Capitulo 17

Para Yeikol ella era un misterio. “¿por qué no puede aceptar la realidad y tratar de relajarse?”, se preguntó él.

— Señor, ¿por qué Alfred no lo acompaña?

— ¿Acaso quieres hacer un trío?— preguntó y se tomó un sorbo de whisky.

— Aparte de enfermo, insolente.

Yeikol se terminó su trago y le indicó caminar hacia el pasillo. Entraron a la habitación que sería de romance, luego pasaron a la de sumisión.

Muriel permaneció de pie, puesto a que, no sabía qué hacer. Yeikol se colocó detrás de ella, le echo a un lado el cabello que adornaba su delicado cuello. Le dio un casto beso y exhaló profundo, dejando salir su aliento con olor a whisky. Ella sintió un escalofrío por todo su cuerpo, tanto así, que se le erizó la piel. Él, metió una mano por debajo de la falda, recorriendo su pierna, y con la otra le sujetó el cabello.

Mientras ella temblaba de miedo, él sentía placer. Yeikol llevó ambas manos a los pechos de Muriel y los tocó por encima de la blusa. De un tirón le rompió todos los botones, acción que la hizo sobresaltar. Delicadamente, le retiró el sostén, y empezó con su perverso juego de ser amo. La sujetó a la mesa de terciopelo bocabajo, y de la misma forma que le hizo la primera vez, le cortó la falda y la ropa interior. Dejándola totalmente disponible para él.

La castigó con un látigo, dándole en las nalgas. Después de jugar se colocó el preservativo y se hundió en su interior por completo. Ella no se podía mover, tenía sus brazos y piernas sujetados a la mesa. 

Las estocadas de Yeikol al principio eran fuertes, salvajes. Tan molestas, que Muriel tuvo a punto de gritarle que se detuviera. Después de unos minutos, cambió completamente, ahora eran suaves, placenteras, apacibles, capaz de enloquecer a cualquier mujer con sus movimientos.

Los gemidos de ella hacían eco en la habitación. La presión que él le ejercía en la cintura, era descomunal. Esa sensación de sentirse deseada le causaba más placer. Después de varios movimientos más, ella llegó a su orgasmo. Él lo pudo sentir e hizo lo mismo, no sin antes dejarle una mordida en la espalda.

Yeikol se dirigió al baño, se duchó y salió varios minutos después. Muriel continuaba en la misma posición, sujetada a la mesa.

“Es un indolente, no tuvo la delicadeza de desatarme antes de ir al baño. Pero claro, a él que le importa mi sufrimiento”.

Yeikol se acercó a ella y le acarició la piel suavemente. Le tocó su parte íntima a fondo, mojando sus dedos de flujo, y sonrió satisfactoriamente. Luego se puso frente a ella e intentó introducir los dedos en la boca de la mujer, y ella volteó el rostro.

— ¿Se tiene asco usted misma?

— No, pero eso es desagradable.

Él no dijo nada, la desató, y salió de la habitación

Nuevamente, Muriel se había quedado sin ropa. No le quedó más que elegir una prenda del armario, después de darse una ducha. Eligió un vestido rojo, elegante, pero más reservado que el anterior. Se paró en la ventana a esperar a Yeikol, quien no estaba presente. Para ella, era gratificante observar la naturaleza, las aves volando, y el viento soplar. Podría pasar horas admirando la hermosa vista.

Yeikol estaba en la sala de estar, hablando con su esposa por teléfono. Sintió una pulsada en el corazón, cuando escuchó del otro lado de la línea, “Amor ayudé a preparar el almuerzo, ¿A qué hora llegan?”

Para Milena, ellos estaban en un partido de golf. “Amor, no creo que lleguemos a tiempo para almorzar, pero, ¿que te parece si cenamos fuera?”, le respondió a su esposa.

“Está bien. Que se diviertan. Te amo”, le dijo Milena, con su dulce voz.

Yeikol cerró la llamada, se reclinó hacia atrás y respiró con pereza. Miro la hora, y todavía estaba a tiempo de almorzar con su pareja. Pero por alguna razón, prefería estar con Muriel. Quería estar con ella por última vez, ya que iba a cancelar el contrato.

Él volvió a la habitación, y la encontró mirando a través de la ventana.

— ¿Por qué se puso ese vestido?

— Perdón, señor, fue lo más apropiado que encontré.

— Desnúdese.

— ¿Qué? ¿Cómo?— preguntó confundida.

Yeikol estaba desnudo, únicamente tenía una toalla envuelta en la cintura, la cual dejó caer al escuchar las preguntas de Muriel. — ¿Esto le dice algo?— preguntó acercándose a ella, con su virilidad erecta.

Ella retrocedió. — Pensé que con lo que pasó, era suficiente para usted.

— ¿Me considera un poco hombre? — la acorraló a la pared.

— Eso fue lo que demostró ayer.— dijo inocentemente.

— Muriel, ya hubo mucha plática entre usted y yo, ¿No lo crees?

— Sí, señor.

Él la tomó de la mano y volvieron a la habitación de sumisión. Ahí pasaron horas, teniendo sexo salvaje. Sexo sin besos, sin caricias, sin palabras, doloroso, y placentero. Yeikol la posicionó de todas las formas que deseó. Ella solo obedeció a todas sus peticiones sin protestar, y la realidad fue que ambos tuvieron excitantes orgasmos.

Estaban listos para irse de la cabaña. Yeikol le abrió la puerta del auto y le preguntó. — ¿Le pasó algo? La noto extraña.

— Disculpe, señor, ¿Cómo se supone que debería estar, después de cómo me trató ahí dentro?

— Como no la hace sentir su esposo, supongo.

Muriel únicamente le dedicó una mirada de reproche. Él estaba en lo cierto, pero no debería de mencionar a su pareja.

Iban en el auto, y, eran dos extraños compartiendo el mismo bus. Quien diría que unos minutos atrás, ambos cuerpos chocaban y emitían sonidos de placer.

Yeikol dejó a Muriel en el lugar de siempre, precisamente una calle poco transitada. Ella se sentó en una de las banquetas, y ahí unas lágrimas rodaron por sus mejillas.

Una señora de más o menos cuarenta y cinco años de edad, estaba sentada en la otra banqueta. Tenía un cigarrillo en la mano y un aspecto de prostituta mal pagada.

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Comments

Rosa Magdalena Chávez

Rosa Magdalena Chávez

que irá a pasar. otra vez llega con un vestido diferente

2024-05-13

1

Avineisi guedes

Avineisi guedes

pero es que vos decís unas vergas mija yaaaaaaaa ya

2024-05-13

0

Avineisi guedes

Avineisi guedes

🤣🤣🤣🤣🔥🔥🔥🔥🤣🤣🤣🤣🤣

2024-05-13

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