Capítulo 9. Mirarla me calma.

Lían.

Lo más gratificante de tener una moto es el privilegio de sentir la adrenalina en tus manos, es sentir la libertad en cada poro de tu cuerpo, sin duda una experiencia única para los amantes de nuevas sensaciones.

Claro que yo lo disfrutaría si no fuera por la pegajosa pintura que ahora se me ha pegado al cuerpo. La desquiciada de Mía se salió con la suya y ella quedó ilesa mientras que nosotros llevamos la peor parte.

Bueno, la peor parte se la llevaron las amigas de Rolan que después de ser embarradas con la pintura, Mía les tiro plumas, si, plumas, no sé de dónde carajos esa niña sacó tantas plumas, pero hubo para todas sin excepciones.

Lo más molesto fue su estridente risa desde su balcón, era como si me dijera que ella siempre está un paso más adelante que yo y eso en cierta manera me molestó, ya verá lo que le haré, está acumulando sus castigos.

- ¡Que tarde tan genial!-. Dice Dana bajándose de la moto al llegar a casa.

La fulmino con la mirada y calla de inmediato, no tenía ni idea que ella también estaba en casa de los Evans.

- Después de todo, ¿Qué hacías en casa de Mía?-. Le pregunto.

Tuerce la boca y se mira las manos, eso es una clara señal de que está nerviosa y que ha salido sin permiso, estoy más que seguro de eso, la cual significa que está... bueno, estamos en problemas.

- ¿Por qué lo has hecho Dana?-. Le pregunto.

Sus ojos se empañan de lágrimas y la abrazo rápidamente, no me gusta verla triste, ella merece ser feliz, sonreír así como lo hizo hoy en la casa de los Evans.

- Estoy cansada de estar encerrada y Mía me convenció de que fuera-. Me dice.

- Me alegra que hayas salido, pero me lo debiste decir así tendría una excusa cuando papá y mamá se dieran cuenta-. Le digo.

- Lo siento-. Susurra.

- Tranquila-. Acarició su cabellera castaña-. Ya veré qué excusa diré-. La tranquilizo.

La abrazo por unos minutos hasta que decido que es hora de entrar y afrontar la furia de Carmen, mi mamá.

Y estaba en lo correcto cuando dije que Carmen estaba furiosa, pues nos está esperando en el subir de las escaleras con sus brazos cruzados y escudriñando con sus ojos a Dana.

- ¿Dónde estabas y porque vistes de esa manera?-. Le pregunta a Dana.

Los nervios de Dana vuelven y no sabe que decir, le tiene miedo a su mirada aunque la verdad creo que más le tiene miedo a las palabras hirientes que siempre le dice Carmen enojada.

- M...Mía me invitó a su...

Carmen alza la mano para que se calle y Dana solo agacha la cabeza, odio cuando la trata de esa manera.

- Yo le dije que acompañara-. Me meto y Carmen me fulmina con la mirada.

- Odio cuando me tienes que mentir por culpa de ella-. Gruñe en mi dirección.

- Es la verdad, yo le dije a Mía que la...

- ¡Deja de mentirme Lían!-. Alza la voz interrumpiéndome.

- Es la verdad mamá-. Sigo firme en mi palabra.

Carmen niega colérica y en dos pasos la tengo cerca de mí agarrando a Dana del brazo haciéndole daño con sus uñas.

- Ves lo que ocasionas Dana, siempre haciendo que tu hermano se revele ante mí-. Dice entre dientes.

- Lían no hizo nada, yo salí por mi cuenta es solo mi culpa-. Dana empieza a sollozar.

- Sabes lo que eso significa ¿no?-. Le pregunta y Dana solo asiente.

Carmen sonríe con satisfacción, no sé cuál es su problema con Dana, sé que no es su hija y que fue producto de una infidelidad de mi papá, pero con quién debería enojarse es con mi padre y no con Dana.

Cuando pienso que la dejará ir de una vez por toda, Carmen se aleja un poco y detalla a Dana de pies a cabeza para luego empezar a negar con la cabeza.

- ¿Pero qué rayos te has puesto?-. Le pregunta con un deje de burla.

- Uuu..un traje de baño-. Responde Dana.

- ¿A eso le llamas traje baño?-. Señala el bikini de una pieza-. ¿Es que acaso no te has visto como te ves?, pareces un jamón mal enrollado-. Suelta una risita.

- ¡Ya basta mamá!-. Le alzó la voz.

Puede ser mi mamá y todo, pero no pienso permitir que dañe de esta manera a Dana, suficiente ha tenido con el bullying que recibió toda su primaria como para que Carmen también ataque su autoestima.

- ¿Me has alzado la voz?-. Me pregunta atónita.

Son pocas las veces que soy grosero con ella, pero detesto cuando se comporta de esta manera, no quiero que sea la madrastra malvada del cuento de mi hermana menor, ella prometió cuidarla y darle el amor que la mamá de Dana no le dió, pero al parecer esa promesa se le olvidó.

- No fue mi intención, pero sabes que detesto cuando tratas a mi hermana así-. Le digo.

- No he dicho nada del otro mundo, Dana tiene que saber que la tal Mía solo quiere verla en ridículo, por eso la convenció de ponerse esa ridiculez-. Vuelve a señalar el traje de baño de Dana.

- No le veo nada malo, es más, le queda perfecto-. Digo.

Y no estoy mintiendo, el traje de baño que Mía le ha dado le queda perfecto, ese color resalta su blanca piel y le marca sus almendrados ojos.

- Deja de darle falsas esperanzas Lían-. Gruñe-. A Dana nada le puede lucir con ese nefasto cuerpo-. Dice con tanto desprecio que me duele.

Dana solloza y sé que le ha dado en el blanco, la ha quebrado con ese comentario y eso me enfurece tanto que no mido mis palabras a la hora de hablar.

- ¡Eres una bruja Carmen!, ahora entiendo por qué papá buscó refugio en tu mejor amiga, mereces más de lo que papá hizo, es más, me alegra que tu mejor amiga se riera de ti todos esos años...

- ¡Lían!-. La voz de papá me calla.

Mamá tiene sus ojos llenos de lágrimas, la he ofendido y no fue mi intención, yo soy así, cada que pierdo los estribos y enfurezco tiendo a dañar a los que amo con palabras que duelen más que los golpes.

- Mamá yo...

Alza la mano para que calle, la he dañado con su pasado, sé cuánto le duele la traición de papá con su mejor amiga, pero como dije antes, odio como trata a Dana, si sabía que no podía ni verla porque se la quitó a su verdadera madre diciendo que la trataría como si fuera una hija para ella.

Y así lo hizo hasta que Dana fue creciendo y pareciéndose a su verdadera madre, tanto, que a veces cuando papá está borracho la llama por el nombre de su mejor amiga, la verdad no sé que drama hay entre ellos tres, pero quisiera que dejaran a un lado a Dana y resuelvan sus problemas sin lastimarla en el camino.

- Todo fue mi culpa, papá-. Dice Dana-. Salí sin pedir permiso y mamá se enojó, no volverá a pasar.

Enrique, mi papá, la mira y asiente, es de pocas palabras, pero sé que quiere mucho a Dana, pero a veces la evita para no enfurecer a mamá, sin comprender que ese despreció lastima mucho a Dana.

- Ve a tu cama y no saldrás de allí hasta nuevo aviso, tus alimentos serán llevados a tu recámara-. Le dice Enrique

- ¡No es una maldita prisionera!-. Reclamo.

- ¡Calla Lían y ve a tu habitación que ya mismo iré a hablar contigo!-. Me regaña papá.

Quiero contradecirlo, pero los suplicantes ojos de Dana me imploran que lo deje así, que ya fue suficiente y que si sigo su castigo será mayor.

Con la ira recorriendo mis venas subo las escaleras, la poca alegría que tuve en la tarde se desvanece al ver presenciado las palabras hirientes que mi mamá le dijo a Dana y que yo le dije a ella

Sigo sin entender por qué no quiere que Dana salga, a veces creo que es porque no quiere que nadie sepa que Dana no es su hija, ya que el físico da mucho que decir, pues mamá en rubia, ojos verdes y piel trigueña mientras que Dana es blanca, castaña y de ojos almendrados.

Me meto en la ducha para sacar la pintura, no me cuesta tanto al momento de sacarla y cuando ya estoy limpio me pongo mi pajama. Papá no demora en tocar mi puerta, no quiero abrirle, pero hacer eso es castigo seguro y suficiente con el de Dana.

- Adelante-. Digo sentándome en el filo de la cama.

- ¿Se puede saber que fue lo que te pasó abajo?-. Su pregunta es directa.

- No quise ofender a mamá, pero no me gusta como trata a Dana-. Trato de explicarle.

- Carmen solo hace lo que le parece correcto-. La excusa.

- ¿Entonces tú estás de acuerdo con que la humille de esa manera?-. Le pregunto incrédulo.

- No, pero Dana debería agradecer que la hayamos acogido en esta familia-. Su descaro me supera.

- Dana es tu hija papá, además mi mamá debería desquitar su odio contigo y no con ella-. Confieso.

- Hay que dejar el pasado atrás-. Es lo que dice y yo niego.

- Y mientras, que mamá haga con Dana lo que le dé la gana-. Digo irónico.

Papá niega, pero no dice nada, solo calla como lo hace siempre, sé que le duele como mamá trata a Dana, pero evita meterse para tener tranquila a mamá, sin saber que en el camino cada día pierde el amor de su hija.

- Algún día lo entenderás, que tengas buenas noches-. Es lo único que dice antes de irse.

Me acuesto en la cama, si yo tuviera la mayoría de edad y mi propio dinero la sacaría de aquí, no quiero que la sigan dañando más de lo que ya está.

Mi teléfono suena avisando que me ha llegado una notificación, lo agarro y es una etiqueta a un estado que ha subido la loca de Mía.

Sonrío por inercia al ver la foto, estamos todos, los hombres sucios de la pintura verde y ellas sonriendo, ver la sonrisa llena de alegría de Dana me dice que valió la pena que ella saliera sin permiso.

Sin duda, Mía es buena para ella... Para los dos, es nuestra luz en este tunel tan oscuro. Hago zoom a la foto y la sonrisa de Mía me eriza la piel y pone a galopar mi corazón con desefreno, sus ojos azulados brillan y están llenos de vida, es como si tan solo mirarla me calmara todo incluso mis dolores internos...

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