El problema de frente

Sin mayores contratiempos logré por fin mirar las puertas del imperio, se alzaban gloriosas al cielo despejado y azul, de aquel día, después de varios días de viaje.

Fueron muy cuidadosos conmigo, me alimentaban con pollo y arroz cocido sin mucha sal y vino que compraban en los pueblos por los que pasábamos.

Nunca había sentido tanto desprecio, la gente me miraba como si de un asesino se tratase, bueno, tal vez para ellos lo era; sin embargo, yo sabía mi verdad, Alex había vuelto una pila de excremento toda mi vida y yo se lo permití. Probablemente, realmente me lo merecía.

—Dudo que alguien tan pequeña haya causado tal desgracia— Reagan me defendía cada vez que alguien intentaba insultarme o cuando ocasionalmente arrojaban todo tipo de cosas a las barras de mi jaula.

—Ya no importa— Le dedicaba una media sonrisa antes de voltearme y sollozar en silencio.

Sus ojos café se oscurecieron, yo sabía que era lo que se avecinaba para mí al otro lado: era un juicio que acabaría conmigo en la horca, por acabar con una familia de nobles.

—Todo estará bien— Reagan me animaba; sin embargo, yo notaba su mandíbula apretada, también sabia que eso era mentira y solo asentía.

—Me adelantaré a entrar, esto lo debe ver su majestad— El líder del grupo tenía un semblante pálido, nadie preguntó nada y él se alejó a caballo, sin escolta.

—De la familia Phoenix es de donde provienen la mayoría de emperatrices— Aseguró uno de los caballeros a otro.

—Yo escuché que ellos son los verdaderos gobernantes y el emperador un títere— Respondió otro mientras asentía velozmente.

—Los Phoenix son una familia de caballeros, no de emperatrices— Replicó otro, haciendo que se entablara una ola de habladurías y rumores, yo solo me encogí en mi jaula, mirando el inmenso cielo.

—Nadie ha visto a un Phoenix en persona— Reagan se acercó, quería platicar.

—Tal vez no les agrada la gente— Respondí mirándolo de reojo.

—No creo, es más probable que su ego sea enorme, incapaces de poder verse como personas terrenales— Soltó una risita, ya que pintaba a los Phoenix como egocéntricos.

Sonreí de vuelta, eso era algo muy probable.

—¿Cómo entraste a un ejército tan importante?— Pregunté cambiando de tema de forma abrupta, pero no se molestó.

—Soy el hijo recogido de la familia Einhorn. Mi gran habilidad con la espada les otorgó más renombre y estatus— Se encogió de hombros, yo sabía de que hablaba.

—Entonces ¿Te dieron su apellido solo por eso?— Pregunté, no tan sorprendida por la posible falta de afecto hacia él.

—Bueno, sí. Mi padre no es un monstruo tampoco, es solo que ninguno de sus 3 hijos quiso ser caballero. Uno es sacerdote y el otro desapareció desde que era un niño—

Su mirada se volvió melancólica y yo me arrepentí de haber preguntado, no quise saber del tercer hermano.

—Espero realices tu meta de ser un gran caballero— sonreí tratando de aliviar su pesar, al parecer funcionó, pues su sonrisa se volvió tan radiante como siempre.

—Es hora— Interrumpió otro de los caballeros, debíamos ingresar.

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—Sigues siendo un idiota— Una caballero de melena rojiza, que parecía arder bajo los rayos del sol miraba enfadada al hombre que estaba montando el caballo a su lado.

—¿Cómo está Nuria?— La miro de reojo y aburrido solo evitó responder a su comentario.

La mujer resopló y giró los ojos, sin duda su hermano no tenía remedio.—Te está esperando en casa de sus padres, deberías ir a verla, su acoso para saber donde estabas me tiene harta—Mantuvo su vista al frente, verlo solo le ocasionaba ganas de golpearlo.

—No, quiero descansar. Mi tiempo fuera resultó agotador y ahora solo quiero relajarme y evitar otro drama como el de la última vez— Cerró los ojos, evitando la mirada de Senna.

—Eres un cínico— Su hermana estaba molesta. Otra vez la ocupó como tapadera para que pudiera darle un poco de acción en su vida, aunque Dornen era algo que no había previsto, como todas las demás.

Tocó sus labios de manera inconsciente, el delgado cuerpo de esa mujer lo estaba volviendo loco, sin embargo, su muerte era algo necesario, no podía dejar cabos sueltos y ahora debía vivir frustrado por lo que no pudo lograr.

—¿Por fin estás perdiendo la cabeza?— Senna alzó una ceja, su hermano estaba actuando raro.

—¿Dónde está Alexei?— Esquivó de nuevo la curiosidad de su hermana, ella solo calló.

—¿No sabes donde está tu propio guardia? Él está arreglando las cosas para que el imperio crea que fue un ataque de bandidos a los que los Philips le debían dinero y que perdieron sus vidas por eso— Senna recordó todas las veces que su hermano había causado un lío así, era sorprendente que Alexei aún encontrara pretextos para cubrirlo.

—Excelente, él es muy bueno en su trabajo, ahora solo me queda llegar a casa y tomar un buen baño— Sonrió satisfecho, Senna ya no tenía muchas ganas de hablar.

—Papá te espera para hablar, Lucian— Esas palabras cambiarían su humor a uno más irritable, al menos así borraría esa sonrisa tonta de su cara.

En efecto, Lucian perdió todo rastro de felicidad y su semblante se volvió lúgubre.

—Pudiste haber empezado por ahí—Dijo completamente sin expresión.

Senna solo se encogió de hombros, amaba cuando recibía su merecido.

—Dice que los Philips eran un problema, pero tú causaste uno mayor— Lucian de nuevo la ignoro y mantuvo la vista fija en el camino, ya no deseaba tanto llegar a casa.

"Le pediré disculpas cuando lo vea" Pensó para sí. Había utilizado su nombre y aunque no había testigos de sus acciones, aún le causaba conflicto involucrar a alguien que era ajeno.

Al llegar a la mansión de su familia Lucian intentó entrar por la puerta trasera. Para su desgracia, su padre estaba al tanto de sus artimañas.

—No puedes dejar el nombre de la familia en esa incertidumbre, deberás tomar acción. Ese sitio era nuestro territorio, no sería bien visto que supieran que su propio gobernante los atacó—El rostro furioso de su padre apaciguo todo intento de defenderse; Ya no le servía ningún argumento.

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