Al día siguiente, sábado, Camila tenía una reunión con los padres de familia del colegio, al igual que Sergio. Leonel llegó a su casa.
Buenos días, cómo estás.
Bien, ya preparé el almuerzo, estoy llamando a Daniela, pero no me responde, tal vez está ocupada.
Puedo saber para qué la llamas.
No tengo con quien dejar a Abelito, lady está de viaje, por eso tenía pensado decirle a Daniela si podía cuidarlo, solo en lo que dura la reunión que es un par de horas.
Tal vez es menos, si gustas yo lo cuido.
Tú, es en serio, te podrías quedar con mi hijo.
Sí, porque no, además que puede pasar en un par de horas.
Te agradecería mucho Leonel, ya le di su desayuno, ya está cambiadito, no te dará problemas, apenas termine estoy aquí.
Si, no te preocupes, monstruo no me des problemas, de lo contrario te lanzaré por la ventana.
Camila le quedó mirando a Leonel quién se hecho a reír.
Es broma, Camila, tú ve tranquila, todo estará bien.
Camila se fue y Abelito miraba a Leonel.
Monstruo tienes hambre mira, aquí hay galleta, tú come tu galleta y yo comeré este rico platanito, oye buscaré en Internet si te puedo dar plátano.
Leonel buscó y si efectivamente le podía dar de comer plátano, pero lo que él no sabía era de que, si va a comer plátano por primera vez eso le soltaba su estómago, pero pronto lo descubrirá.
Sí, que bueno que te agradó, mira después de todo, no nos llevamos tan mal, a ver monstruo déjame que te limpie la boca, oh no, monstruo apestas, no monstruo porque ahora, bueno no te preocupes que tan difícil puede ser cambiarte el pañal.
Leonel sacó a Abelito de su cuna, lo echó en el sillón, bajó el pantalón, abrió el pañal, la nariz de Leonel sufría mucho, retiró el pañal y como si fuera un té filtrante lo sumergió y sacó del agua, el pequeño niño se reía.
Claro, te burlas de mi verdad.
Después de sumergir medio cuerpo de Abelito varias veces, tomó los pañitos y le limpió, bien luego en otra tina con agua limpia lo enjabonó y enjuagó, luego le echó en una toalla para secarlo, luego tomó el pañal para colocarle, pero no sabía cómo hacerlo, aparte que Abelito se movía y movía sus pies.
Quédate quieto, no sé cómo colocarte, espera te echaré talco, sí, para que huelas muy rico, no, ya botaste todo.
Leonel estuvo luchando un buen rato con Abelito que se dio por vencido.
No, no puedo, ya sé, ven, vamos llevaremos está toalla, para tapar tu orgullo de varón, además no dejaremos que todos los vecinos se ganen con tus dones, verdad que no.
Abelito no paraba de reír, Leonel fue a tocar la puerta de la casa de la vecina.
Vecina, disculpe, tengo un problema con este pequeño monstruo, podría ayudarme.
Porqué le dice monstruo, si es lindo el bebé, qué lindo, en qué te puedo ayudar.
Vecina, no sé vaya a burlar de mí , pero no sé cómo colocarle el pañal y la ropa, no se deja.
Y la mamá en dónde está.
Ella salió tenía una reunión y me dejó cuidando al pequeño, solo que se suponía qué no me daría problemas, pero si estoy en problemas.
Está bien, ya no sé preocupe, yo le ayudaré, pase, pase.
La vecina ayudó a Leonel, cambiando a Abelito.
Gracias vecina, me salvo la vida, muchas gracias.
No te preocupes, estoy para ayudarte, mi esposo no se encuentra, si gustas te puedes quedar, así te ayudo con el niño hasta que llegue la mamá.
No, vecina, gracias, la verdad mi esposa es muy celosa, nos vemos gracias.
Leonel salió lo más rápido que pudo, la vecina prácticamente estaba encima de él.
Vez monstruo lo que me haces pasar, no, no es cierto tú eres un monstruo bueno, sabes, me hubiera gustado ser tu papá, no tengo ni tendré esa dicha, no, no monstruo no me abraces, no.
Abelito tenía mucho sueño, así que se durmió en los brazos de Leonel, él llegó a su casa, se sentó en el sillón, también quedándose dormidos los dos cuando llegó Camila estaba muy asombrada de ver todo el desorden ocacíonado, hasta que llegó a la sala y vio a Leonel durmiendo y en sus brazos dormía Abelito, eso le causó curiosidad, nunca imaginó verlos así, ella sacó su celular y les tomó una foto luego se acercó y tocó el hombro de Leonel, haciendo que él despertara.
Camila, que bueno que llegaste.
Sí, ya estoy aquí, que pasó aquí, un huracán, terremoto o huaico.
Ah fue él, si todo lo hizo el monstruo.
También te hizo dormir.
Lo siento Camila, caí rendido, no sabía que cuidar un monstruo era tan cansado.
Yo, lo siento me demoré a ver dame, ven, amor, shuuu, gracias Leonel.
Camila tomo en sus brazos al pequeño Abelito, a Leonel le agradaba mucho cada vez que Camila se le acercaba, le gustaba mucho su aroma, así sea por unos segundos.
Camila, tú.
Sí, dime Leonel sucedió algo más.
No, no tiene importancia, estoy bien, prepararé algo de almuerzo.
Sí gracias, tú cocinas mucho mejor que yo.
Camila recostó a Abelito y se puso a limpiar todo el desorden y fue a la cocina.
Leonel, le diste de comer algo fuera de lo normal.
Sí, le di plátano.
Eso fue lo que le soltó el estómago a mi pequeño.
Lo siento acaso está mal.
No lo creo, él está dormido, esperemos a que despierte, que estás cocinando.
Un rico cau cau , te va a encantar.
Sí, estoy segura de que sí.
Prueba.
Leonel le dio a Camila de probar un poquito del guiso.
! Está muy rico¡
Perdón Camila.
¿Por qué me pides perdón?
Creo, qué no cuide como debía al monstruo.
Leonel, sí, lo hiciste bien, de hecho mucho mejor de lo que yo supuse, no tengo cómo agradecerte.
Ellos conversaban y tocaron la puerta, Camila salió a ver de quién se trataba.
Oh, hola vecina, venía a ver si su esposo necesitaba aún ayuda.
Ayuda, ayuda con qué.
Ah no le dijo nada, pues con su bebé bueno, ya veo que usted está aquí, me retiro entonces.
Sí, gracias.
Camila cerró la puerta y se quedó pensativa.
Esposo, ayuda, bebé, ¡Leonel!.
Camila fue a la cocina.
Leonel por que vino la vecina preguntando si aún necesitabas ayuda con Abelito.
Sí, Camila, lo que pasa es que aún no sé cómo colocar un pañal y le pedí que me ayudara.
Ah ya veo.
Entonces volvieron a tocar la puerta. Leonel se sobresaltó y dijo:
No, no (Camila) no habrás, esa vecina, no, no me agrada cómo se me insinúa.
¿Qué?, pero si ella piensa que somos esposos.
Ella también tiene esposo y aún así, se me insinuó.
Ah ya veo, entonces le pondré en su lugar.
Camila.
No te preocupes.
Cuando Camila fue a ver quién estaba en la puerta.
Hola Camila.
Hola Daniela, disculpa la demora.
Creí que no había nadie, ya me iba.
Sí, pasa, pasa, estaba ordenando, mientras Leonel cocina.
Vaya, no sabía que él se encontraba aquí.
Sí fue el quién me ayudó con Abelito.
Sí, yo vine porque vi llamada perdida tuya y supuse que algo pasaba.
Sí, hoy tenía una reunión con los padres, de mis alumnas, no tenía con quién dejar a mi pequeño, es por eso que te incomodé, pero al final, Leonel me ayudó y todo estuvo bien.
Sí lo siento Camila, mi celular se agotó la batería y para cuando me di cuenta, ya había pasado un buen rato, en donde está mi pequeño príncipe.
Está dormidito, mi pequeño, ven vamos a la cocina.
Hola, Leonel.
Hola Daniela, cómo estás.
Bien, gracias, veo que te tocó la cocina.
Sí, estoy ayudando a Camila.
Te ofrezco algo de beber Daniela. Preguntó Camila.
Sí, un vaso de agua, estaría bien, gracias.
Daniela observaba como Camila se desplaza a al lado de Leonel, ella sabía que Sergio estaba haciendo su vida, así que Camila también tenía derecho y si era con Leonel, pues él es un buen muchacho, es cómo su hermano, así que querrá mucho a Abelito.
Camila cuándo célebres el cumple mes de Abelito me gustaría estar presente.
Sí de hecho, ya está cerca, no he pensado en nada grande, solo familiar.
Eso quiere decir que invitarás a tus padres.
¡No!, no, digo, ellos están muy ocupados, no creo que puedan venir, solo seremos Abelito y yo.
Oye, dijo Leonel volteando a mirar a Camila, y yo en donde quedo, yo que soy su tío, acaso, ya no lo soy.
Sí, es cierto, eres su tío favorito.
Ah pues, yo soy la tía favorita. Dijo Daniela.
Ja, ja, ja, lo dudo porque Camila tiene una hermana, no es así Camila.
Sí, así es Carolina, mi hermana mayor.
Ah, si, ya la recuerdo es la que llevamos junto a su bebé y su marido al hospital.
Sí ella es mi hermana.
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