Capítulo 16. Salida

Mía

El odio es un sentimiento que mata el alma poco a poco, lo sé porque mamá siempre me lo recuerda, me dice que sin importar que tanto daño me hayan hecho, no guarde rencor en mi alma, porque eso pudre y no te deja ser feliz.

Sé que tiene razón, el odio es como la venganza, creo que son primas hermanas, que sé yo, lo que quiero decir es que no te hace bien sentir odio, pero en momentos como estos, me salto la parte en que sin importar que no guarde rencor.

Casandra la muy hija de... su madre, no ha parado de venir a la escuela, está expulsada, pero eso no significa que no pueda rondar en las afueras del colegio, y eso es lo que ha hecho desde su expulsión.

No hay día que no falle y cada vez sus insultos y ofensas son peores, no quiero actuar por mi propia justicia, pero en serio me está buscando. Sé que me está provocando porque el director fue claro cuando dijo que una más y me iba expulsada igual que ella.

- ¡Mía!-. El grito masculino me hace girar para ver de quién se trata.

- Hola Dylan-. Saludo al amigo de mi hermano.

- ¿Estarás ocupada está tarde?-. Me pregunta.

Sé que yo le gusto, bueno eso fue lo que escuché decir a Anderson, pero no estoy del todo segura.

- Depende-. Me hago la loca.

- Quería saber si no querías ir por un helado cuando salgas de tu castigo en la biblioteca-. Me invita.

Lo detallo y la verdad que es muy majo, pero no quiero meterlo en problemas, sé que mi hermano les ha prohibido salir conmigo porque piensa que lo abandonaran por irse conmigo. Si, lo sé, algo dramático, pero es Anderson ¿Qué esperaban?.

Quiero rechazar la invitación, pero ya es la tercera vez que me invita y ya no quiero rechazarlo, además, Anderson tiene que entender que tarde o temprano sus amigos van a tener novia y él también, no es como si las novias los obligaran a dejarlo a un lado, aunque sabiendo como es, yo si lo haría enojar por unos meses.

- Será en plan de amigos-. Insiste Dylan.

- Vale, pero sé puntual, no le gusta esperar-. Le recuerdo.

- Estaré media hora antes de tu salida-. Dice entusiasmado.

Se va, pero antes de eso le estampa un beso en la mejilla, demasiado sonoro para mi gusto, llamando la atención de los alumnos que están saliendo.

El primero que llega a mí es Anderson, que viene con cara de pocos amigos, más atrás lo siguen Rolan y el orangután que sigo sin pronunciar palabra con él.

- Espero que le hayas dicho que no-. Me dice Anderson una vez llega a mí.

- ¿Por qué lo haría?-. Lo empiezo a molestar.

- Mía-. Dice.

- Anderson-. Me le burlo.

- Dylan es mi amigo y no quiero que te lo robes-. Dramatiza.

- También es mi amigo, además no sé de qué te quejas, si cada vez que va Nora a la casa te me la llevas a tú ha....

- Calla, joder-. Me tapa la boca para que no siga hablando.

Al parecer sus amigos no saben nada, porque Rolan lo mira con burla y Lían con el ceño fruncido.

- Nos saliste un tigre-. Lo molesta Rolan.

Anderson lo empuja enojado y se va insultando a su amigo, mientras que este se va tras de él para seguirlo molestando.

Lían se queda conmigo y cuando abre la boca para decir algo doy la vuelta y me encamino a subir en el bus, pero es más veloz que yo y sujeta mi muñeca para detenerme.

- ¿Podemos hablar?-. Me pide.

Miro su agarre y con una disculpa suelta mi muñeca, no quiero hablar con él, sí, sé que dije que mi mamá me dice que es malo guardar resentimiento, pero en verdad me sentí ofendida con sus palabras.

- ¿Acaso se te olvidó agregar algo esa noche?-. Le pregunto y su mirada se entristece.

- En serio lo lamento, Mía, no quise decir aquello es que...

- Si, si, si, todos los hombres dicen lo mismo, no quería decir eso, no quise hacerlo, bla, bla, bla, siempre la misma escusa-. Lo corto en su libreto.

Su mirada recae y no siento remordimiento, pues él se lo busco, quien le manda a decir esas palabras antes de pensar, si tan solo hubiese preguntado que abría pasado nada de esto estuviera pasando.

- ¿Qué hago para que me disculpes?-. Pregunta y dos cuernitos salen de mi cabeza.

Oh, Lían no sabes en lo que te metiste.

- ¿Estás dispuesto a hacer cualquier cosa?-. Pregunto y traga grueso asintiendo.

- Lo que sea-. Dulces palabras para mis oídos.

Sonrió como maléfica y mi cerebro empieza a trabajar en segundos buscando algo para imponerle, pero esto debe pensarse con tranquilidad y sobre todo con ayuda.

- Bien, voy a pensarlo y el día de mi cumple te lo diré-. Le digo.

- ¿Ese será tu deseo?-. Pregunta ilusionado.

- No, tontito, mi deseo es aparte-. Lo bajo de la nube.

Niega sonriendo y esa sonrisa hace que mi estómago se revuelva, siempre he dicho que este chico tiene una sonrisa encantadora y peligrosa.

- Podemos tomar un helado para limar perezas-. Propone.

- Para otro día, hoy no puedo-. Le digo escribiendo un mensaje a Dana.

- Cierto que estarás en la biblioteca-. Dice como si se le hubiese olvidado mi castigo.

- Si, bueno por eso y porque ya tengo planes-. Me sincero.

Veo como aprieta sus puños y lo miro con el ceño fruncido por su inesperado cambio de humor, pero no me está mirando a mí sino a Dylan que conversa alegremente con Abby.

No pensé que fuera tan posesivo como tampoco pensé que eso me molestaría, sacudo la cabeza por las cosas que pienso y me alejo de allí, no quiero presenciar una pelea de Lían golpeándose por una mujer que pensé que no significaba nada para él.

Ya las ganas de subir al bus se me fueron y mejor cojo un taxi, no más tengo tiempo para almorzar, ducharme y salir a toda prisa a la biblioteca.

Ya llevo una semana y empiezo a cogerle el ritmo, además de que la bibliotecaria es muy divertida y cuenta buenos chismes, es como las noticias de adolescentes que se besuquean a cada nada en las esquinas de la biblioteca.

La tarde se va en arreglar libros en orden alfabético y observar a una que otra pareja pasándose saliva en esos rincones.

Cuando salgo Dylan ya me espera en su auto, está recostado en la capota fumando un cigarro. Viene con una bermuda café y una camisa blanca que le queda divino.

Siente mis pasos y vota el cigarro acercándose a mí para ayudarme con mi bolso.

- Pero que caballero-. Lo molesto y me sonríe dejando ver los pequeños hoyuelos que se le forman.

Cierra la puerta de copiloto y empieza a manejar en dirección a la heladería a la que quiero ir, no soy amante de los helados, pero en ese lugar hacen los mejores helados.

En cinco minutos llegamos y nos sentamos en la parte de afuera para observar el paisaje, al otro lado hay un parque muy colorido donde puedes ver los diferentes tipos de flores, sin duda una buena vista.

- ¿Cómo vas con tu castigo?-. Pregunta para tener un tema de conversación.

- Ya me está gustando estar en silencio-. Bromeo.

- Eso es interesante-. Dice.

- Pues si, no es que sea el mejor lugar, pero descanso de los gritos y los dramas de Anderson-. Mis palabras lo hacen reír.

Seguimos hablando de trivialidades y a cada nada le saco una sonrisa o él me hace reír, nunca había tratado con Dylan y en verdad me parece interesante.

Después de comernos el helado, paseamos por el parque, él me regala una rosa y me pongo en mi oreja. Quien no nos conoce de seguro nos confundiría con una pareja.

Tocando las siete me deja en la entrada de mi casa, fue una tarde muy agradable.

- La pasé genial-. Le digo

- Hay que hacerlo de nu....

- No habrá una segunda vez-. Dice mi hermano asomándose por la ventana.

Dylan pega un grito y yo un brinco, porque no sabíamos que estaba allí. Que manía de joder mi hermano.

- ¿Ahora te dedicas a andar escuchando conversaciones ajenas?-. Le pregunto con los brazos cruzados.

- Sin querer estaba pasando y escuché, no es que haya estado toda la tarde allí-. Señala el pequeño sofá.

Dylan me mira y me sonríe avergonzado, y no debería estarlo, en ese caso la avergonzada sería yo, que tiene un hermano como Anderson.

- Bueno yo me voy-. Dice Dylan cuando Anderson le hace seña que se vaya.

- Que tengas buenas noches, amigo-. Lo arrastra hasta el auto.

No deja que diga una palabra más y le cierra la puerta, a veces me pregunto si a mi mamá se le cayó mi hermano cuando nació, porque lo que tiene de atractivo lo tiene de tonto.

- No sé que haré cuando cumplas ya los catorce, si con trece mis amigos te andan acechando que sería con más años-. Dice preocupado.

- Estás celoso por mí o de mí-. Me le burlo y me saca el dedo del medio.

Ingreso a la casa riéndome de Anderson, pero mis labios callan cuando veo al chico que está en el sofá mirándome como si me quisiera matar.

- Es hora de empezar a jugar, Lían-. Dice mi hermano.

- Ya era hora, me tenías desde las tres esperando-. Le reprocha Lían.

Ahora entiendo el enojo de Lían, estaba molesto porque por mi culpa Anderson lo había tenido esperando por casi cuatro horas.

- Por ciento, Dana está en tu habitación, también dormirá aquí-. Me avisa Anderson agarrando su consola.

No me quedo a esperar nada y corro escalera arriba, tengo que pensar que puedo hacerle a Lían por haberme ofendido de semejante manera.

- ¿Lista para disculpar a mi hermano?-. Me pregunta Dana cuando abro la puerta.

- Definitivamente-. Aseguró tirándome a la cama....

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