Capítulo 5. Concierto parte II

Mía.

Nunca se me había sido tan largo un día, es más, siempre quería que se acabara en especial los lunes, pero este día es diferente, es como si el tiempo se haya puesto de acuerdo para cobrarme todas las veces que desee que el día terminara pronto.

Son apenas las cinco de la tarde y ya quiero que lleguen las ocho, ya mi atuendo luce tendido en mi cama al igual que mis zapatos y mi cartera, ya estoy bañada, pero creo que me bañaré más tarde porque de lo nerviosa que estoy mi sudor se está adueñando de mi ropa.

Dana de seguro está igual que yo, desde que salimos del spa no dejaba de sonreír, parecía dopada, pero es entendible, Taylor Swift es nuestra artista favorita desde que usábamos pañales, por Dios es que aún no me creo que este a horas de verla en persona, sin duda este cumpleaños será el mejor que he tenido.

Salgo de mi habitación, porque si me quedo unos segundos más me volveré loca y en vez de llevarme al concierto el orangután de Lían me llevará es al manicomio.

Todavía no puedo olvidar como se comportó esta mañana, un completo cretino, pero nada de eso me puede amargar el, que sin duda será el mejor día de mi vida.

Gasto casi hora y media leyendo uno de mis libros favoritos, ya lo he leído como cinco veces, pero siento que jamás me cansaré de leerlo.

- La verdad no sé que tanto le ves a ese libro-. La voz de mi hermano hace que pare mi lectura.

- Si tan solo te gustara leer lo entenderías-. Le digo cerrando el libro.

Me gusta leer, pero cuando lo hago me concentro y me meto en la lectura, es como si fuera yo la que está allí dentro, en serio es excitante y emocionante esa sensación.

- Prefiero ver las películas-. Confiesa.

- Una película nunca te va a mostrar lo que un autor trasmite en sus letras, la verdad son pocas las películas que están a la altura de su libro-. Anderson levanta una ceja.

- Que poeta estás hoy-. Se burla.

- Es un buen día-. Me encojo de hombros.

Sonríe y se sienta a mi lado quitándome el libro que hace minutos estaba leyendo, le da una ojeada y arruga el entrecejo.

- ¿Por qué siempre las mujeres se quieren quedar con el chico malo?-. Pregunta al leer el final.

- No puedes juzgar a la protagonista si no has leído toda la historia-. Le recuerdo.

- Que más da como empieza si de todos modos se va a quedar con el que peor la trata-. Afirma cerrando el libro.

- El amor no es del todo un paraíso Anderson, para amar primero debes conocer el dolor, porque si amas sin dolor entonces no es amor-. Su ceño se frunce más.

- Eso no tiene sentido-. Dice confundido.

- Tiene todo el sentido del mundo, porque cuando amas a alguien y este te lástima y te duele entonces allí hay amor y, si no sientes nada entonces nunca hubo nada-. Le explico.

- Sigo diciendo que es una completa estupidez lo que dices-. Dice y se levanta.

Anderson sale de la biblioteca y me quedo pensado en lo que dijo, no estoy del todo de acuerdo con él, primero porque soy de las que piensa que el amor cura todo y segundo, soy fans de los chicos malos, pero de los de mis libros.

Mi teléfono suena y esa es mi señal que me indica que la hora ha llegado y que debo arreglarme para ver a mi cantante favorita.

Subo las escaleras con una rapidez que no pensé que la tenía, me meto en la ducha y en menos de media hora ya estoy frente a mi espejo humectando mi piel con crema. Esta noche quiero ir despampanante, que Taylor diga "que chica tan hermosa", sí, suena un poco mal que piense así, pero no me culpen, yo en verdad amo a esa mujer.

Cuando ya siento que estoy lista, agarro mi cartera y mi chaqueta, no he bajado ni la mitad de la escalera cuando tocan el timbre. Miro mi reloj de mano y son las ocho.

Pero que puntual mi geniecillo.

- Hola Lían cómo estás-. Escucho que mi madre lo saludo.

- Muy señora Gregoria-. Le responde Lían.

Termino de bajar las escaleras y camino por el pasillo que da a la puerta principal, Lían está hablando con Anderson y se ríe de algo que le ha dicho, pero su sonrisa se borra cuando capta mi presencia.

Sus ojos detallan cada espacio de mi cuerpo y veo como sus grises ojos se oscurecen un poco, pasa su mano por el cabello y es allí donde Anderson nota que estoy detrás de él.

- .Wow-. Es lo único que dice mi hermano.

- Ese wow es bueno o malo-. Digo nerviosa al ver que Lían no para de detallarme.

- Solo diré que te ves simplemente hermosa-. Dice mi hermano antes de girarse y hablarle a Lían-. Tendrás que llevar un bate para espantar a los babosos que de seguro la acecharan-. Lían asiente sin dejar de verme...

*******

Lían

Mis puños aprietan el volante hasta que mis nudillos se tornan blancos, la música está a todo volumen y eso me produce jaqueca, han repetido esa maldita canción como diez veces y yo lo único que quiero es llegar de una puta vez al concierto para que mi tortura se acabe.

Cuando llegamos al coliseo donde se dará el concierto, está que no quepa ni otra persona más. Mía, Dana y Clara se bajan y caminan al privado donde están recogiendo los boletos de la zona vip.

Mientras Mía esperaba impaciente a qué llegue su turno, yo la sigo reparando, la verdad que desde que la vi en el pasillo de su casa no puede dejar de mirarla, es como si su cuerpo me haya hechizado y llamara a contemplarlo.

Ese pantalón negro ajustado combinado con una blusa verde jade hace que su piel se vea más sensible, más blanca y de seguro más suave. Mía tiene una aura de inocencia, pero a la vez, sin que lo sepa, es pura sensualidad, a pesar de solo tener trece años.

- ¿Se te perdió algo?-. Me pregunta sacándome de su embrujo.

- Nada que te importe-. Le responde de malas ganas y avanzo con ella.

No hay lugar por donde caminar, todo está full y es una pesadilla llegar hasta la zona vip, pero después de empujones y uno que otro insulto de mi parte a las personas que me golpeaban, llegamos a nuestros respectivos lugares.

Desde aquí se puede disfrutar el show sin que te estén empujando o golpeando o peor aún, compartiendo el sudor con los demás.

La cantante no demora en salir y empieza su primera canción al igual que el público empieza a cantar con ella, bueno cantando en sí no están, más bien aullando así como lo hacen Mía y sus amigas.

Una hora después las canciones no se detienen y ya mis tímpanos claman un descanso, todos saltan mientras que yo parezco al Grinch de la navidad con mis brazos cruzados y mi ceño fruncido, soy como el limón en toda esta gente que brinca y gritan como desquiciados.

Mis ojos siguen reparando a Mía que desde que llegamos no se ha volteado ni a verme, es como si su famosa cantante la tuviera hipnotizada, aunque no la culparía, la tal Taylor tiene lo suyo.

Cuando pasan media hora más, ya empiezo a molestarme, no soporto los gritos, los llantos de niñatas que lloran cuando la tipa que está arriba del escenario les saluda o las señala, es algo idiota llorar por eso, pero bueno, sus gustos no los mío.

Mi celular suena y el nombre de Abby aparece en mi pantalla, me lo pienso en si responder o no, pero descarto la idea cuando los gritos de Mía y sus amigas se escuchan en todo el coliseo.

¿También están llorando?, pero que les pasa a toda esta gente, es como si vieran a un Dios allí en el escenario, es algo absurdo.

El celular vuelve a sonar, pero no le respondo, me vale si se enoja, más enojado que yo no creo que se ponga, prefiero a eso a qué empiece con sus estúpidas reclamaciones.

Abby es como mi casi novia, salimos de vez en cuando y me agrada pasar tiempo con ella, no estoy enamorado, pero me gusta mucho, además tener sexo con ella es de otro nivel, es de mi edad y vamos a la misma aula, si lo sé, todo un cliché, pero no creo que nuestra relación tenga futuro por sus absurdos celos.

El concierto termina después de dos horas y media y no espero a que el resto de gente salga, agarro la mano de Dana y Mía y las saco casi a rastra, me vale si sus otras amigas se quedan atrás, mi prioridad son ellas dos.

- Oye más despacio-. Se queja Mía soltándose de mi mano.

- Ya cumplí ahora me voy-. Le digo y ambas se cruzan de brazos.

- Tenemos hambre-. Dicen.

- Que pena por ustedes, pero tengo cosas que hacer-. Les digo buscando las llaves del auto.

Toco y toco y no las encuentro, mi paciencia empieza a colapsar, si pierdo esas llaves, pierdo mi vida porque mi padre no me lo perdonará, es su bebé.

- ¿Qué buscas?-. Me pregunta Dana.

- Las llaves, las metí en mi chaqueta y...

- Oh ¿hablas de estas llaves?-. Me interrumpe Mía con mis llaves en sus manos.

- Buena robada Mía, pero no estoy para tus niñerías-. Extiendo la mano para que me las dé.

- Y yo tengo mucha hambre, así que hagamos un intercambio, yo te doy las llaves y tú nos lleva a comer-. Se señala y a sus amigas también.

Respiró profundo, mi celular vuelve a sonar y mejor lo pongo en modo avión, Mía está de brazos cruzados esperando mi respuesta y a mí no me queda de otra que llevarlas a comer.

Parezco un chófer de expreso con un monto de niñas tras de mí, voy tan sumido en mis pensamientos y con la vista al frente que no me percato del flash de la cámara, cuando quiero reaccionar ya Mía la tiene lista para publicarla.

Abby llega a mis pensamientos cuando recuerdo que tiene el número de Mía y de seguro la sigue en Instagram, no quiero peleas o celos estúpidos.

- No la subas-. Le pido y asiente como si nada.

- Tranquilo yo no la subí-. Dice y respiro tranquilo-. Se la pasé a Dana para que lo hiciera-. Termina de decir y freno de golpe.

¡Mierda y mil veces mierda!, si tenía una posibilidad de que Abby no tuviera de amiga en Instagram a Mía, ahora con Dana ya no me queda ninguna, y lo compruebo cuando Dana me habla.

- Abby está llamando-. Dice Dana y miro a Mía que sonríe nerviosa.

- Ups-. Dice y yo quiero dejarla tirada en medio carretera....

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***