Capítulo 12. Arruinando mis planes.

Lían

El puente de navidad, fin de año y pascua empezaron, todos tienen planes en estas mini vacaciones. Dylan se fue donde sus abuelos que viven en Cataluña, Rolan dijo que iría de excursión con sus primos que llegaron de Grecia y Anderson se iba a América a visitar a sus abuelos.

Estoy completamente solo sin planes por hacer, no es que no los haya tenido, pero como siempre mis padres querían excluir a Dana al viaje que habían programado a París, por eso preferí quedarme, no puedo solo irme y dejarla como si no llevara mi misma sangre.

Ella no sabe que no estaba incluida en los planes de su propio padre, evité decir aquello para que no se sintiera mal y le dije que papá y mamá habían organizado un viaje para ellos dos y así limar asperezas y olvidarse de todo un poco.

Por lo menos ella tiene con quien pasar estás dos semanas, pues Mía no fue al viaje con sus padres y se quedó con su nana, prefirió quedarse a pasar tiempo con Dana y en cierta forma se lo agradezco, sin duda es una excelente amiga.

- ¿No quieres ir conmigo?-. Me pregunta Dana bajando las escaleras.

- Paso-. Le digo.

- ¿Qué pasó entre Mía y tu la última vez?-. Su pregunta me hace mirarla.

- Nada-. No quiero entrar en detalles.

Esa noche algo pasó, no sé que, pero estoy seguro que algo cambio en ambos, por mucho que Mía me haya dicho que todo estaba bien, no le creí.

- Pues ese nada para mí significa de todo-. Sonríe de lado.

- No pasó nada, es solo que tu amiga es un poco bipolar-. Me encojo de hombros.

Y en verdad lo es, porque de un momento a otro cambió su actitud, pensé que estábamos jugando, pero ver su cara de decepción me puso a pensar que quizás ella estaba tomando las cosas muy en serio y no quiero malos entendidos, ni con ella ni con su hermano.

- Sabes que-. La detengo cuando está por salir-. Pensándolo bien iré contigo, necesito despejar un poco la mente-. Digo poniéndome de pie.

Dana celebra con breves aplausos, salimos de la casa y nos vamos en el auto de papá, no quiero manejar mi moto con este clima, después de navidad las calles se cubrieron de nieve.

Con las calles un poco congestionadas demoramos casi media hora en llegar y eso que la casa de los Evans está a quince minutos desde donde vinimos.

- ¿También pasaremos fin de año solos?-. Me pregunta Dana de repente.

Nuestros padres prometieron pasar navidad con nosotros, pero a última hora llamaron para decir que tuvieron un inconveniente y no pudieron venir. Y hace unos días volvieron a llamar para decir que si estarían aquí para fin de año, aunque sé que será la misma historia.

- Pues si toca no nos queda de otra-. Le digo y ella sonríe a medias.

Sé que extraña compartir las navidades y fin de años con nuestros padres así como lo hacíamos antes, pero como ya dije antes, de la noche a la mañana todo cambió.

El resto del camino permanecemos en silencio, cuando llegamos aparco el auto y me preparo para bajar. Toco el timbre y es la propia Mía que abre la puerta y su sonrisa se borra al verme.

— Ah!. Dice mirando a Dana.

- Espero no te moleste de que Lían me haya acompañado-. Dice Dana.

- Claro que no-. Finge una sonrisa y se hace a un lado para que pasemos.

Solo esta ella, ya que su Nana salió al supermercado a comprar las cosas que hacen falta.

- ¿Cuándo llega Anderson?-. Le pregunto.

- En dos días-. Responde sin mirarme-. Vamos a mi habitación Dana-. La toma del brazo y la encamina a las escaleras.

Se puede notar la tensión que hay entre los dos y no tengo idea del porqué existe eso entre nosotros.

- Por cierto, Lían-. Me habla desde las escaleras-. Si deseas puedes jugar con los videojuegos de Anderson-. Señala el Play.

Asiento y me recuesto en el sofá que hay en la sala, prendo el televisor y empiezo a jugar, pero no pasa ni media hora y ya me aburro, no es lo mismo jugar solo que con mis amigos.

Veo que Mía baja y se dirige a la cocina, pero no me mira ni dice nada, no es que seamos amigos, pero siento que algo cambió.

Me debato el ir o no por la dirección donde se fue, quiero aclarar lo que pasó el día de la feria. La veo que está atenta al microondas esperando que un sobre de palomitas se cocinen.

- ¿Todo bien?-. Le pregunto y da un salto del susto-. Lo siento no quise asustarte-. Me disculpo.

- Tranquilo-. Me dice desviando la mirada.

Me quedo esperando su respuesta, pero sigue ausente y eso me impacienta, no quiero pensar que ella está sintiendo algo por mí, porque sería absurdo.

- Respóndeme-. Le digo y arruga el entrecejo.

- Que cosa-. Saca el sobre de palomitas y las vierte en un plato.

- Siento que algo pasó el día de la feria y no sé que fue-. Me sincero.

Juega con los dedos, lo que significa que está nerviosa.

- No pasó nada, todo está bien-. Miente.

- Pues no es lo que parece, porque claramente se puede notar que existe una tensión entre nosotros-. Confieso.

Niega con la cabeza y no le creo, sé que le pasa algo y necesito saber que es.

- ¿Fue por el beso?-. Pregunto al ver que no dice nada.

- Claro que no-. Responde rápido.

Pero yo sé que es por eso, porque cambió desde ese momento, lo que me hace llegar a la conclusión de que ella siente algo por mí y eso tengo que cortarlo de raíz.

- Mira Mía te diré algo y espero no lo tomes a mal-. Digo.

- Para nada-. Intenta sonar segura, pero no me convence del todo.

- Me disculpo por lo que hice ese día, pero no quiero que haya malos entendidos, no me gustas y...

- Tú tampoco me gustas-. Me corta con rapidez.

- Eso es bueno, porque no quiero que te hagas falsas ilusiones, no eres de mi tipo y además eres la hermanita de mi mejor amigo, jamás me metería con eso-. Le aclaro.

- Estate tranquilo que no me gustas y tampoco eres de mi tipo además eres un poco viejo para mí, ya sabes-. Dice encogiéndose de hombres antes de darse la vuelta e irse.

Suspiro tranquilo al escucharla decir aquello, es bueno saber que no se está ilusionando sola, no quiero que Anderson me parta la cara por romperle el corazón a su hermana.

*******

Los días festivos acabaron y con ello empezaron las clases de nuevo, todos comentan de sus fabulosos viajes y yo solo escucho con atención.

Rolan dice haber conocido unas despampanantes excursionistas y que quedaron de verse muy pronto, él nunca va a cambiar y lamento la chica que caiga en sus garras.

Anderson, por el contrario, dice que sus vacaciones no fue lo que pensó, pues sus abuelos lo mantuvieron encerrado todo el tiempo con el pretexto de qué tenían añps de no verlo.

- ¿Ni una?-. Le pregunta Dylan.

- Ni las vi-. Se lamenta Anderson.

- Mal por ti, porque las latinas son...uf-. Dice Rolan.

Todos estamos de acuerdo con él, no es que estemos rodeados de latinas, pero las pocas que hemos visto tienen todo lo que un hombre necesita.

La familia de la mamá de Mía es de Colombia y tuvo a sus dos hijos allá, pero por negocios del señor Evans se mudaron a España después de que Mía cumpliera un año de edad.

Recuerdo cuando papá mencionó que uno de sus mejores amigos regresaría a España después de unos años fuera, cuando ví a Anderson por primera vez no me cayó del todo bien, era un niño muy chillón que por todo lloraba y se quejaba, pero después de pasar tiempo con él me di cuenta que era una persona maravillosa.

- Y tú Lían ¿Qué tal tus días de llanero solitario?-. Me pregunta Rolan.

- No me quejo-. Me encojo de hombros.

- Necesitamos detalles, Lían-. Se queja Anderson.

- Es lo que hay-. Digo sin importancia y los tres ponen los ojos en blanco.

No pienso decirles que pasé la mayor parte de tiempo encerrado en mi casa y que a penas y salí a botar la basura.

Las horas pasan rápido y la penúltima hora nos reunimos en la cancha de la prepa, el entrenador quiere que estemos en forma para las nacionales, el año pasado nos eliminaron en la semifinal y no quiere que se vuelva a repetir eso.

- ¡Este año no habrá vacaciones, me vale si les falta poco por culminar el año, los quiero todos los días aquí y él que no está comprometido se me larga del equipo!-. Advierte.

Todos asentimos, no porque no nos quede de otra, es porque si ganamos las nacionales tendremos más ventajas de ingresar a las diversas universidades que no todos pueden pagar.

El entrenamiento es arduo y me deja sin energía, estoy muy sedentario y necesito estar en forma.

Las porristas llegan y entre ellas está Abby que al verme se me acerca a saludarme, no la veo desde que la dejé plantada en la feria.

- Hola perdido-. Me saluda.

- Que hay-. Le digo.

- ¿Dónde te habías metido?-. Se sienta a mi lado.

- En mi casa-. Digo viendo al frente.

- Te he echado de menos-. Me dice tocando mi muslo.

Mi piel se eriza al sentir su tacto, llevo meses sin tener sexo con nadie y yo también ansío descargar mi tensión.

- Eso podemos solucionarlo-. Le digo colocando mi mano encima de la de ella.

Me sonríe con coquetería y se levanta extendiendo la mano para que la agarre, le devuelvo la sonrisa y cuando estoy por darle mi mano una algarabía se empieza a formar en la cancha.

- ¡Mocosa tu abuela!-. Dice una voz que conozco muy bien.

Mis ojos la buscan y la encuentro en medio de las porristas discutiendo con la líder, Mía no es tan alta por lo que tiene que ponerse de puntilla para alcanzar a la otra chica.

Le dice algo y la líder de las porristas, la cual se llama Casandra, la empuja haciéndola caer y sus otras amigas se meten entre ellas Dana.

- ¡Joder!-. Digo al ver que agarran a Dana de los cabellos.

- No es una niña para que siempre la estés defendiendo de todo-. Se queja Abby.

- No es una niña pero si mi hermana-. Le aclaro.

- Que pasó con desestresarse un rato en las duchas-. Dice con un puchero.

- Ya habrá otra ocasión-. Le digo yendo a la dirección donde está Dana y sus amigas.

Pinche Mía, ni follar tranquilo deja, siempre tiene que arruinar mis planes....

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