La célula

Chicas una sugerencia, si están leyendo una novela y sienten que no es de su agrado abandonen, no veo la necesidad de calificar mal al escritor. Les aseguro que la mayoría de las que escribimos en Noveltoon no somos profesionales y no recibimos un peso. Como les he dicho sus comentarios nos animan a seguir, pero también una mala calificación nos bajonea.

Gracias hermosas por el apoyo.

Flor Inés Villamizar

Arthur Evans

Gaby se colocó de manera posesiva, no recordaba que me hubiese hablado de trabajos, pero era la excusa perfecta para alejar tanta tentación de mi lado. Creo que ya hasta volví a hacer virgen. La última vez que estuve con alguien fue hace cuatro años. 

Ante la fragilidad que siento de sentirme amada, de que alguien vuelva a hacer vibrar mi cuerpo, no resistiré por mucho tiempo y lo más seguro es que termine en su cama.

Si fuese René el que me invitara lo dirigiría sin pensarlo a una habitación de hotel, pero eso es solo una idea mía. ¡Con él mi tiempo paso! Estoy aterrizando en la realidad. No le di cabida a nadie en mi corazón e idealice un amor del pasado.

He decidido que al realizar este lanzamiento me tomaré un año sabático y le pediré a Lena, que se haga cargo de todo. No cometeré los errores del pasado, de iniciar una relación sin amor.

 Arthur siempre me ha atraído su porte elegante, su acento italiano, pero me enfrasqué en amar a alguien que a la primera me dijo adiós.

—¿Quién es la niña? —pregunta el Italiano. 

—Es mi sobrina, —respondo, esperando que la pequeña me siga la corriente.

—Hasta donde yo sé, tú solo tienes una hermana la cual solo tuvo un hijo. Y la hija de Karla, a quien consideras tu sobrina, ya es mayor de edad. Aunque no puedo negar el aire que tiene a ti —otra persona más que dice lo mismo ya no es coincidencia.

—Es una larga historia y no tengo tiempo ahora para contarla, quizás más adelante. Por el momento tengo que ayudarle a Gaby con la tarea —odio tener que dar explicaciones y peor cuando desconozco la verdad. 

—Entiendo. ¿Dime en qué les ayudo? —pregunta Evans ante la mirada iracunda de la señorita. 

—Gracias. ¡Tía! - dice sonriendo victoriosa la pequeña. —Tengo que hacer dos carteleras y una maqueta sobre la célula y sus partes. 

—Vamos al salón de diseño, allí hay todo lo que necesitamos —expreso señalando el camino.

Le paso pliegos de cartón, una bola grande de icopor lapiceros y pinturas. Comienza a dibujar, tiene mucho talento, nos indica como decorar. Mantiene mucho recelo con Arthur, vi como a propósito fingió tropezarse y le derramo un frasco de témpera arruinando su traje. Evans simplemente sonrió.

Si no supiera que no tienes hijos, juraría que ella es tu hija. Tiene tu temple y le vale lo que piensen. — Susurra a mi oído. 

No quiero suponer, pero sí mi hermana no me engaño. ¿Entonces qué? 

Terminamos sobre las 10 de la noche realizando las tareas de Gaby a todo le colocaba, pero. Nada la convencía. Repitió la maqueta 3 veces y Arthur fue la víctima de sus aparentes tropiezos. Lo dejo pareciendo un arcoíris de tantos colores que le echo encima.

Tuvimos que esperar media hora más para que los colores secaran antes de mover la tarea.  Tiempo que aprovecho Arthur para subir a mí apartaestudio, ducharse y cambiar su traje.

Sobre las once de la noche vamos en el coche del italiano, quien se ofreció a llevarnos. Nos sentamos los tres en la parte trasera de su amplio Mercedes. Él siempre mantiene chofer y alrededor de 10 escoltas. A Gaby la venció el cansancio y termino durmiendo sobre mis piernas.  

 Con anterioridad ella le había enviado un mensaje a su padre informándole lo que estábamos haciendo. Al llegar a casa la llamé con sumo cuidado para que despertara y bajáramos.

—Nena despierta, llegamos a tu casa —ella restriega sus ojos y los va abriendo poco a poco. Salimos del automóvil y la acompaño hasta la puerta.

—¿Ahorita te vas a ir para tu casa, cierto? ¿O vas a pasar la noche con ese Italiano horrible? —me interroga con molestia. «¿No sé por qué Arthur le cayó tan mal? Él intentó congraciarse, pero ella solo le regalaba miradas asesinas. Así que ni modo.»

—Iré a comer algo con él. Se lo ganó después de los 10 tarros de pintura que le lanzaste, es lo menos que puedo hacer. —expreso mientras carcajeamos al recordar el estado tan lamentable del pobre.

—¡Que sea solo para comer! —exclama en tono autoritario.

—Ok mamá —nos despedimos sonriendo.

Regreso al auto donde el Italiano me esperaba recargado sobre la puerta del coche. Al verme acercar la abre como todo un caballero ayudándome a ingresar.

Llegamos al restaurante, donde la zona vip estaba completamente reservada para nosotros.

—¿Cuéntame quién es la chiquilla? —es su primera pregunta, una que yo también me he realizado en los últimos días.

—Luego, en este momento, háblame de tu vida que te trae por esta ciudad…

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