Toma mi mano, apunta a mi cuello

—No me puedo ir sin ti— Se levantó de golpe y me miró afligido.

—Alex yo... no puedo ir contigo— Dije con la voz ahogada, Tony me daba miedo, era un verdadero cerdo, su forma de ser me daba escalofríos, pero podía lidiar con él si solo era un par de días, tal vez también con el castigo de la huida de Alex.

—Hagamos algo, esta noche espérame en la entrada del bosque, en la parte más extensa y densa que encuentres, yo te sabré encontrar. Juntos idearemos un plan— Me sonrió calmadamente lo que tranquilizó a mi agitado corazón. Aún era temprano así que me fui de allí.

Entre a hurtadillas por la puerta trasera de la cocina, cuando una voz agresiva se escuchó, parecía ser la voz de Tony.

—¿Quieres vivir?— Preguntó con tono burlón, yo no sabía a quién le hablaba.

Pasaron unos segundos y volvió a preguntar lo mismo, supuse que con quien hablaba no podía o no quería responder.

—Ya veo, así serán las cosas— Después de un par de sonidos violentos alcancé a escuchar una voz conocida, era Esmeralda, quien soltó un quejido doloroso.

Mi cuerpo se llenó de adrenalina y dejé de pensar, tomé una sartén de hierro fundido y salí de mi escondite furiosa, en cuestión de un segundo vi las asquerosas manos de Tony debajo de la falda de Esmeralda que tenía el rostro enrojecido de ira, con la boca tapada con un trapo y las manos sujetas al horno con una cuerda. Sus ojos me encontraron y una inmensa culpa llenó mi pecho, la sensación se hizo más latente con él choque de la sartén en el cráneo de Tony que soltó un quejido doloroso.

De inmediato desaté las manos de Esmeralda y la coloqué detrás de mí, pues el no perdió la consciencia a pesar de la cantidad de sangre que comenzó a salir de su cabeza.

—¡¡PUTA CRIADA!!— Gruñó mientras se tocaba la herida y se abalanzaba hacia mí soltando un puñetazo directo a mi rostro, Esmeralda chilló mi nombre, pero no me dejé vencer, tomé la fuerza suficiente para seguir de pie y empujarla más lejos de su alcance y abrazar a Tony para empujarlo hacía atrás y hacer que cayera. A pesar de mi esfuerzo él pudo más que yo y me tiró al suelo, donde el impacto de mi cabeza nubló mi mente y un líquido tibio y ferroso inundó mi garganta.

—¡TONY!— La voz ronca de Robert llegó a mis oídos, para que después mi atacante fuera golpeado y finalmente alejado de mí.

—¡¡Me atacó primero!!— Gritó el cobarde de Tony, que ya sin poder golpearme solo atinó a soltar una patada a mi dirección.

—Pedazo de imbécil, idiota bueno para nada— Deborah entró en la habitación y me miró de reojo con total indiferencia.

—¿Quién se encargará de alimentarnos si la matas?— Robert lo sujetó de la camisa, Esmeralda no paraba de llorar.

—Llévala a su habitación y cúrala, esperemos todavía sirva— Deborah le ordenó y de un salto Esmeralda se colocó a mi lado.

—Podrían simplemente traer a otra— Sugirió Tony, pero Robert se rio con sarcasmo.

—Mi puto dinero se acabó por tu culpa, ella es mi única fuente de ingresos, bastardo. Así que en vez de decir tonterías ve a curarte— La ira en Robert crecía, que Tony fuera el heredero de la familia era una desgracia.

—Te dije que era estúpido— Resopló Deborah colocándose a su lado.

—Lo sé, cuando llegué al poder pido estar muerto— Salió de la cocina, sin percatarse del ligero color azul bajo el piso.

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Al final de la tarde me mantenía inconsciente, podía escuchar a Esmeralda hablarme y tomar mi mano, escuché como deseaba haberse podido defender sola, para que yo no hubiera terminado en ese estado.

Si ella solo supiera que deseaba haber muerto...

Una mano tibia recorriendo mi rostro me despertó, al anochecer estaba acostumbrada a que Alex apareciera, y no me equivoqué, él me sonreía, pero había algo diferente.

—Dornen, eres hermosa, una flor exótica que se encuentra una vez en la vida, una que se cuida y se arranca en su punto más grande, más perfumado, más bello— Un escalofrío recorrió mi espalda, cuando al mirar alrededor, alcancé a distinguir a Esmeralda en la esquina de la habitación sin moverse.

Al volverlo a mirar podía sentir como mis pupilas temblaban, un terror a lo desconocido erizó cada vello de mi piel, su tacto ya no era cálido, era atemorizante

—Soy un coleccionista, un comerciante que viaja buscando las flores más bellas, para cortarlas de tajo, sin que ellas sientan el más mínimo dolor, Sin embargo, me temo que el tiempo se me acabó, no te puedo llevar conmigo— De un golpe igual de fuerte que el de Tony, me dejo inconsciente, me dormí sin saber si despertaría al otro día.

Todo fue tan rápido, en la tarde, antes de que el sol se ocultara él tomaba mi mano para hacerme sentir segura. Ahora antes de marcharse me había golpeado.

Cuando recuperé el sentido, me encontraba en medio del bosque, frío, nublado, con las manos entumecidas y las piernas adoloridas, pero estaba en una posición cómoda, como si hubiera sido colocada con cuidado. En cuanto recordé lo que había pasado anoche me levanté e ignorando el dolor de las piernas me levanté de golpe, no sabía donde estaba, el rostro me palpitaba, no podía ver de un ojo y la garganta me dolía.

Mientras caminaba sin rumbo, una rabia desconocida me invadió, hacía mi, hacia no poder defender a Esmeralda, hay fue cuando los ojos azules de Alex se atravesaron en mi memoria, si tan solo no me hubiera enredado con él, si solo hubiera mantenido mi distancia, ¿Me habría matado? Cientos de dudas surgieron en mi cabeza, como las lágrimas que nublaban mi vista, pero no deje de caminar, atravesé un pequeño río, uno desconocido, varios claros y caminé cerca de una ladera pequeña, pero desde la cual pude ubicarme, pues una inmensa columna de humo se alzaba hacia el cielo, una que no se podía ver desde la espesura del bosque.

Un vacío en mi estómago me avisaba que al llegar allí no encontraría nada bueno, pero el deseo de ver a mis padres y a Esmeralda eran más grandes, ¿Cómo le explicaría a mis padres que fui tan tonta como para enamorarme? ¿Que les diría cuando los viera? Realmente habia hechado todo a perder, no merecía que me volvieran a dirigir la palabra.

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