Trabajo terminado

Y por fin, la satisfacción del trabajo terminado. Ver las caras de felicidad de quienes creen en ti y en lo que haces. Todos en la mansión estaban admirados con la obra de arte que hizo Amelie, hasta la expresión de los ojos del gran Eon, captó.

- ¡Es asombroso! - decía admirada, Becca - Mi amor, es idéntico a mi lobito.

- Espero que sea menos delicioso que yo mon cheri - le susurró al oído, mientras le refregaba su virilidad entre las nalgas.

- Ma, Pa, porqué mejor no van y buscan habitación... ¡Diosa! Siempre parecen conejos.

- Ay Armand, tu padre y yo no tenemos culpa de tu frustración.

El rubio los miró con cara de pocos amigos, sus padres tenían una vida íntima, plena. Él en cambio le tocaba conformarse con la hermana de la izquierda. Pero espera que pronto eso cambie y pueda darle uso a su amigo que se pone más que alegre cuando ve a su Omega.

- Debemos llevarlo al gran salón, lo cubrimos para que solo sea descubierto cuando se vaya a cantar el ''Happy Birthday''. - dice Amelie, orgullosa por su creación.

- Ya le digo a los chicos para que me ayuden a transportarlo. - aseguró Armand.

- Muy bien, me voy a mi casa, más tarde volveré para la fiesta. En la isla están cubiertos los cupcake que se colocarán en la mesa junto a la torta, también están los demás pasabocas.

- Está bien, nos vemos más tarde.

Dos horas más tarde, prácticamente estaba toda la manada en el jardín, habían grandes carpas por si llovía, era un mes lluvioso, así que lo mejor es prevenir. Todos estaban felices, su ex alfa había sido un alfa muy protector con los demás, ahora era consejero de su preciosa hija, la alfa Antonietta, quien llevaba un excelente liderazgo y cuido de la manada, junto a su luna, Beneditte.

Amelie ingresó al lugar donde se estaba celebrando la fiesta en honor a Antoine, quien como siempre tenía su habitual rostro serio, definitivamente la luna Rebecca era lo único colorido y divertido que tenía el alfa, pensó la Omega, viendo a Rebecca sonreír muy afable a todo aquel que se acercaba a saludarlos. Todos los hijos de la pareja estaban en la reunión, parecían divertidos con la incomodidad de Antoine, quien a pesar de ser un gran dirigente de la manada, siempre fue antisocial. Es posible que la única que se ganaba el favor de una sonrisa era esa hermosa rubia de ojos verde oliva.

- Te ves preciosa - le susurró al oído.

Y es cierto, llevaba pues un lindo vestido sencillo en color plata, ceñido al cuerpo con cuello babero y tirantes finos, llevaba una abertura en la parte trasera, que llegaba un poco más arriba de la parte trasera de las rodillas, nada vulgar, pero si muy elegante.

- Muchas gracias, tú también luces muy bien.

- ¿Crees que podemos bailar una canción? - inquirió con temor a ser rechazado.

- Claro, no veo porqué no.

El rubio le extendió su mano, la cual ella aceptó para dirigirse ambos a la pista donde de manera casual, la música cambió a algo más lento.. A lo lejos, una Marion nada contenta los veía disfrutar uno abrazado del otro. Hizo un intento de llegar a la pista para buscar un motivo de separar a la pareja.

- Ni se te ocurra hacer alguna tontería. - le dijo Margueritte, la melliza mate de Immanuel.

Bien era sabido que de los hijos de Rebecca y Antoine, ella era una guerrera innata y con un carácter que causaba terror. Así que Marion, huyó del lugar, por mucho que odiara a la Omega, no quería caer bajo el castigo de esa loba con cara de matona.

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