No fue lo previsto.

—¡maldita sea!—grite mientras disparaba.

SeoHoon esquivo la bala, puso el cuerpo de otra persona delante de él para que no impacte en su rostro.

Hijo de perra.

Lo tengo corriendo mientras voy disparando tratando de acertar, pero con todo el caos alrededor, es difícil visualizar bien al objetivo.

—¡¿quien eres tu?!—gritaron desde las escaleras.

Recogí mi mochila y salte de la ventana no sin antes disparar a dos guardias que me esperaban.

—maldicion—murmure sacando la radio.

Alguien se abalanzo hacia mi haciéndome caer, empezó a golpearme el rostro, hasta que recibió un disparo directo en la cabeza, no tuve que voltear para saber que fue Michael quien lo hizo.

—¡encuentra a SeoHoon!—hable a través de la radio colocándome la mochila.

—esta en la casa junto a seis guardias alrededor suyo—me respondió.

Agarre un granada para lanzarla pero sentí un dolor fuerte en la mano, la dejé caer y recibí un disparo en la pierna.

—¡hijo de puta!—grite con dolor mientras miraba mi mano con una bala incrustada.

—¡¿quien eres?!—me grito uno de los guardias apuntandome con su pistola.

Corri hacia el ignorando el dolor en mi pierna, lo derribe y empecé a golpearlo repetidas veces en la cabeza haciéndolo desmayar, mientras Michael me cubría la espalda.

—¡mata a los guardias yo me encargo del otro!—hable por la radio mientras corría a la parte de atrás de la casa.

—a la orden.

Al instante sonidos de disparos impactando al vidrio se escucharon, los gritos aumentaron y el caos reino.

El número de muertos es mayor a lo previsto, no pensé que habría tantos guardias, al ser una fiesta supuse que no habría tanta seguridad.

—malditos imbeciles—me saqué la bala de la mano—debi explotar el lugar.

Me acerqué a la puerta trasera abriéndola un poco, visualice a SeoHoon solo en el medio de la sala.

¿no es demasiado fácil?

—¡oye!—grite disparandole en la pierna.

—¡maldito perro!—grito pero le di otro disparo en la pierna para que se callara.

Fue algo muy ingenioso de parte de Michael darme un modulador de voz para así darle unas palabras de despedida a mi querido prometido.

—¡que vergüenza para tu raza!—rei antes de sentir un dolor fuerte en el abdomen.

Yo y mi maldita boca.

Mire hacia atrás viendo a un Omega de cabellos castaños con un arma en la mano, me había disparado.

—oye pequeño—me acerque—dame el arma y no te matare—volvio a dispararme pero está vez en el brazo.

Maldito Omega.

—tú...—su mano estaba temblorosa—... ¿por... qué?

Se que es arriesgado lo que haré pero no hay tiempo que perder, pronto vendrán los policías y necesito deshacerme de él.

—¿por qué?—di un paso hacia el—tu dime—me descubrí un poco el rostro.

—ah...tu...—miro a SeoHoon unos segundos—...yo

Parece que lo entendió.

—corre.

El solto el arma para luego correr, al parecer entendió mi razon, tiene suerte por qué de otra forma lo hubiera matado.

—ahora tu...—senti un fuerte golpe en mi rostro.

—¡¿creíste que no te daría pelea?!—me agarro del cuello dándome otro golpe—¡bastardo!

Me tiró al piso subiéndose encima mío, no sin antes darme una patada en el estómago dejándome sin aire, empezó a golpearme la cabeza contra el suelo.

Creo que voy a desmayarme.

—¡¿quien eres?!—trato de sacarme la mascara.

—La... Parca—dezlize mi mano a su entrepierna apretándola fuertemente.

Se bajó de mi empezando a gritar, quise levantarme pero al hacerlo me sentí mareado, supongo que fue por el hecho de que me golpeó la cabeza contra suelo repetidas veces.

—Ah...

Me quede quieto unos segundos tratando de recobrar mis sentidos, pero a lo lejos escuché unas sirenas de policía, indicándome que el tiempo se acorta.

Oh, mierda.

Empecé a gatear hacia mi mochila mordiendome la lengua para despertarme de mi aturdimiento, la mano de SeoHoon atrapó mi tobillo arrastrandome hacía atrás.

—¡¿a dónde vas?!—agarro mi cabello provocándome un grito de dolor

—¡muerete!—le di un codazo haciendo que me suelte.

—¡ven aquí!—se colocó encima de mí tratando de agarrar mi máscara.

—¡¿por qué sigues vivo?!.

Empezamos a forcejear, el intentaba quitarme la máscara mientras yo lo impedía tratando de apartarlo de mi, pero fue inútil, el me dió un golpe que me dejó aturdido.

—¡no!

Me descubrió.

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