Capitulo I El verdadero Dylan

Mi nombre no es muy importante, igual se los diré me llamo Annia actualmente tengo veinticinco años, no tengo mal cuerpo por lo menos eso creo, mido 1.70 m, mi piel es blanca, mis ojos son verdes y mi cabello es como dorado, realmente soy bonita, bueno eso lo sé ahora, les cuento cómo empezó mi pesadilla.

Hace exactamente quince años mis papás y yo estábamos de visita en casa de unos amigos de ellos, nunca había ido a esa casa,, por tanto,, no conocía a nadie, decidí ir al jardín a ver qué tan bonito era, pues si había uno bonito querría decir que estás personas eran buenas pues cuidaban de la naturaleza, si era demasiado ingenua en ese entonces y creía en los cuentos de hadas, pero bueno que niño no lo hace. Estaba viendo el hermoso jardín que está gente tenía me pareció un sueño empecé a caminar y a lo lejos vi una sombra al perecer era un niño cuando me acerque ahí estaba el niño más lindo que jamás vi, estaba embobada con este niño que al parecer tenía dos años más que yo, bueno eso pensé...

Me acerqué a él y vi en su mirada una gran tristeza, eso me dolió mucho pues no entendía por qué este niño me atraía tanto, pues solo tenía diez años y no sabía nada del amor.

Annia: hola, que tienes por qué estás tan triste?

Niño: hola, solo salí a ver la luna, mírala está hermosa.

Y si era una hermosa luna llena, estaba tan grande que parecía se podía tocar, quedé embelesada viéndola cuando mi nuevo amigo empezó a tocar.

Annia: que tienes? Estás bien?

Niño: realmente no estoy bien, estoy muy enfermo y mis padres están buscando médicos para salvar mi vida.

Entonces entendí por qué estaba aquí, pues resulta que mis padres son médicos oncológicos, eso quería decir que mi amigo tenía cáncer, lo acababa de conocer y me caía bien, como era posible que un niño tan pequeño estuviera pasando por tan horrible enfermedad, la tristeza me invadió, entonces ahora éramos los dos tristes.

Annia: sabes solo ten fe y verás como sanas además mis padres son los mejores estoy segura te ayudarán. Estuvimos hablando alrededor de dos horas, este niño era muy maduro y por un tiempo se olvidó de su enfermedad... Al cabo de un rato mis padres salieron por mí, ellos saludaron a mi amigo y después me llevaron a casa, yo estaba perdida en mis pensamientos mientras mis padres hablaban de la enfermedad de mi nuevo amigo.

Pasaron casi ocho años desde aquel dia que conocí al niño más dulce que jamás había conocido, dos meses antes de mi cumpleaños número dieciocho mis padres sufrieron una accidente en el que lamentablemente perdieron la vida, yo estaba devastada, mi vida se había vuelto un caos, no quería saber de nadie, un día llegaron unos señores a mi casa y se presentaron como los señores Casanova esas personas me parecían conocidas y no lograba recordar donde los había visto, estos me dijeron que eran muy buenos amigos de mis padres y que le debían la vida de su hijo, así que ellos cuidarían de mi hasta que yo estuviera bien, me llevaron a su casa mostrando un documento donde decía que eran mis tutores legales hasta cumplir los dieciocho, no entendía por qué mis padres habían hecho algo así, pero en ese momento no tenía fuerzas para discutir con nadie, acepte irme con ellos igual no quería estar en casa de mis padres eso era una tortura para mí, llegamos a casa de estos señores y otra vez ese dejavu volvió era como si ya hubiera estado aquí, los señores me dijeron que hace mucho tiempo yo había venido a esta casa con mis padres y es ahí que recordé al niño que había conocido.

Me llevaron a una habitación y me dijeron que esa era mía y que cualquier cosa no dudará en buscarlos, me presentaron a todos los empleados y por último me llevaron a un estudio donde se encontraba una joven este estaba hundido en sus papeles cuando los señores Casanova lo interrumpieron.

Adolfo que es como se llama el señor Casanova lo llamo por su nombre y para mí fue el nombre más bello que jamás escuché.

Adolfo: Dylan hijo te presento a la señorita Annia Soler ella es la hija...

Dylan: no me interesa conocer a nadie ahora estoy trabajando.

Adolfo: siempre eres tan grosero, esa actitud tuya me está cansando y en cualquier momento te voy a desheredar.

Ese momento fue muy incomodo para mí, este hombre ya no era el mismo chico amable que había conocido, como cambian las personas con el tiempo, pensé

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