A medida que nos acercábamos a las murallas de Valencia, los miembros del grupo comenzaron a sentir la emoción y el alivio al saber que estábamos a punto de llegar a su destino. Me sentí aliviada al verlos emocionados, ya que un sentimiento de culpabilidad me consumía, ellos están aquí por nosotras y los últimos días habían sido una constate incertidumbre sin saber si sobreviviríamos o no.
La ciudad apareció en el horizonte como un oasis en medio del vasto desierto, Las torres y murallas antiguas se alzaban con una imponencia que sobresalía en medio del cielo despejado, revelando la riqueza de la historia que descansaba en ese lugar.
Las centenarias murallas estaban adornadas con banderas ondeando al viento, creando una vista espectacular. Los colores brillantes de las banderas ondeaban con gracia, desde el rojo ardiente hasta el azul profundo y el verde esmeralda, lo que indicaba la prosperidad y paz de la ciudad. Esa vista infundió un sentimiento de bienestar y seguridad en el grupo, mostrándonos que Valencia era un refugio en medio de la aridez del desierto.
A medida que nos acercábamos aún más, pudimos apreciar la magnífica arquitectura de la ciudad, con edificios de fachadas talladas con intrincados detalles y balcones adornados con flores coloridas. El sonido de las campanas de la iglesia se mezclaba con el aroma de las especias y la comida exótica que flotaba en el aire, creando una atmósfera viva y acogedora.
Valencia, con su historia rica en herrería y metalurgia, se reveló como el lugar perfecto para su búsqueda de un
maestro herrero. Las calles estaban llenas de talleres de artesanos dedicados a la forja de armas y objetos mágicos, y la ciudad respiraba el arte de la metalurgia en cada rincón. La emoción de estar más cerca de nuestro objetivo era palpable, pero también sabíamos que esta ciudad llena de secretos y magia nos depararía desafíos, no sería tan fácil obtener la información necesaria para encontrar al maestro herrero.
Al entrar a la ciudad de Valencia, lo primero que hicimos fue buscar un lugar para descansar y obtener información sobre la ubicación de posibles maestros herreros. Después de su ardua travesía a través del desierto, todos necesitábamos recuperar fuerzas y trazar un plan para encontrar al herrero que nos ayudaría a forjar la espada mágica.
Nos dirigimos una posada local para alojarnos y dejar nuestras pertenencias. Una vez allí, se tomaron un tiempo para descansar, refrescarse y reponerse después de los rigores del desierto.
La posada era un refugio acogedor y hospitalario, perfecto para los viajeros cansados que buscaban descanso y
refugio. La fachada de la posada estaba decorada con enredaderas de flores coloridas y faroles que iluminaban la entrada. La entrada principal, con una puerta de madera tallada, daba la bienvenida a los visitantes con un ambiente cálido y hogareño. Al ingresar, nos encontramos en un vestíbulo amplio y bien iluminado. La recepción estaba atendida por un amable posadero que nos recibió con una sonrisa. Había un mostrador de madera pulida donde se realizaban los registros de los huéspedes.
La posada contaba con un área de descanso con cómodos sillones y sofás tapizados. Grandes ventanas de vidrio permitían la entrada de luz natural. En una esquina, un hogar de piedra con una chimenea crepitante ofrecía calor y comodidad.
Las habitaciones eran espaciosas y bien decoradas, con camas con dosel y sábanas limpias. Cada habitación tenía muebles de madera oscura y detalles artísticos en las paredes. Las ventanas ofrecían vistas a la ciudad o al patio interior.
El comedor de la posada servía deliciosa comida local y bebidas refrescantes. Las mesas estaban dispuestas con elegancia, y los camareros atentos ofrecían un servicio amable y eficiente.
La posada era un punto de encuentro para viajeros de diversas procedencias. Aquí, el grupo tuvo la oportunidad de interactuar con otros aventureros, comerciantes y lugareños, lo que nos proporcionó información valiosa sobre la ciudad y la posible ubicación del maestro herrero.
Además, luego de un merecido descanso, salimos a explorar la ciudad, visitando plazas, mercados y calles concurridas para hacer preguntas discretas sobre la ubicación de maestros herreros o talleres de herrería de renombre. A través de estas conversaciones y encuentros fortuitos con la gente local, esperábamos obtener pistas y referencias que nos acercaran a nuestro objetivo.
Yo me aparté del grupo y fui directo a la biblioteca de la ciudad en busca de registros históricos o antiguas crónicas que pudieran mencionar a maestros herreros o forjadores de armas mágicas.
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