Capitulo 19. Recriminación

Mía.

Les ha pasado alguna vez que imaginan una cosa, pero que cuando sucede es todo lo contrario a lo que quisieron, pues a mí me pasó y déjenme decirles que no es nada gratificante que las cosas se te volteen.

Yo quería molestar a Lían, hacerlo enojar y rabiar para que después hiciéramos las paces volviéramos hacer amigos así como antes, pero nada fue lo que planee, Lían me odia y no sabía que eso me doliera tanto.

Ya ha pasado casi dos meses desde que fue mi cumpleaños y desde que abordamos el jet en Alaska dejó de hablarme, de mirarme y lo que más duele es que cada que lo hace me mira con desprecio.

Pero a pesar de todo eso, como la hija de puta que soy, no le demuestro que su indiferencia me está destrozando por dentro, al contrario, cada que lo veo por los pasillos del colegio hago de cuenta que no está, que mi mundo es mejor sin él, sin mi orangután.

- ¿En serio lo vas a hacer?-. Me pregunta Clara un poco dudosa por lo que haré.

- Nunca he estado tan segura de algo-. Le respondí sin dejar de mirar mi objetivo.

La cancha de fútbol está llena por el entrenamiento del equipo de nuestra escuela, están preparándose para las nacionales y si pasan se irán a las internacionales, algo que el colegio ansía conseguir desde hace siete años.

Camino segura de lo que haré, soy una mujer vengativa y jamás olvido cuando me joden, muchos menos cuando incluyen a mis amigas o a mi hermano, porque si, a pesar de pasar las veinticuatro horas del día peleando, amo a mi alocado hermano.

Casandra está en la cancha preparando su nueva coreografía para la presentación del equipo en el primer partido de las nacionales, falta un mes para que eso sucede y por eso es hora de que esa mujer cepa que es meterse con Mía Anastasia Evans.

- Buenos días-. Saludo amablemente.

La susodicha para lo que está haciendo y se posa frente a mí intentando que me intimide, pero no lo hace y hace que su ceño se frunza.

- ¿Ahora que quieres Evans?-. Pregunta con soberbia.

Ya te bajaré yo, esa soberbia.

- Soy la nueva integrante del grupo-. Digo con una sonrisa de oreja a oreja.

Casandra echa a reír acompañada de su séquito de amigas hasta Abby sonríe de medio lado, pero eso en vez de bajarme los ánimos, me crece el ego, pues ya quiero ver las caras que ponen cuando sepan que es verdad.

- No pensé que fueras tan graciosa-. Finge secarse una lágrima de la risa que le causé.

- Y yo no pensé que fueras hueca-. Me le burlo.

- ¡¿A quién has llamado hueca?!-. Grita para que el entrenador la escuche.

- A ti-. Le susurro al ver que el entrenador camina hacia nosotros.

Casandra se yergue y me mira con superioridad, se cree que es mejor que todas aquí y estoy casi segura que su séquito solo la siguen por su popularidad.

- ¿Qué está pasando aquí?-. Dice el entrenador llegando a dónde estamos.

- Fede-. El entrenador la mira enojado-. Disculpe, entrenador Federico, Evans ha venido a molestar otra vez-. Se queja.

El entrenador posa su mirada en dónde estoy, pero ni eso me intimida, es más, me causa gracia porque yo sé a lo que vine y no me iré hasta que lo consiga.

- Evans que bueno que hayas venido, ¿estás lista?-. Me pregunta desfigurando el rostro de Casandra.

- ¡Que!-. Dice rebosando de la rabia.

Federico la mira mal y me dice que prosiga, le pido unos minutos para cambiarme y me voy a los camerinos de los futbolistas, me visto con la ropa acorde a lo que voy a hacer y salgo lista para aplastar y poner en su lugar a la chica que vota lava por los ojos.

El entrenador me dice que prosiga y así lo hago, él no es quien nos evalúa, pero la profesora no pudo venir y le pidió que fuera jurado y diera el punto bueno.

Mi coreografía es una mezcla de pop y electrónica, llevo tres meses preparándome y estoy cien por ciento segura que lograré entrar al grupo. Termino con una sonrisa en mis labios y con el corazón galopando desenfrenado, los aplausos de las personas que vinieron a ver el entrenamiento no se hacen esperar.

- Estás dentro-. Me dice el entrenador y grito de la alegría acercándome a Clara.

- ¡Entre!-. Me abraza y saltamos como dos crías en primaria, pero eso es lo que menos me importa.

Casandra está que echa humo por las orejas, se le acerca al entrenador a reclamarle, pero este pasa de ella y no le queda otra alternativa que venir hasta donde estoy.

- Te haré la vida imposible-. Me amenaza.

- Eso ya lo veremos, recuerda que ya estoy adentro y lo segundo que haré es quitarte el puesto de líder-. Le dejo claro y me devuelvo a los camerinos.

En el camino Anderson me abraza gritando que está orgulloso de mí y Dylan me da dos besos, una en cada mejilla causando que me sonroje.

Dos pasos más adelante está Rolan, Abby y Lían, los dos últimos abrazados como si fueran personas que se amaran.

- Felicidades, pequeña revoltosa-. Me dice Rolan abrazándome.

- Gracias, pequeño pícaro-. Le guiño el ojo y me da un beso en la frente.

Me abraza de la cintura, pero no me molesta, Rolan y yo tenemos una linda amistad y nos une el amor que le tenemos a Dana.

- Es bueno tener un apellido que te ayude en estas situaciones-. Me dice Abby de la nada.

- A veces-. Le digo encogiendo mis hombros.

- Pero no crees que es injusto que muchas con más talento no tengan la posibilidad de entrar, y que tú, una caprichosa lo hubiera hecho con el simple chasquido de tu padre-. Sé que dice eso para hacerme quedar en vergüenza con los dos chicos que están aquí.

- ¿Envidia?-. Le pregunta Clara con burla.

- De Mía-. Me mira de pies a cabeza-. Jamás.

- Dilo más fuerte para poder creerte-. Dice Clara.

Abby abraza a Lían y le da un beso, y aunque me arda por dentro no lo demuestro, únicamente los miro elevando una ceja, como diciendo que eso no me interesa en lo absoluto.

Clara me dice que sigamos nuestro camino y así lo hago, pero con mi cabeza en alto, no tengo de que avergonzarme, sí, use el apellido que llevo para que me dieran una oportunidad, no para ingresar, pero sí para presentarme, porque conociendo a Casandra, ella no me hubiera dado ni siquiera la hoja para poner mi nombre, por eso recurrí a mi papá para que me ayudara a que la profesora me diera la oportunidad de presentar mi coreografía, el resto me lo gané por mis méritos.

- ¡Aunque pensándolo bien, si hay algo que envidió de Mía!-. El grito de Abby nos detiene.

Todos miran en mi dirección y sé que esa víbora quiere hacerme quedar en ridículo, pero no le voy a dar el gusto aunque...

- Sabía que se la tenías-. Es Clara la que se devuelve donde está Clara haciendo que yo haga lo mismo.

- A, pero no te emociones niña, que lo único que envidió de Mía es su apellido, pues sería increíble usarlo para mis beneficios, como por ejemplo siempre ser la mejor en el aula o entrar al grupo de las porristas, como lo ha hecho hoy-. Dice con burla.

Los murmullos no se hacen esperar, y eso si que me desestabiliza, pero no lo demuestro, miro fijamente a Abby que sigue sonriendo con burla y empuño mis manos, algo que siempre me enseñó mi abuela fue hacer que las personas se dañen por sí solas.

- Y tú con envidia por no tener un apellido como el mío, apellido por el cual hoy estás aquí estudiando con las comodidades que te da está institución, pero que aun así te encargas de desprestigiar no solo a los profesores sino a las personas que en verdad te quieren ¿o es que acaso no eres líder del grupo en redes sociales que a cada nada le tira hate a este colegio?-. Le recuerdo y enfurece.

- ¡Eso es mentira!-. Grita.

- ¿Entonces no te importaría que le mandara el link a todas estas personas para que ellos decidan si es verdad o mentira lo que acabo de decir?-. Le pregunto agarrando mi celular.

En dos pasos la tengo frente a mí arrancando mi celular de mis manos y tirarlo al césped.

- ¡Tú no harás nada!-. Sus gritos son reconfortantes para mí.

Me empuja y no me defiendo aunque ganas no me faltan, porque como dije antes, mi abuela me enseñó a qué las personas se dañen por sí solas y he aquí el resultado.

- ¡Abigaíl Ramos, suficiente!-. El entrenador hace tronar su voz.

Abby deja de agredirme y aunque me llevé uno que otro aruño, la gratificante sensación de que no necesite caerle golpes a nadie calma el ardor de mis rasguños.

- Entrenador es que Mía me...

- ¡Silencio!, que no soy ciego para no ver que fue usted la que empezó la agresión, así que está suspendida por una semana-. Declara.

- Pero profesor...

- ¡Dije que silencio!-. Vuelve a gritar yéndose a las duchas.

Con una sonrisa burlesca me le acerco lo suficientemente cerca para que solo me escuche ella.

- Conste que está vez no necesité mi apellido para que te suspendieran, solo tu enojo-. Le susurro.

Su cara se deforma y sin prevenir me gano una cachetada que me hace girar el rostro, pero esta vez no me pienso dejar e intento irme contra ella, pero las manos de Dylan sujetan mi cintura.

- ¡Eres una hija de puta Mía, todo esto es culpa tuya!-. Me grita intentando irse encima de mí, pero es Rolan quien la sujeta.

- ¡Yo no tengo la culpa que seas tan hueca y que esa boca solo la uses para chupar diferentes pollas!-. Forcejeo con Dylan para que me suelte, porque a esta tipa le cobro la cachetada que me dió.

Lían aparece en mi campo de visión cuando me logro zafar de los brazos de Dylan y voy por su estúpida novia.

- ¡Ya basta, Mía!, ¡Madura de una puta vez y deja de joderle la vida a los demás¡-. Me grita.

Su grito me enfurece más, Abby se suelta de Rolan y lo abraza sollozando, él la consuela y eso me mata por dentro.

- Otra vez defendiendo sin saber lo que a...

- Lo vi y escuché todo-. Me corta.

- Ya, entonces después no vengas a disculparte por ser un gilipollas-. Le digo.

- Créeme que lo último que haría es eso, hoy ya me quedó claro lo que eres realmente-. Sus palabras, sus putas palabras me destrozan por dentro.

No digo nada y me trago el nudo que se formó en mi garganta, Clara me dice que nos vallamos y así lo hago, me voy a las duchas y me quedo por unos minutos calmando mi enojo y consolando mi corazón de las duras palabras que me dijo Lían.

Clara me informa que se tiene que ir porque quedó un chico y solo le deseo suerte, yo también quiero ser como ella, salir con el chico que me gusta, tomar helados, ir al cine y pasear por el parque, pero...

La puerta de los baños se abre y unos pasos se detienen a pocos metros de dónde estoy.

- Mía ¿estás aquí?-. La voz de Lían resuena en el baño.

Capullo, ya se vino a disculpar.

No le contesto porque está vez sí que se pasó, y si vino a disculparse no se la voy a poner fácil.

- Bien, si no quieres salir está bien, solo vine a decirte que ya fue suficiente, que eres una persona dañina y que no quiero que te vuelvas a acercar a Abby por…

- ¿Algo más?-. Lo interrumpo saliendo de las duchas en toalla.

Me mira de pies a cabeza y niega con el ceño fruncido, retrocede porque estamos muy cerca.

- Si, que estaría mejor que si te vas a dirigir a mí sea por algo relacionado con Dana o sería mucho mejor que solo cuando sea tu cumpleaños, después de todo ya solo faltan tres, bueno dos porque el último deseo es mío y...

- Bien-. Le corto su discurso.

- ¿Estás segura?-. Pregunta dudoso.

- Siempre he dicho que si tu deseo lo pides de corazón, se te cumple-. Me encojo de hombros.

Me vuelve a mirar de pies a cabeza y no se va, al contrario, se queda allí parado esperando no sé que.

- ¿Se te olvidó algo más por decir?-. Le pregunto al ver que no se va.

- No-. Responde.

- Entonces porque sigues aquí-. Ya quiero que se vaya.

- No sé cómo creer en tu palabra-. Dice y mi enojo vuelve.

- Si a eso le temes, no te preocupes y si tu deseo es que no te vuelva a hablar, mirar o siquiera verte en los pasillos del colegio, tranquilo que soy buena cumpliendo deseos-. Le dejo claro.

- Eso no fue lo...

- ¡Lárgate Lian!-. Me hace salir de mis casillas.

Se va y me derrumbo, mis lágrimas contenidas en todo el día salen a flote y allí en esas cuatro paredes frías me dejo recriminar el haberme enamorado de Lían, el mejor amigo de mi hermano....

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