Capítulo 5 "Encuentro en la Penumbra"

Cassian

La biblioteca abandonada susurraba secretos mientras mis pasos resonaban entre las sombras. Villa Esperanza se transformaba en un escenario donde el pasado y el presente danzaban en una coreografía de misterio. Me adentré más en el lugar, siguiendo un rastro que parecía perderse entre estantes desgastados y pilas de libros olvidados.

El aire estaba impregnado de un silencio casi palpable, solo roto por el murmullo distante del viento. Cada paso parecía una reverberación en la eternidad de la noche. No sabía qué buscaba exactamente, pero la necesidad de respuestas me impulsaba más allá de la penumbra.

Fue entonces cuando vi una figura entre los destellos de polvo danzante. Una mujer, con los ojos cautivos por la misma intriga que me llevaba a mí. La desconocida, sin saberlo, exploraba los mismos recovecos oscuros en los que yo me sumergía. Observé desde la penumbra, sintiendo el pulso de la biblioteca latir al ritmo de nuestros misterios compartidos.

Decidí no revelar mi presencia de inmediato, permitiéndole a esta chica misteriosa descubrir el espacio en silencio. Me moví con cuidado, sorteando sombras proyectadas por la luz de la luna que se filtraba entre las rendijas de las ventanas. Cada paso era un acercamiento sigiloso hacia un encuentro que sentía predestinado.

En la penumbra, capturé un destello de su rostro iluminado por la luz tenue que se colaba desde el exterior. Su mirada reflejaba el mismo caleidoscopio de preguntas que había en los míos. Nos encontrábamos en un espacio donde las sombras del pasado se deslizaban junto a las sombras del presente.

Mis ojos se posaron en la fotografía que sostenía entre las manos. La Plaza del Tiempo, con sus recuerdos de risas infantiles y secretos enterrados, se convertía en el telón de fondo de nuestra convergencia. La fotografía hablaba de un tiempo que nos pertenecía a ambos, aunque de maneras distintas.

El roce de mi sombra en la pared anunció mi presencia, pero decidí esperar. Quería que ella sintiera mi cercanía antes de que nuestros ojos se encontraran. Entre los estantes de libros desgastados, ella se movía como un espíritu curioso, y yo, como un espectador silencioso, seguía su danza en la penumbra.

Finalmente, cuando estuvo lo suficientemente cerca, dejé que mi sombra se desvaneciera, revelándome al borde de su campo de visión. La mujer detuvo su exploración y, por un instante, nuestros ojos se encontraron en el silencio compartido y sentí como el mundo se detuvo en ese momento, no importaba nada, solo éramos ella y yo. En ese encuentro, las sombras de nuestros pasados se entrelazaron, y un eco lejano resonó como una premonición en la biblioteca olvidada.

Nuestros destinos, marcados por la búsqueda de respuestas y la danza de sombras que nos perseguían, se cruzaron en un encuentro lento pero inevitable. En ese instante, Villa Esperanza se convirtió en el escenario donde dos almas inquietas, unidas por la intriga y el misterio, comenzaban a tejer un destino compartido en la penumbra de la noche.

La intensidad de la mirada compartida pareció desencadenar un sutil cambio en el ambiente. La biblioteca, antes silenciosa y casi opresiva, comenzó a ceder ante una energía que se sentía cargada de significado. El aire se llenó de un zumbido imperceptible, como si el pasado mismo estuviera reaccionando a nuestra presencia.

La mujer, con la fotografía en la mano, avanzó un paso hacia mí, como si sintiera que en ese momento algo importante estaba a punto de suceder. Yo no sabía cómo explicarlo, pero la conexión entre nosotros era innegable, como si estuviéramos destinados a cruzar nuestros caminos en este rincón olvidado de Villa Esperanza.

—¿Quién eres?.—

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