Tengo miedo.

Zazil.

Al llegar al centro comercial, Ellen me llevó a una tienda exclusiva de ropa infantil, al ver los precios eran exorbitantes, en verdad no quería ni tocar la ropa para no ensuciarla.

Yo solo observaba y seguía caminando, cuando nos volvimos a encontrar, Ellen traía un montón de ropa, me asuste porque en realidad yo con que dinero lo pagaría.

— Zazil, porque no has escogido ropa para Ramsés— solo negué, mientras veía la etiqueta de una prenda que traía ella— sé que es caro, pero el lo necesita.

— sé que lo necesita, pero yo no puedo pagar todo esto, para empezar no tengo dinero, ni mucho menos trabajo— ladeo sus labios hasta negar— de verdad, esto es demasiado Ellen, no quiero que piensen que soy una vividora.

— Zazil, yo jamás pensaría nada y si lo dices por mi hermano está en la misma postura que yo, pero para que no pienses más, todo esto y lo que falta por comprar corre a cuenta de Elián, así que por favor busca ropa para tu hijo.

Solo asentí y fui tomando varios trajes de diferentes colgadores, camine al mostrador y deje la ropa.

Y después de más de un par de horas, salimos con unas cuantas bolsas en las manos y los hombres que venían con nosotros traían el resto.

Subimos a la camioneta y nos fuimos de regreso, al llegar a casa toda la ropa la dejaron en la habitación que ocupaba, y entre las dos organizamos la ropa al otro lado del guarda ropa.

— y cuéntame, ¿estás ansiosa?— asentí mientras guardaba las últimas prendas.

— demasiado, quiero abrazarlo y poder besarlo, pero también tengo miedo que me rechace, porque prácticamente para él, yo soy una desconocida y de verdad si eso pasa me dolerá mucho— Ellen se acercó y solo me abrazo.

— tranquila, ya verás que no pasará, mejor prepárate porque ese pequeño te llamara mamá cuando menos lo pienses — sonreí hasta asentir, pero en verdad ella tenía demasiada razón, debo ser muy positiva.

Al terminar nos despedimos, intenté dormir, pero me fue imposible, por pensar todo, de lo que pueda pasar y no. Y al ver que mi mente no me daría tregua para dormir.

Me levanté y vi la hermosa luna por el ventanal, suspire, me puse una chaqueta y decidí salir al jardín para despejarme.

Camine por el lugar intentando tranquilizar mis fantasmas, pero el miedo regresaba, me senté en la orilla de una fuente y al meter mis manos en los bolsillos.

Toque un papel, al sacarlo era la fotografía de mi hijo, con mis dedos delinee los bordes de su pequeño rostro y sin ser invitadas unas cuantas lagrimas recorrieron mis mejillas.

— te amo, y el tiempo será mi aliado para que hagamos conexión hijo mío— limpié mis lágrimas.

Y solo me quede viendo la foto por bastantes horas, suspire tan profundo que mi pecho protesto por el dolor que sentía, me levante para ir de regreso a la habitación.

Donde al tocar la suave cama, por fin pude conciliar el bendito sueño.

Al despertar, lo primero que vi fue el reloj de pared y al ver que pasaban de las dos de la tarde me di el levanton, me duche y cambie rápido.

Salí de la habitación con la esperanza de que Elián ya estuviera de regreso, pero al bajar las escaleras todo estaba tranquilo, fui al comedor y ahí estaba Ellen, recibiéndome con su enorme sonrisa.

— hola, ¿pudiste descansar?— asentí sentándome cerca de ella.

— tarde, pero logré dormir— ella asintió, hizo señas y de inmediato me sirvieron— Ellen, ¿has sabido algo de Elián?.

— no, pero tranquila el regresará— asentí comenzando a comer— sabes, el nunca acostumbra a llamar cuando sale a sus asuntos.

— pero no te da miedo, no saber de él por tanto tiempo— ella negó mientras tomaba de su copa.

— al principio si, pero me acostumbre y Elián siempre antes de irse siempre me promete volver y hasta ahora siempre ha cumplido su palabra— asentí dejando de comer.

Mi mente de nuevo recordó a mis hermanos— sabes, espero algún día poder tener una bonita relación con mis hermanos, así como la tuya con Elián.

— ya verás que si, pero esto es paso por paso, mejor comamos— asentí y solo continúe.

Al terminar Ellen se despidió, ya que saldría a atender unos asuntos, y como yo que más podía hacer, recorrí la casa para terminar en el mismo lugar de anoche.

En la enorme fuente, y solo me quede observando el lugar por horas, hasta que un toque en mi hombro me hizo voltear y era Ellen con una gran sonrisa, tomó mi mano y me llevo al interior de la casa.

Y al solo cruzar las puertas corredizas mi vista se posó en una pequeña figura, abrí mis ojos de total sorpresa, me quedé paralizada y Elián se acercó a mí.

— te dije que te lo traería— sonreí asintiendo, pero en verdad en este preciso momento mis sentimientos estaban encontrados.

Elián comenzó a llamarlo y a removerlo, ya que estaba dormido en sus brazos, cuando abrió sus grandes ojos, le sonrió a Elián y lo llamó papá.

No entendía por qué lo llamaba así, me acerqué un poco con demasiado temor y puse mi mano sobre la suya— hola mi amor— volteo a verme y sus manos tocaron mi rostro, estaba nerviosa al grado de no querer ni respirar para no asustarlo.

Hasta que sus pequeños labios pronunciaron la palabra que siempre anhele escuchar— ma, má— estiro sus bracitos hacia mí y sin dudar lo cargue.

Al tenerlo entre mis brazos y el poder sentir su calor, sus pequeñas manos tocarme, todo eso hizo que me quebrara, y solo lo apreté contra mi pecho, pensé que el volverlo a ver jamás se cumpliría, pero hoy lo tengo aquí, en mis brazos y todo gracias a Elián.

No pare de besar su frente y sus pequeñas mejillas, era un sueño hecho realidad, poder ver esos enormes y bellos ojos cafés, su cabello oscuro y enredado como el mío, lo volví a abrazar sin planes de volverlo a soltar.

Mis lágrimas salían como cascadas y un toque delicado me hizo darme cuenta de que era Elián, quien me veía fijamente y con una gran sonrisa, mientras limpiaba mis lágrimas con su pulgar.

— mil gracias— el asintió alejándose un poco de nosotros.

— Zazil, puedo cargar a este guapo caballerito— asentí a las palabras de Ellen, quien de inmediato cargo a Ramsés.

Y mientras ella se lo llevaba, vi a Elián irse y solo corrí atrás de él— ¡espera!— el volteo, mientras se rascaba el cuello— solo quería agradecerte por devolverme la esperanza— él asintió y antes de que diera la vuelta para irse toque su brazo y terminé abrazándolo— gracias.

Me separé de él y, deje un beso en su mejilla, el carraspeo y no paraba de rascarse el cuello— no agradezcas— volvió a carraspear alejándose un poco de mi— mañana a primera hora iniciará tu entrenamiento, cuídate.

Dio media vuelta y solo se fue.

Subí las escaleras con rapidez hasta llegar a mi habitación donde estaba Ellen con Ramsés y al verme, mi hijo volvió a llamarme mamá.

Escucharlo decirme así, era algo tan lindo que nunca me cansaría de oír y haría todo lo que esté en mi alcance para que siga llamándome así.

El resto del día estuvimos en la habitación, recuperando un poco del tiempo que me arrebataron, le di de comer, lo bañe y puse su pijama.

Lo arrulle para que se durmiera, lo acosté en la cama y yo estaba a su lado, cuando un toque en la puerta se escucho.

— ¿puedo pasar?— afirmé en voz baja, se abrió la puerta y lo vi entrar con una bolsa en la mano— perdón por la hora, pero solo quería despedirme de este pequeño.

— no te preocupes— me levanté en busca de una bata, ya que la pijama estaba muy corta— y, ¿qué es esa bolsa?.

Lo vi dejarle un beso en su frente y acariciar su cabello, se levantó para entregarme la bolsa mientras su mirada estaba fija en mi.

— esto, te servirá para mañana, a las ocho te estaré esperando en la escalera, por Ramsés no te preocupes mi hermana lo cuidará bien— asentí y camino hacia la puerta— descansa Zazil.

— tú también descansa— sonrió y solo salió de mi habitación.

Saque de esa bolsa, unas prendas junto a unas botas, volví a guardarlas y regresé a la cama con mi hijo.

Solo quería descansar y sentir el calor de su cuerpo, lo abrace y me relaje, necesitaba recuperar energía para el gran día que me espera mañana.

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