir:

(Escuchen- In the Heart, Girl Named Tom)

Respiré profundamente caminando hacia adentro de la casa, empujé la puerta con mi cuerpo, estaba la enfermera asistente.

Enfermera: Nahir. ¿Muy temprano no?

Nahir: si, quería ver si hoy si me reconoce.

Enfermera: Ven deja tus cosas aquí, ya se ha levantado.

Me acerqué dejando mis cosas detrás de su mostrador. Me saludó de beso mirándome fijamente.

Enfermera: ¿Has estado llorando?

Nahir: No.

Enfermera: ¿quieres hablarlo?

Nahir: No. Solo quiero ver a mi padre.

Ella asintió con la cabeza, me hizo señal para seguirla, mi corazón estaba tan dolido por todo lo sucedido, tanto que no tenía palabras para hablar con nadie, ni con las personas que sabía que me pudieran escuchar, aunque no deseaba contar como un hombre creía que podía tener el poder sobre las demás personas, tratando como se venga en gana.

La enfermera abrió la puerta de la habitación de mi padre, estaba sentado frente a la ventana, era un día demasiado nublado, tanto que hasta podía ver como la ligera llovizna empezaba humedecer las ventanas. Apretó mi hombro dejándome a solas con él. Levanté mi mirada hacia el reloj viendo que eran las 5: 50 de la mañana, el doctor en cualquier momento pudiera ver a su visita de la mañana.

Cerré la puerta mirándolo, mis lágrimas empezaron a caer, mi padre tenía alzhéimer junto con el Parkinson, todo su mal era después de la muerte de mi madre que cayó en una severa depresión, tanto que por momento siendo lapsos muy cortos habían días y malos que lograba reconocerme, por eso no me importaba la hora que fuera trataba de estar siempre a su lado. Me acerqué poniéndome de cuclillas, me acomodé sentándome sobre mis piernas, Lo tomé de la mano viendo como tenía los síntomas de temblores en las manos, acerqué mi rostro en su mano dejando caer mis lagrimas. Pareciera como ni existiera en este momento, solo con sentir su calor que muy pocas veces podía disfrutar. Hoy pintaba que no era de esos días.

En mi mente solo estaba aquellos instantes cuando nuestras conversaciones eran interminables, las risas y los momentos donde la vida pintaba mucho mejor estando en nuestro pequeño departamento. No me importaba si tenía que cuidarlo, pero siempre podía llegar a la casa y verlo sentado frente a la puerta esperando mi llegada.

El pobre ya ni podía casi articular palabra. Le daba mucho trabajo, pero siempre llevaba en mi mente sus ultimas palabras que me dijo al reconocerme cuando su enfermedad empezó a empeorar: “Recuerda hija que quien te levante su mano para destruirte se topará con la mía para protegerte”. Como me gustaría que hoy hubiera sido ese día, evitarme el encuentro nada agradable con ese hombre, que sin deberla ni temerla ya estaba más que sentenciada como su enemiga.

Aparté mi rostro de su mano, lo miraba sin dejar que mis lagrimas siguieran cayendo, era tan intenso mi dolor de verlo que ya no se podía ni defender. Me puse de pie dejando su mano sobre su pierna, su temblor se hacía presente, acerqué una silla quedando frente a él sin quitarle la visión de la vista que tenía. Corrí un poco más las cortinas, viendo como ya estaba muy mojado el piso.

Padre: eres… la enfermera.

Sonreí dejando caer otras lagrimas, me senté pasando mis dedos por su mejilla.

Nahir: tu hija, Nahir.

Padre: Na.. Nahir, es una bebé.

Cerré mis ojos, volviéndolos abrir… Mi padre lucha cada día para que su movilidad, sus fuerzas y sus ganas no se vean afectadas con el paso de los días y su cabeza no nos abandone. Al principio, cuando empezó todo, no encontrába explicación, ni sabía por dónde tirar para ayudarle. Nos llegó como una losa que no sabía mover para ver la luz, porque las personas no estamos preparadas para encajar cuando llega las cosas de manera inesperada. Pero hemos tenido un gran apoyo de amigos, médicos y de la asociación y enseguida me hice con ello y Cicci le habilitó la casa para que estuviera cómodo y feliz. El nudo de mi garganta al verlo de esta manera se iba desatando cada vez más.

No oculto que hay momentos de desesperación y que a veces faltan las fuerzas, pero sigo adelante para que él tenga la mejor calidad de vida posible. "Recuerdo cuando era pequeña que rezaba para que mis padres no me faltaran nunca, y sigo haciéndolo, aunque mi madre se adelantó, ahora me queda mi padre, pero ahora rezo con más fuerza porque quiero que esté conmigo siempre y no quiero que se acerque el final. Quiero seguir hablando aunque no me escuche del todo, contando con él cada día, comiendo, cenando, riendo (quien me conoce sabe que siempre estoy con él contra viento y marea). Quiero parar esta enfermedad tan maldita que golpea sin piedad y de manera descarada contra los enfermos y familias. Deseo con todas mis fuerzas que frene, que se estabilice, que no avance, pero el tiempo corre como arena entre mis manos y es un dolor desgarrador".

He tardado mucho en quedarme callada cuando solo mi amiga Dalila y Ciccio lo saben, pero llegará el momento: "Hoy es la primera vez en 6 años que hablo de esta enfermedad tan dura y que me va quitando poco a poco a mi padre, pero que gracias a mi madre desde el cielo que me mantiene con la fuerza necesaria, mis amigos, los médicos, y la asociación (como esta), nos sentimos muy acompañados y desde aquí no hay día que no se los agradezca. Gracias de corazón a todas las personas que he conocido en este lugar y lo cuidan con mucha entrega, lo tratan con cariño y nos ayudan. Tengo suerte porque no son pocos, son muchos y así sentimos su calor".

"Mi padre tiene Párkinson. Y sí, a pesar de todo sigue luchando, sigue siendo valiente y un león. Y lo más importante, mi héroe. Y siempre lo será".

Reposé mi cabeza en su hombro, sentía que el sueño pudiera vencerme en cualquier momento, no me importaba, solo quería descansar a su lado y que no me separaran de él. Menos en este momento que mi vida se iba desmoronando poco a poco.

Cerré mis ojos pero escuché que la puerta se abrió, me levanté del regazo de mi padre mirando hacia la entrada. Me levanté de inmediato viendo al doctor con una sonrisa de verme con mi padre.

Doctor: buen día Nahir, pensé que estarías en casa descansando.

Nahir: Se me hizo tarde de salir al trabajo. Preferí venir. ¿Cómo está?

El doctor me miró, cada que lo veía y tenía la oportunidad de hablar con él las preguntas y las respuestas eran las mismas, soltó un gran respiro, pero él sabía que cualquier cosa aunque sea la misma la quería escuchar.

Doctor: Nahir, tu padre no va a mejorar. Cada vez, su enfermedad se muestra más agresiva.

Lo miré tragando saliva. Mea cerqué al doctor, pero mis ojos se llenaron de lagrimas, sonreí.

Nahir: Pensé en hablarle de mi situación, por que no creo poder seguir manteniéndolo aquí.

Doctor: ¿Por qué? Eres una joven que cumple perfectamente con los requisitos para tener a tu padre en este centro de asistencia, cubres las cuotas, pronto te vas a titular. ¿Qué sucede? Tu padre necesita nuestra atención.

Pasé mi mirada hacia mi padre, que más quería que dejarlo en este lugar pero ya no me iba ser posible.

Nahir: Me despidieron de mi trabajo.

El doctor me miró sin lograr encontrar que hubiera algún motivo. Dio un paso hacia mí, me tomó de la barbilla haciendo que lo mirara.

Doctor: Eres una chica capaz, hay muchos empleos allí fuera.

Nahir: No lo dudo, pero la mayoría pertenecen a ese hombre llamado Santino Carlango algo así.

Doctor: ¿Santino Carlucci? ¿en que estas metida Nahir?

Nahir: Trabajaba en el restaurante y todo se complicó, le juro que no tuve nada que ver, pero no soy aceptada y sé que me cerraran las puertas de muchos lugares. Todo por ser rusa.

El doctor cerró sus ojos, al parecer Dalila no era la única que sabía lo de la enemistad de ese hombre con los demás que pudieran poner trabajas a mi camino.

Doctor: no sé que decirte Nahir, pero tu padre en verdad necesita los medicamentos y la atención que tú ya no le puedes dar. Tengo entendido que ya en un par de meses logras tu titulación. Quizá será un empezar a un giro diferente.

Nahir: Pero donde… ¿Dónde?

Doctor: Hay muchos otros lugares. No solo Santino Carlucci tiene negocios, hay muchos más.

Asentí con la cabeza, sonreí después de todo no podía ser egoísta con mi padre, si era necesario de doblar más turnos lo haría, pero tendría que ser de ya antes de dejar a mi padre sin la atención requerida.

Nahir: debo irme. Vendré en rato, solo… necesito descansar.

Doctor: Esperemos que cuando vengas pueda verte tu padre. Ha tenido lapsos muy cortos preguntando por ti. Sería bueno que te reconociera para decirte que eres una hija muy valiosa y de lo orgulloso que se siente por ti…

Nahir: Gracias Doctor, sé que mi padre siempre va estar orgulloso de mi, soy su princesa.

Tomé mi bolso, el doctor tendría que hacer su rutina y revisión, abrí la puerta saliendo, enseguida entraron los enfermeros que trabajaban con él. Caminé hacia el mostrador donde había dejado mis cosas.

Enfermera: Regresarás más tarde.

Nahir: si. Quiero estar pendiente de mi padre.

Enfermera: Te espero para ponernos al día.

Sonreí asintiendo con la cabeza, me pasó mi cajita, saliendo del lugar, ahora estaba por venir lo mejor, estar en casa y depurar las cosas que pudiera ya no necesitar, así si fuera necesario en ponerlas en venta lo tendría que hacer, pero mi padre no se iba a quedar si su atención necesaria. Levanté mi mano hacia un taxi. Me subí acomodándome en el asiento, le di indicaciones al taxista para ir hacia donde vivo.

Mientras tanto:

- ¿Qué hace en un hospital de asistencia?.

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Nahir

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