Capitulo 15: Debes confiar en mi, como yo confiaré en ti.

—¿Qué es lo que estás diciendo, Michel? —pregunta Annie preocupada, sabe que ha llegado el momento, debe idear un plan para sacar con vida al presidente, luego irá por su madre y Marcus y escaparan a donde sea, si es necesario los llevará a la ciudad —No quiero ser cómplice de un asesinato, esto no era parte del plan.

—Lo se, Annie. Lo sé. Pero no tenemos otra opción, es el presidente o nosotros —exclama, aterrado—además... No seremos cómplices, solo debemos dormirlo con una droga y ellos vendrán por él.

—¡Estás loco, Michel! Un secuestro y un asesinato son cosas muy distintas—Annie intenta convencerlo de que no pueden hacerlo, pero se da cuenta de de que es inútil.

—Escucha Annie... ¿Quieres que acaben con la vida de tu madre, ahora que esta funcionando el tratamiento?

—Por supuesto que no, Michel. Pero entiende que no puedo hacerlo.

—¿Qué idea mejor tienes entonces? —pregunta Michel, desesperado —yo tampoco quiero deshacerme de él, pero no se me ocurre nada que pueda hacer.

—Déjame a mi, hablaré con él, es más inteligente que nosotros, podremos salir de aquí los tres con vida.

—No puedo creerlo, sabes que esta manipulándote y aun así confías en él.

—Se que lo está haciendo y que probablemente no nos ayude, pero no lo dejaré morir, ¿Entiendes? —comenta Annie, con firmeza, como nunca antes.

—¿Tanto lo quieres? —pregunta Michel, decepcionado, toda su vida estuvo enamorado de ella y Annie jamás lo pudo ver más que como un amigo.

—Si, Michel —confiesa Avergonzada.

—¿Sabes que? Has lo que quieras, Annie. Habla con él, huyan juntos. Yo me voy de aquí, moriría de tristeza si te veo pasar tu vida en la cárcel. Sabes que es lo primero que hará una vez que estén fuera de aquí.

—Correré ese riesgo, intentaré huir de él, iré por Marcus y mi madre. Iremos a la ciudad. Allí será más difícil que nos encuentren.

—¡Estás loca! Pero si es lo que quieres no te detendré... Solo queda pedirte perdón por haberte involucrado en esto—Michel esta convencido de que Annie cometerá una locura, terminara en la cárcel por su culpa, aun así, sabe que no podrá hacerla recapacitar, cuando algo se le mete en la cabeza no hay forma de sacárselo y menos si se ha enamorado de ese maldito presidente que solo está usando sus sentimientos para manipularla. Sé acerca a ella, le da un beso en los labios, como forma de despedida y se va de allí, no sin antes dejarle la droga sobre la mesa —Por si llegas a arrepentirte. Solo debes triturarla y ponerla en un vaso con agua.

—No lo haré —comenta Annie.

—Lo se... Eres la mujer más terca y obstinada que he conocido. Espero volver a verte pronto y de verdad lamento haberte involucrado en esto—confiesa con pesar en su voz.

–No tienes que lamentarte, yo decidí que las cosas fueran así.

Horas más tarde, Annie esta preparando el almuerzo para John, pensando como llegar a él y que confíe en ella. Necesita de su ayuda, si él la deja en libertad, ella podrá ir a buscar a su familia e irse muy lejos, es la unica posibilidad de huir de esa gente tan poderosa.

Una vez terminado el almuerzo, Annie coloca los platos en una bandeja y se dirige hacia la habitación del presidente. Seguramente seguirá enojado y estará esperando a Michel, sin embargo, se sorprenderá cuando sea ella misma la que entre por la puerta.

Cuando ingresa a la habitación puede ver que el está despierto, perdido en sus pensamientos, por lo que no se da cuenta de que es ella la que entra con la bandeja de comida. Al acercarse un poco más para dejársela sobre la mesa, John se percata de su presencia y le clava la mirada con sentimientos encontrados, una mezcla entre sorpresa y furia.

—Te dije que no quería volver a verte —manifiesta, un poco más tranquilo que la noche anterior —deja la comida y lárgate.

—John yo... Necesito hablar contigo —Annie intenta hablar, pero el no se lo permite.

—Quiero que te largues ¿No lo entiendes? Odio ver tu cara de mosca muerta, que no rompe un plato, eres peor que todos ellos —acota furioso.

—Escúchame John, por favor —la insistencia de Annie hace que vuelva a enojarse, se levante de la cama, la tome del brazo, abre la puerta y la arroje hacia afuera de la habitación. No quiere volver a verla, maldita sea, con solo ser consciente de su presencia su cuerpo y su mente lo traicionan. Aún no puede olvidarse de ese beso, un beso tan increíble, como ningún otro—¡Por favor John! ¡Necesito que hablemos! —grita Annie del otro lado de la puerta, golpeándola con fuerza.

—¡Déjame en paz, no quiero verte! —le contesta John, también gritando, con toda la furia contenida, esa mujer saca lo peor de él.

—¡Ábreme, tienes que escucharme o nos mataran a los dos! —después de esa confesión, John abre los ojos sorprendido, no sabe si puede confiar en ella, pero está desesperada, algo debe haber pasado, porque desde que la conoce, no la había visto en ese estado, ni siquiera después del beso compartido. John se acerca a la puerta, la abre y se aleja para dejarla pasar.

—¿Qué quieres decirme Annie? Solo dilo y lárgate —dice sentándose sobre la cama.

—John... Ha llegado el momento... De huir —el presidente abre los ojos de par en par, más sorprendido y confundido qué nunca, ¿Qué rayos está tramando esta mujer? ¿Puede confiar en ella? ¿Hasta anoche era imposible y ahora quiere huir?

—Explícate, porque me estás volviendo loco. Anoche me dijiste que no estaba en tus manos... Ahora...

—Solo dije que no era el momento.

—Dime ¿ qué ha pasado para que tomes la decisión de liberarme...? —pregunta John sin poder entender nada de lo que esta pasando. Se levanta de la cama y nervioso comienza a caminar por la habitación.

—John... Esa gente... Ordenó matarte —confiesa Annie, con lágrimas en los ojos.

—¿Qué? —manifiesta sobresaltado, no puede creer lo que esta escuchando, entonces esta vez si fue real la amenaza sobre su muerte. Debe convencer a Annie de lo contrario, asustándola—No puedo creer que te prestes para algo como esto... Un secuestro y un asesinato son cosas muy distintas... Soy un presidente Annie, morirás en la cárcel si eso sucede.

—Lo se, John. Por eso estoy aquí, tienes que huir antes de que ellos vengan por ti—exclama, sin poder evitar que las lágrimas sigan saliendo, descontroladas.

—¿Cómo se que esto no es una trampa entre Michel y tú para asesinarme? —confiesa John, más confundido que nunca.

—Michel se ha ido, me ha abandonado. Le dije que no podía formar parte de algo así, como tú lo has dicho, es muy diferente un secuestro a un asesinato y no puedo hacerlo.

—Annie... —realmente puede ver la confusión, el terror y la desesperación en sus ojos.

—Solamente tengo una condición... —exclama Annie.

—Dime ¿Cuál es? —pregunta John mirándola a los ojos. Aunque se imagina cual es...

—Necesito de tu ayuda... Si me dejas ir... No volverás a verme nunca más.

—Annie... ¿De verdad quieres eso?

—Si, John, solo promételo y nos iremos de aquí, con vida —súplica.

—Esta bien, lo prometo...

—¿Cómo se que es verdad y que una vez que estemos afuera no me encerraras en la cárcel?

—Debes confiar en mi, como yo confiaré en ti

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