Capítulo 15. Ubican a Franco.

Ellos se fueron, ya habían pasado tres días de lo sucedido, los periodistas decían qué, ya habían dado con la parte trasera del avión, pero no encontraron a nadie, tal vez los animales de aquel lugar se comieron los cuerpos, mientras tanto Diana seguía con su búsqueda. Ya no solo por Ivana, sino también por su mamá y su tía, ya que su mamá le había dicho que si ese muchacho está con vida tenía que hacer todo lo posible de encontrarlo, y saber de donde sacó ese collar, sucede que el padre de la señora Alice, mando hacer dos collares idénticos, pero con la inicial del nombre de cada una y de su apellido, y resulta que esa medalla es de su hermana, entonces, este muchacho puede ser el niño que tanto buscaban, es por ello que Diana tiene más empeño en encontrarlo. Los días pasaban, Ivana pedía todos los días encontrarlo, hasta que un día doña Alice, le pregunto nuevamente, sobre la medallita a Ivana.

Doña Alice: Ivana, cariño, quiero preguntarte, quién te dio esa medallita.

Ivana: Franco, mamá, al parecer él, lo llevaba en su bolsillo el día que las hermanas de la casa hogar lo encontraron.

Doña Alice: entonces él no tiene padres.

Ivana: no mamá, pero los chicos de la casa hogar son su familia, mamá no pienses por favor que él solo está conmigo por nuestro dinero, no mamá, no es así.

Doña Alice: no, hija, amor quiero contarte, la historia de la tía Marina, sucede que ella tenía un hijo cuándo yo aún estaba soltera, su hijo se llama Nicolás, el papá de Nicolás los dejo a los dos, se fue no se porque motivo sé fue, pero se fue, cuando Nicolás recién había nacido, luego de un tiempo, tu tía conoció a un joven, luego se originó una revuelta, aquel hombre, se la llevo a vivir con él, de allí no supimos nada de ella, por más que la buscamos después de tres años la encontramos nuevamente en un hospital, ella llegó muy malherida, la atropello un camión, estaba muy malherida, del hombre no supimos nada, tampoco de tu primo, tu tía se está recuperando, muy lentamente, aunque aun, sus recuerdos no estaban del todo claro, pero hija ese muchacho puede ser tu primo.

Ivana: no, no mamá, yo lo amo.

Doña Alice: mi niña, si ese muchacho resulta ser tu primo, no puedes amarlo de esa manera, él es como si fuera tu hermano.

Ivana: y que hago con este amor mamá, si duele, duele mucho el no encontrarlo y ahora tendría que aceptar que no puedo amarlo porque es mi primo, no mamá, me pides demasiado.

Doña Alice: mi niña, yo te entiendo, mi amor, que puedo hacer yo, si es la vida quien lo puso en tu camino.

Ivana: mamá, deseo estar sola, por favor, no estoy bien.

Doña Alice: mi amor, no sabes cuanto, me gustaría que en verdad ese muchacho no sea nada de nosotros para que se puedan amar libremente.

Ivana se recostó y sus lágrimas salían y corrían cuál fuese un pequeñito río.

Ivana: Franco amor en donde estás, mi cielo te extraño tanto, quisiera escucharte, necesito escucharte, ¡Franco! Amor, en donde estás, llévame junto a ti mi vida.

Ya habían pasado 4 días desde la desaparición de los doce pasajeros, los rescatistas se estaban dando por vencido, Diana no, se rendía ni pensaba en hacerlo, doña Alice no pudo más con su duda y fue a buscar a su hermana a la casa de reposo.

Marina: hermana, me estás visitando.

Doña Alice: así es hermanita, como as estado.

Marina: bien, sabes los doctores, me dicen que estoy mejorando.

Doña Alice: Marina, hermana en donde dejaste tu medalla que mando hacer para nosotras, nuestro padre.

Marina: yo, le di, se la puse en el cuello a mi hijo.

Doña Alice: a tu hijo Nicolás.

Marina: no, yo le puse a mi pequeño, qué se fue detrás de su hermana.

Doña Alice: ¡hermana! Tuviste una hija.

Marina: no, yo tengo tres hijos.

Doña Alice: no, hermana tu solo tienes a Nicolás, acuérdate.

Marina: no, yo tengo tres, mis tres niños.

Doña Alice: está, bien hermana, está bien no te alteres.

Marina: cuando van a venir a verme.

Doña Alice: pronto hermana, lo que sucede es que están ocupados.

Marina: mi niño, es muy travieso, mi niña es muy curiosa, su hermano es muy protector, sí, él los cuida, pero ellos se fueron por más que yo les llamé, no me escucharon, luego vi un camión Enzo, Enzo, en donde estás, no te veo, no puedo ver.

Doña Alice: ¡Enzo! ese es el nombre del joven con el que te fuiste.

Marina: si, nos fuimos porque yo quedé embarazada y para que no, nos separen, él me llevó a una hermosa casa, con flores, árboles, allí nació mi niña, su nombre, no recuerdo su nombre, mi niña no recuerdo su nombre, mi niña, mi niña.

Doña Alice: está bien cálmate, ya recordarás, solo no desesperes.

Marina: yo quiero, qué vengan mis tres niños.

Doña Alice: los buscaré, no estaré tranquila hasta encontrar a mis sobrinos hermana.

Enfermera: disculpe es hora de la medicina de la señora.

Doña Alice: si claro, me retiro.

Marina: quiero a mis hijos, a mis pequeños, Enzo trae a mis pequeños.

Doña Alice se fue aún más confundida, ella sabía que tenía un sobrino, pero su hermana acaba de decirle, qué tiene tres hijos, si estuvo embarazada, entonces tuvo gemelos, cuando llego a su casa, Ivana aun seguía en su cuarto, doña Alice, le contó lo que su hermana dijo.

Ivana: mamá, él no puede ser mi primo, no mamá.

Doña Alice: hay una posibilidad.

Ivana: no, entonces que hago con este amor que me está consumiendo por dentro, mamá.

Doña Alice: mi niña, cuanto quisiera, tomar yo tu dolor, yo no quisiera que ninguna de ustedes dos sufran, qué puedo hacer, mi niña, yo daría mi vida por ustedes, mis amores.

Ivana: si mamá, lo siento, siento hacerte sufrir tanto, dame tiempo, si mamá, dame tiempo.

Doña Alice: si mi niña, pero come algo, te traeré una ensalada de fruta.

Ivana: está bien mamá.

Cuando doña Alice se fue, Ivana se sentó mirando hacia la ventana.

Ivana: Dios, ya no puedo más, si permites que Franco, esté con vida, si realmente él es mi primo, prometo, te hago la promesa de no demostrar mi amor por él, pero has que esté con vida.

Entonces entro su mamá con un plato de ensalada, el cual Ivana probó un poco, las horas pasaban llego la noche, también llegó Diana.

Doña Alice: mi niña que bueno que ya llegaste.

Diana: que pasa mamá, todo está bien.

Doña Alice: si mi niña, tu hermana, me preocupa ella.

Diana: ¿qué tiene ella? ¿Qué le paso?

Doña Alice: nada, nada malo, solo que no deja de sufrir por ese muchacho.

Entonces entro don Yuré, con su yerno Ismael.

Don yuré: que pasa porque se quedan calladas.

Diana: nada papá, mamá me preguntaba, como me fue.

Don yuré: y como te fue.

Diana: bien papá, solo muy cansada.

Don yuré: eso se quita con un descanso.

Doña Alice: se puede saber ¿Porqué vienen tan contentos?

Don yuré: pues aquí, nuestro yerno, consiguió firmar contrato con NOVA.

Doña Alice: felicitaciones.

Ismael: gracias, suegra.

Don yuré: tú, no vas a felicitar a tu esposo.

Diana: sí, felicitaciones, Ismael

Ismael: gracias.

Ya a la hora de la cena, Don Yuré pregunto por Ivana.

Doña Alice: aún sigue indispuesta.

Don yuré: está tomando, sus medicamentos.

Doña Alice: sí, yo me estoy encargando de todo.

Don Yuré: que bien.

Todos se fueron a descansar, Diana no quiso ir al cuarto de Ivana, no tenía aún buenas noticias, cuando escucho que tocaban la puerta.

Diana: siga.

Ismael: puedo.

Diana: Ismael, qué haces aquí.

Ismael: solo quería saber si estás bien nunca te había notado tan triste como hoy, sucede algo.

Diana: no, Ismael, todo está bien.

Ismael: porque no me das la oportunidad de demostrarte que te amo.

Diana: por favor, Ismael, ya hemos tenido muchas veces esta conversación y nunca termina bien.

Ismael: esta bien, lo siento, solo que si no te sientes bien puedes contar conmigo.

Diana: gracias Ismael, estoy bien, solo muy cansada.

Ismael: buenas noches, entonces, me retiro.

Diana: gracias, hasta mañana.

Al día siguiente el celular de Diana, no dejaba de sonar, ella contestó.

Diana: dime Jesús, como te va.

Jesús: lo encontré señora, encontré a la persona que usted me dijo que buscará.

Diana: es en serio, estás seguro de que es él.

Jesús: si señora, le estoy enviando una foto, esta un poco desnutrido, pero es él.

Cuando Diana recibió la foto, vio que sí era el mismo muchacho con el que vio a su hermana.

Diana: si, efectivamente, es él, en donde te encuentras.

En un pueblo muy pequeño, Narihuala, encontré a los 12 desaparecidos, esté joven los ayudó a ellos, ya estamos en el bus rumbo al aeropuerto, de allí a Lima.

Diana: gracias, Jesús, gracias, no sabes la alegría que me das, ya deseo que llegues, no sabes, alegraste mi día.

Justo que ella conversaba con Jesús, Ismael escucho, como Diana le decía a Jesús gracias y que ya deseaba que regresará, él regresó a su cuarto, golpeaba su cama muchas veces.

Ismael: así que tienes a otro que te hace feliz y ya deseas verlo, como pudiste Diana, yo qué te di tu libertad, esperando que algún día me llegaras a amar, pero no tú amas a otro, no esto no puede seguir, así tú eres mi esposa y tendrás que cumplir como tal, así sea a la fuerza.

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