Lían.
Una vez me dijeron que cuando una mujer quiere conseguir algo, pues lo hace, si importar que tenga que hacer, a ellas solo les interesa es el resultado y ya.
Nadie más que mi hermana sabia del odio que le tengo al frío, es que nunca me agradó, por eso me enojé con ella cuando la niñata de mierda hizo de todo para que me quedara sin opción ante su estúpido pedido de que fuera a Alaska a su cumpleaños.
Me sentí traicionado por mi hermana, pero según ella, con eso se cobraba el no haberle defendido de los abusos de Casandra, aunque yo sé que a Dana no le gusta ser la damisela en apuros y que me dijo eso porque de seguro fue otra de las estúpidas ideas de Mía.
Mi genio está dependiendo de un hilo, que estoy seguro que si alguien me pone un termómetro explota por la ira que carga mi pecho. Desde que subí al jet privado de los Evans no he hablado, no he sonreído y no me he levantado ni movido, estoy con mi cara de que odio está idea aunque a nadie le importe.
Unos asientos más adelante de mí está Mía con la farisea de mi hermana, a cada nada se están susurrando cosas al oído y una que otra vez Dana me mira con disimulo.
- ¿Vas a estar así todo el viaje?-. Pregunta Anderson y sin mirarlo asiento-. Te vas a aburrir.
Me encojo de hombros, porque no pienso decir ni una sola palabra, me vuelve a hacer preguntas a la espera de que yo hable, pero mi boca se mantiene cerrada.
- Sabes, ayer me encontré con Abby y adivina con quién la vi-. Me dice Rolan, que está sentado a mi lado.
Esa es la parte que más me tiene cabreado, que Mía Evans invitó a todos mis amigos y apuesto cualquier cosa que su estúpido deseo va a hacer peor que ir a pasar un cumpleaños en medio de hielo y nieve.
Tampoco le hablo a Rolan, pero como es un gilipollas, sigue hablando aumentado mi cabreo.
- No sé que relación tengas con ella, pero estaba bien acaramelada con otro tío, por poco y ambos se tragaban con el beso que se estaban dando-. Se estremece como recordando lo que vio.
Lo miro con una ceja alzada, para recordarle que no me importa Abby, ni ninguna otra chica, que ahora solo estoy enfocado en la mujer que se acaba de levantar y caminar hacia donde estoy.
No sé porque la detallo de pies a cabeza, pero lo hago y eso me molesta más y prefiero apartar la vista de ella.
Cuando presiento que viene hacia donde estoy sentado, me vuelve a sorprender al irse dónde yace Dylan, que está recostado en uno de los asientos con los audífonos en los oídos.
Dylan al verla, se levanta rápido y se quita los audífonos sonriéndole con nerviosismo, ella se sienta y después de decirle algo, él le entrega uno de sus audífonos para que escuche lo que estaba escuchando.
- ¡Qué romántico!-. Suspira Rolan ganándose una mala mirada de Anderson que al igual que yo no quita la vista de ese lugar.
- Romántico mi polla, ya no me está gustando el cortejo de Dylan hacia mi hermana-. Se cruza de brazos.
- ¿Qué tiene de malo?-. Pregunta Rolan-. Creo que hacen una linda pareja, además Dylan es ideal para Mía.
Mi cabreo aumenta con lo que acaba de decir Rolan y sin controlar mis impulsos, lo tomo por la camisa para dejarle algo muy claro.
- Ni Dylan, ni nadie es ideal para Mía, por el simple hecho que...
- Que, que-. Me reta Rolan con una sonrisa victoriosa en el rostro.
Despacio, miro a mi alrededor y todos están pendientes a nuestra pequeña discusión, incluso la chica de ojos azules que me mira con el ceño fruncido.
No quiero ser alarmista, pero por la actitud de todos, creo que me han escuchado y ahora no sé cómo explicar lo que acabo de decir.
Con mi cara de pocos amigos, me levanto y me encierro en el baño, no salgo hasta que el jet aterriza y cuando lo hago no miro a nadie caminando hasta la salida.
Rolan se me ríe con burla desde donde está y tengo ganas de quitarle esa sonrisa de un guantazo, pero ya me las cobraré.
Las familias se dividen en tres camionetas que nos están esperando en la pista de aterrizaje privado, los Evans se van en una junto con Dana y Nora.
En la otra se van los Guerreros con la otra amiga de Mía, que no sé cómo se llama, pero por lo que veo está colada de Rolan.
Finalmente en la última camioneta nos vamos mi familia y Dylan, que no se subió a ninguna de las otras camionetas porque de seguro quiere que le explique el porque de haber dicho lo que dije.
- No voy a decir porque lo dije-. Le digo antes de que pregunte.
- No entiendo que te he hecho, pero si piensas que Mía será una más en mi lista, déjame decirte que no, que ella me gusta mucho y la quiero para algo serio-. Se sincera y eso me enoja.
Me enoja, porque sé que es verdad, Dylan es buen muchacho y el hombre ideal para Mía, tal cual lo dijo Rolan, pero yo no quiero que lo sea.
- Solo diré que Mía es una niña todavía y dudo que a Anderson le guste que la andes cortejando-. Digo como si no me importara.
- De Anderson me ocupo yo, lo único que quiero es que no te metas en lo que estoy construyendo con Mía-. Me deja claro antes de ponerse los audífonos.
Tengo que empuñar mis manos para no partirle la cara, Mía no puede tener nada con Dylan, porque apenas tiene trece y ella debe enfocarse en sus estudios, además...
- ¿Todo bien allá atrás?-. La pregunta de mi madre me hace mirarla por el espejo retrovisor.
- Si-. Murmuro solo, ya que Dylan está escuchando música.
Mi madre no me quita la mirada de encima y ya sé la que se me viene, ella tiene cierto odio por los Evans, no sé su motivo, pero siempre los ha repudiado, según ella porque a casa instante andan presumiendo los lujos que los rodean.
Aunque yo sé que eso no es verdad, los Evans a pesar de ser multimillonarios, son muy sencillos y humildes, pero como a mamá le caen mal siempre dice lo contrario.
Las camionetas se estacionan en una hermosa casa de tres pisos, es un poco rústica, pero se ve increíble con el paisaje que la rodea.
- ¡Sean todos bienvenidos!-. Dice el papá de Anderson abriendo la puerta de su casa.
Mamá resopla, pero a papá le da igual y se adentra a la casa con el padre de Rolan, yo estoy por hacer lo mismo, porque el frío me está congelando las pelotas, pero mi madre me retiene.
- No quisiera enterarme que andas tras la hija de los Evans, porque no quiero tener lazos de ningún tipo con esa familia-. Me dice.
De malas ganas me suelto de su agarre, ya sé que odia a todos los Evans, pero lo que no entiendo es porque vino si tanto odio les tiene.
- Entonces deja de venir a cada reunión que nos invita, te recuerdo que yo no quería venir y que fuiste tú la que insistió-. Le dejo claro para luego entrar a la casa.
Como dije antes, la casa es hermosa y me lo deja claro cuando entro, todo es moderno y no se siente el frío que hacia afuera, es como si no estuviera en Alaska.
- Las habitaciones del último piso será para los adultos y las del segundo piso para los jóvenes-. Empieza a explicar el papá de Anderson.
- Rolan y Anderson en una y Dylan con Lían en otra-. Menuda mierda.
Sigue hablando, pero yo camino hasta las escaleras para irme a encerrar a la habitación que me tocó, pero una cálida mano me detiene cuando voy a subir el primer peldaño.
- En una hora nos reuniremos en la pista de hielo para...
- No voy a ir-. La corto de inmediato y continuo con mi camino.
Escucho que bufa, pero me da igual, estoy demasiado cabreado con ella, por decirle a su amiga el odio que le tengo al frío.
Mi habitación es confortante, pensé encontrarme con una cama tipo prisionero de celda, pero me callo cuando veo dos camas bastantes grandes y muy reconfortantes.
No lo pienso mucho y me tiro a la cama, no pienso salir de ella hasta que nos vallamos, me importa mierda si Mía, Dana o el mismísimo presidente de este país quieren que salga, no lo haré.
Tocan la puerta, pero no me levanto, sé que es Dylan y en vez de levantarme me acurruco con el edredón que tiene la cama.
- Así que no vas a ir a la pista de hielo-. Me quito el edredón cuando escucho su voz.
- No, así que sal de mi habitación Mía-. Le señalo la puerta.
- No me iré y si salgo es contigo-. Se cruza de brazos.
Opto por no discutir con ella, pero como la niñata que es, cuando ve que no voy a salir me quita el edredón tirándole al piso.
- ¡Tú vas a ir a la pista de hielo porque yo te lo pido y...
Me levanto de un solo de la cama y la aprisiono con la pared, calla de inmediato y acerco mi rostro a el de ella.
- Y que, Mía-. La reto a terminar la oración.
Mi cercanía la pone nerviosa e intenta alejarme, pero me mantengo en mi posición, ya no tiene las agallas que dice tener.
- Soy, soy tu ama-. Susurra despacio.
Mi vista baja a sus labios y unas inmensas ganas de besarla se apoderan de mi ser, quiero probar esa boquita que tantas veces me ha dicho orangután.
- ¿Y si no quiero obedecer, que me harás?-. Acerco más mis labios a los de ella.
- ¡Lían tu mamá dice que...
Dylan calla al ver la escena de los dos, Mía aprovecha eso y sale de la habitación sin mirarlo dejándome con ese sin sabor en la boca al no probar sus labios.
- ¿Es por eso que no soy digno de ella?-. Me pregunta.
- No sé de qué hablas-. Me vuelvo a acostar a la cama.
-No es porque no sea ideal para ella, es porque la quieres para ti-. Se responde él su pregunta.
No le respondo y mi silencio es la respuesta que tanto quiere, niega y se marcha, y es lo mejor, justo ahora no estoy para lidiar con dramas...
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Comments
Carmela Torres
excelente historia felicidades no tardes en actualizar capitulos por favor 🙏🙏
2024-01-27
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