Cuando Irupé despertó tenía una manta sobre su cuerpo y Luriel no estaba en la cabaña.
Se vistió con la ropa tradicional que le había dado Luriel y salió al pozo común a buscar agua para traer a la casa. Antes buscaban el agua del rio, pero habían aprendido algunas cosas útiles de los blancos. Las otras mujeres la miraron despectivamente pero no se atrevieron a hacer nada más. Le temían al nuevo Copiango por sobre cualquier odio particular hacia esa mujer.
Había sido tratada como una princesa toda su vida, le habían programado una vida con el guerrero más impresionante de la aldea, lo que le aseguraba seguir siendo la mujer más importante y sin embargo abandonó absolutamente todo eso por el demonio rojo como lo habían nombrado.
No importó el brutal escarmiento que le habían dado a ambos, las mujeres a Irupé y el mismo Luriel a Mario, hasta dejarlo casi muerto en el medio de la plaza. No supieron como lo hizo, pero en un descuido de Luriel, aparentemente cuando misteriosamente se quedó dormido, Irupé había logrado rescatar al demonio rojo y lo estaba tratando de sacar de la selva arrastrándolo con una camilla de monte, (hecho con palos y una manta cosida), cuando Copiango los había encontrado.
Era un secreto que moriría con ella, pero su propia madre se había encargado de ayudarla, arriesgándose a sufrir el mismo destino, pero no podía verla sufrir tanto simplemente porque se había enamorado de un kuimba’e mboriahu (pobre hombre) que la amaba también.
Ella la había escuchado cuando un día le dijo que había conocido un hombre de fuego que estudiaba las plantas que sanaban como ellas. Le había notado el brillo soñador en los inexpertos ojos de su hija. Luego también la escuchó cuando le dijo que los ojos de ese hombre eran como el cielo en un día de calor y no pudo evitar recordarle sus obligaciones.
- Upe kuimba'e ohóta (ese hombre se va a ir) – le sonrió mientras que tomaba las hojas que le pasaba Irupé - nde reñekomprometepáma Luriel ndive (tú ya estas comprometida a Luriel)
- ¿Mbaʼépa oikóta idiferénteramo che rape? (¿y si fuera otro mi camino?) – susurró sin mirarla
- Neñani vaʼerãmoʼã hendive (tendrías que huir con él) – le dijo abrazándola de pronto - araka’eve ndaikatumo’ãi reju jey (no podrías volver nunca)
- ¿Mbaʼépa oikóta haʼe noñandúiramo upéicha avei cherehe? (¿y si él no siente lo mismo por mí? – sollozaba en el hombro de su madre
- Upéi ani rearriesga Copiango pochy (entonces no te arriesgues a la furia del Copiango)
De todas maneras no fue capaz de evitar verlo, no encontró la fuerza para no ayudarlo en su búsqueda de conocimientos. A los ojos de su pueblo, la sanación era para las mujeres, conocer sobre hierbas no les interesaba a los hombres, por lo tanto no había muchos temas de conversación con los hombres de su aldea, ni siquiera con Luriel, con el cual había crecido y con el cual debía convivir el resto de su vida.
Cada tarde, cuando caminaba hacia el banco donde Mario la esperaba con su muestrario, el corazón comenzaba a latir desbocadamente, hablar con él era tan fácil como hacerlo con su madre, se sorprendía de los usos que le daban a las plantas o las técnicas que empleaban para extraer los principios activos, había cosas que no eran fáciles de explicar pero con gestos y señas encontraban la manera y cuando lo lograban no podían parar de reír.
Cuando se miraban a los ojos, era cada vez más difícil separar las miradas, como le había prometido cada día, le llevaba imágenes de los lugares más conocidos y especialmente los que diferían con la selva. Había empezado a importarle los pequeños gestos que hacia cuando veía algo que la asombraba como un desierto o una montaña con nieve.
Le llevó hielo para que se imagine esa montaña y le preparó agua salada para que tuviera una idea de lo que era el mar, esa manera que tenia de enseñarle la ilusionaba como nunca en su vida, la hacía sentir como cuando era niña y los ancianos de la aldea contaban las historias que fueron convirtiéndose en leyendas.
Mario amaba la manera que tenía Irupé de mirarlo cuando le relataba las historias de otros pueblos, lo escuchaba sin perder detalle, atenta a sus gestos y a sus tonos del relato, empezó incluso a buscar historias para poder seguir teniéndola un momento más solo para él.
La veía como una niña y se sentía como un degenerado cada vez que se ilusionaba al notar como ella lo miraba a él. Quería saber más de ella y la única manera era preguntárselo:
- ¿Cómo es tu familia? – dijo como si fuera una pregunta sin importancia – yo soy único hijo y mis padres viven en un lugar parecido a este… - dijo mostrándole la imagen de una montaña con nieve
- Yo soy la hija más pequeña de 6 – dijo sonriendo
- ¿Y viven todos juntos? – estaba sorprendido
- Solo 1 hermana y yo con mis padres – dijo mirándolo con una rara expresión en su rostro – las otras ya se casaron
- ¿Y cómo eligen con quien casarse? – había comenzado a sentirse cada vez más nervioso
- Nuestros padres eligen… - dijo bajando la mirada a sus propias manos nerviosas
- ¿Y a qué edad lo hacen? – estaba azorado
- Nos comprometen desde niñas y nos casan alrededor de los 15 años – dijo aún en la misma posición
- ¿Cuántos años tienes entonces…? – la voz le salió un poco más ronca
- Tengo 17 – al fin levantó la vista para mirarlo
- ¿Estas casada entonces…? – apenas lo musitó
- No, solo comprometida – dijo rápidamente – no puedo casarme antes que lo haga mi hermana mayor, porque su prometido falleció antes de la ceremonia. – suspiró fuertemente y continuó – durante 2 años tiene que guardar luto y luego mi padre le va a buscar otro prometido.
- ¿Y por qué no se casa con el tuyo? – dijo sin pensarlo – si de todas maneras es solo un trato entre familias
- Porque mi prometido es el futuro Cacique y él elige… - no pudo ocultar un estremecimiento involuntario – y él no elegiría a mi hermana
- Sin dudas puedo entenderlo – dijo mientras comenzó a juntar rápidamente sus cosas, debía poner distancia entre ellos en ese mismo momento.
Los días siguientes evitó verla lo más que pudo, se iba antes del amanecer y se internaba en el monte, en una zona más alejada de la aldea lo que le llevaba mucho más tiempo el ir y volver. Llegaba al pueblo cuando ya casi había anochecido para asegurarse de no encontrarla.
La estrategia le funcionó hasta un día de plenilunio, cuando la luz de la luna era tan potente que podía verse perfectamente. Apenas accedió al camino central, la vio sentada en el lugar de siempre esperándolo… Caminó tratando de buscar alguna excusa a su ausencia en esos segundos que tenía antes de enfrentarla.
- Al fin te encuentro… - dijo Irupé con nerviosismo
- Hola Irupé – dijo avergonzado – estoy trabajando en un sector complicado que está bastante lejos… por eso llego tarde siempre
- Los platos del agua o Irupés están florecidos – le dijo mirándolo emocionada – te dije que te llevaría a verlos cuando ocurriera
- No puedo Irupé… - trataba de no mirarla
- ¿Por qué? – se acercó un paso
- Tengo mucho trabajo… - se alejó disimuladamente – llego muy cansado como para acompañarte
- No es para ir ahora – dijo sonriendo – de noche las flores se cierran y sumergen… - volvió a acercarse otro paso – con el sol se vuelven a abrir…
- No estoy al mediodía cerca de acá… - dijo alejándose nuevamente
- Yendo por el camino de la cascada – comenzó a hablar pero se giró para no mirarlo, se sentía rechazada – antes de descender por la quebrada hay una trillo a la derecha que esta semi oculto detrás de unas enredaderas de flores blancas, sigues por ese trillo y a unos 200 metros comienza a descender por unos 400 metros dentro de la selva, el camino apenas se puede ver de día, de noche es imposible… - giró el rostro lo suficiente como para poder verlo de reojo – vas a llegar a un lago que casi nadie conoce, mi familia lo conoce porque buscamos hierbas que solo crecen en ese lugar… cuando puedas… estarán florecidas unos cuantos días más…
No se despidió, simplemente comenzó a caminar alejándose, no pudo ver como Mario quedaba petrificado en el mismo lugar mirándola hasta que desapareció en el recodo del camino.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 91 Episodes
Comments
Ana Navarro
Cielos que complicado la tienen
2024-02-16
1
Martha Divas Delgado
woooooo k historia se me asé muy hermosa por k se trata de la selva y sus costumbres
2023-12-04
1