Cap. 9 ¿Qué? ..., ¿qué dijo?

Flavia fue a ver a sus amores, casi no se había acercado al lugar, sin embargo, sin que ella se diera cuenta, alguien había ido por ese lado, había logrado tener más información de la que Flavia quería que se sepa, pero eso lo sabría en unos días, ahí ella tendría serios problemas y entraría en una guerra sin cuartel.

—Aleida, gracias por ayudarme con esto, de verdad que estaba muy preocupada —dijo Flavia mientras besa a su querido Saúl y luego carga a cada uno de sus muñecos, quienes ríen y la miran alegres.

—Flavia, necesito que me digas lo que pasa, hace tiempo que no te veía tan afligida y preocupada, ¿quién es el padre de los niños que te ha puesto así? —Aleida dijo mientras Saúl fue a lavarse las manos para cenar.

—Aleida, te cuento todo cuando los niños se duerman, es largo y complicado, no quiero que me malinterpretes, por eso quiero explicarte bien como fueron las cosas —Aleida asintió y acompaño a Flavia en hacer cenar a los niños, llevó a sus amores a dormir y luego vino el momento de la verdad.

—Bien, aquí estamos, ahora quiero la verdad, quiero saber qué es lo que pasa con la procedencia del padre de los niños —dijo Aleida muy preocupada, Flavia no era de exaltarse por tonterías.

Después de un largo suspiro, Flavia comenzó a contar lo que había pasado, desde que su niño fue diagnosticado con esa anomalía en su corazón, absolutamente todo, hasta el enredo con Santiago, eso sí que era algo que la avergonzaba mucho, y no por lo que había aceptado por ese crédito, sino por lo que había pasado entre ellos ese año.

—Aleida, al principio, él era como alguien que quería solo sexo, no había ningún tipo de reacción emocional, sin embargo, nosotros teníamos una química sexual muy fuerte, la intimidad con él era desbordante, era lo mejor, llegó un momento en que …, en que yo me sentía terriblemente atraída hacia él, aunque a veces me hacía desplantes y decía cosas hirientes, yo lo entendía, él siempre había pensado que era la amante de su padre.

—Pero las cosas se complicaron, él comenzaba a ser más atento, más cariñoso, me mandaba comida al hospital cuando me quedaba ahí, me recogía del mismo cuando visitaba a Saúl, hablaba con los médicos sobre su cirugía y se aseguraba de que hagan todo lo necesario, los besos eran más apasionados, más dulces y suaves, pero no sé qué pasó.

—De un momento a otro él volvió a su actitud fría y desalmada, no, en realidad fue más fría y cruel que antes, me sentí profundamente dolida, aunque no debía tener expectativas, pero me rompió el corazón, las cosas que me decía, como se refería a mí, me sentía como una idiota, sin embargo, no tenía fuerzas para pelear, mi hijo estaba saliendo adelante, estaba mejor cada vez, el contrato terminaba y había apagado mi última cuota, así que solo quería alejarme de él.

—Sé lo que sentía por él, de cuánto lo odiaba y amaba, Santiago fue pasión, placer, decepción, odio, amor, y no sé qué más, pero no fue recíproco, de eso estoy segura, cuando supe que estaba embarazada, nunca se me ocurrió decirle, eran míos, él me odia y ahora viene a decirme que sabe que la amante de su padre era otra mujer y que conoce a su hermano, como si me interesara.

—No quiero que se disculpen o que quieran resarcirse para calmar sus almas negras y despiadadas, ahora, se fue y espero no verlo más, pero por si acaso, no quiero que saquen a los niños a ninguna parte, por lo menos un mes, después los llevaré a mi departamento en ciudad Marfil, es muy tranquilo y nadie sabe que mis padres están viviendo ahí y ya no en el campo —dijo Flavia mientras que Aleida tenía la boca abierta y no podía reaccionar, Flavia realmente era una mujer terriblemente fuerte, había soportado tantas cosas, tantos problemas en su vida.

Después de que Aleida se despabilara, le dio un fuerte abrazo, su hermana de corazón había pasado por muchas adversidades.

—Flavia, cómo no te encontré antes para ayudarte, de haber sabido te habría dado el dinero yo misma, te habría dicho sobre mi gran capital y te ayudaba, cielos, yo y mi magia de hacerme pasar por una mujer humilde, que triste — dijo Aleida con lágrimas en los ojos mientras Flavia sonríe.

—Ale, no sea tonta, yo ya había firmado ese contrato con Santiago cuando vine a vivir aquí, nos fuimos conociendo poco a poco y me ayudaste como nadie en el mundo, te agradezco mucho todo, pero ahora, necesito alejarme de ese hombre, llamaré a Gerardo para que se haga cargo de esto, yo debo alejarme del negocio para no toparme con ese tipo — dijo Flavia mientras acomoda la masa para llevar la vajilla a lavar.

Aleida la entiende, nadie se salva de un amor complicado y lleno de aristas, pero lo que Flavia tenía con Santiago era una relación marcada por malos entendidos, por rumores, unos investigadores ineptos que prefirieron acusar lo más obvio que buscar la verdad.

—Bien querida, así lo haremos, llama a Gerardo y que se haga cargo de esto, yo te apoyo siempre — dijo Aleida mientras Flavia sonreía con alegría, le aliviaba mucho ver que su amiga no la juzga por haberse metido con un hombre comprometido y además por dinero.

Los días pasaron muy tranquilos, Gerardo, un guapo hombre de 38 años, se reunió con Flavia para hablar de todo lo que se estaba haciendo, el negocio era muy beneficioso, sin embargo, Flavia sabía muy bien cómo llevarlo adelante, había trabajado años con los Flabel y había aprendido a hacer negocios muy rápido.

Gerardo estaba por volver a la capital donde están las oficinas administrativas de la haciendo “La Compañera”, entonces.

—Jefa, hay un hombre que la busca, dice ser un abogado, es el Dr. Samuel Angers, dice que necesita hablar con usted y es urgente — dijo Leila, quien estaba preparando todo para ir con Gerardo a la capital.

Flavia frunció el ceño, no entendía nada.

—Bien, dile que pase, no entiendo nada, pero veamos lo que tiene que decir — dijo ella con una hermosa sonrisa.

El hombre entró al lugar y vio a la hermosa mujer que tenía enfrente y solo pudo entender la situación, y a su amigo haciendo todo esto.

—Buen día, soy Flavia Santino, dígame ¿en qué le puedo ayudar? — dijo ella mientras que el hombre se repone y saca un documento.

—Buen día, Señorita Flavia, soy Samuel Angers y soy representante legal de Santiago Flabel, vengo a entregarle una citación por la solicitud de paternidad de dos niños, mi cliente quiere que se le restituyan sus derechos sobre los menores que son sus hijos biológicos, estamos hablando de Thiago Santino y Luna Santino, es una demanda de paternidad y custodia — dijo el hombre mientras que Flavia casi se desmaya, se tambaleó un poco, pero trato de reponerse y preguntó aún aturdida.

—¿Qué? ..., ¿qué dijo? — murmuraba mientras se siente desfallecer.

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