09

Después de esa discusión, pasé las manos por mi cabello, despeinándolo. Caminé directamente hacia la finca, arreglé mis maletas y las lancé dentro del coche. He pasado toda esta semana aquí, porque ese chiquillo llamó mi atención. Estaba tan entusiasmado con él que pasé semanas caminando hasta donde lo vi por primera vez, y cuando llegué allí, no estaba. Pasaron semanas sin ir al campo a jugar con su pelota. Debido a ese extraño entusiasmo, no fui a grabar la película. La reprogramé para otra fecha. Fue lo mejor, porque con mi mente pensando en todo lo que descubrí aquí, no es fácil para mí concentrarme.

Entré en mi coche y me dirigí directamente a la ciudad. Tan pronto como llegué a mi apartamento, coloqué mis maletas en una esquina de la sala, arrojé las llaves y la cartera en la mesita de noche, y me deshice de mi chaqueta y todas mis ropas. Tomé una ducha para relajarme un poco y regresé al dormitorio. Mis ojos captaron el libro que solía gustarle a mi amada exesposa.

Tomé nuevamente ese libro y lo abrí. Ella había garabateado en la portada con un bolígrafo. Leí ese libro varias veces, pero no me di cuenta de la frase escrita.

"Confianza: una vida para conquistar, segundos para perder."

Arrojé ese libro contra la pared. Me levanté de la cama con una ira repentina. Ella no debería estar hablando de confianza. Ella, que ocultó a mi hijo de mí. Cuando pienso en eso, me sube una furia que dan ganas de hacer tonterías.

Hice todo mal, lo sé. Sin embargo, Brenda no debería haberme castigado de esta manera. Le dije que la quería de vuelta, que no quería divorciarme, que podríamos intentarlo de nuevo, ser una familia feliz. Pero ella es tan terca que decidió divorciarse de mí y seguir con su vida, sabiendo que estaba embarazada.

—Hypócrita, eso es lo que es. —Lancé un jarrón de vidrio que estaba en la mesita de noche contra la pared de mi habitación.

Si supiera que estaba embarazada en ese momento, nunca la habría dejado divorciarse. El problema es que actuó a mis espaldas. Presentó los papeles y cuando recibí su llamada, ella ya estaba en el registro civil. Cuando me dijo por teléfono que solicitó el divorcio, que tendría que estar presente para firmar, fue como si me hubiera arrojado un cubo de agua fría. Ese día estaba hablando con el director sobre las filtraciones de esas malditas fotos en el periódico. No me estoy haciendo la víctima, porque sé dónde fallé. Pero, vamos, la mujer no me dio la oportunidad de explicarle cómo sucedió todo y por qué tomé esa acción.

Me calmé un poco, caminé hacia el libro en el suelo y lo recogí nuevamente. Leí nuevamente el libro, que cuenta una historia de amor, e irónicamente, me hizo recordarla. Me hizo recordar la confianza que teníamos el uno en el otro. El momento feliz de nuestro matrimonio en la iglesia, las lágrimas que caían de sus hermosos ojos, la bonita sonrisa que siempre me gustaba admirar y hoy, todo lo que era hermoso se acabó. Sin embargo, siento que en estos dos años, nunca he superado a esa mujer. Siento que el amor solo está dormido dentro de los dos.

Y aunque mi vida fuera tan ocupada como actor y modelo, nunca pasamos tanto tiempo separados. Siempre teníamos nuestros momentos de ocio, ya sea en casa o fuera.

Mi cuerpo se tensó con cada recuerdo. Recordando cada toque suyo, sus caricias, su entusiasmo, las risas, la pasión por hacer cada cosa. Y de mi parte, la reacción lasciva y la pérdida de control siempre que la poseía.

Todo esto es algo que nunca he experimentado con otra mujer después del divorcio, y sé que nunca lo experimentaré. Es una experiencia que solo Brenda me hizo tener y sentir.

La necesito aquí, necesito crear una situación para tenerla cerca. Y lo más rápido posible. Necesito reconquistarla, o me volveré loco de vez.

Algo me hace querer buscar a Brenda en Instagram. Tomé mi celular y busqué su nombre completo. Con mucho esfuerzo, la encontré y vi algunas fotos suyas. Por la apariencia en las fotos, esa cuenta seguramente es antigua, que usó hace muchos meses y ahora ya no usa. Seguí husmeando hasta encontrar algunas fotos del cumpleaños de mi hijo de un año. Miré esa imagen con una sonrisa tonta. Viéndola a su lado, ayudándolo a cortar el pastel. Miré la fecha de la publicación, y es de hoy. Sí, hoy mi hijo cumple tres años, y ella no me dijo nada. Pero estaré allí, Brenda, espérame.

Después de revivir esos recuerdos y encontrar las fotos del cumpleaños de nuestro hijo, una mezcla de emociones me invadió. La alegría de verlos juntos, mezclada con el resentimiento de no haber compartido esos momentos. Decidí que necesitaba hacer algo al respecto.

Con determinación, tomé mi celular y marqué el número de Brenda. El teléfono sonó algunas veces antes de que ella respondiera.

— ¿Hola? — Su voz sonó vacilante al otro lado.

— Brenda, soy yo. Necesitamos hablar. — Mis palabras salieron firmes, cargadas con la urgencia de resolverlo todo.

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que ella respondiera:

— Liebert, yo... no sé si es una buena idea.

— Brenda, por favor. No podemos dejar las cosas así. Nuestro hijo está creciendo y merece tener a ambos padres presentes en su vida. — Intenté mantener la calma a pesar de la tormenta de emociones dentro de mí.

Escuché su respiración al otro lado de la línea, indicando que estaba pensando cuidadosamente en mis palabras.

— Está bien. Podemos encontrarnos, pero será la última vez, ¿de acuerdo? — Su voz sonaba resignada.

— De acuerdo. ¿Dónde y cuándo? — Pregunté, aliviado de que ella hubiera aceptado.

Después de decirme que me daría la respuesta más tarde, la llamada se cortó. Pero no voy a esperar. Hoy es el cumpleaños de mi hijo, y aunque no fui invitado, estaré allí.

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