Capitulo 9

Como un animal furioso salió de la casa en la que había vivido desde que se casó con Marian, con una sola idea en la cabeza, hacer pagar a esa mujer que le había echo la misma maniobra unos años antes, esa vez ella quería meterse en su cama y esta vez quería que estuviera con otra mujer.

No creía como alguien podía ser tan despiadado para armar semejante plan con la finalidad de lograr el divorcio, su ira iba en aumento mientras más pensaba las cosas generándole un gran dolor de cabeza.

La rabia que lo consumía en ese momento hizo que el efecto de la droga fuera disminuyendo poco a poco.

Marian estaba dormida cuando escuchó que alguien tocaba a la puerta, se levantó pensando que era Oscar que se había devuelto, abrió suavemente la puerta y sintió como su cuerpo era empujado con fuerza, casi se cae cuando se dio cuenta de que Peter había llegado.

No entendía que hacia ese hombre allí, debería estar teniendo una noche de pasión con Sara y dándole la evidencia que necesitaba para el divorcio, por lo que sus ojos veían Sara había fallado y lo peor era que había sido descubierta.

-¿Qué haces aquí? – Marian intentaba parecer calmada, aunque sabía que Peter no tenía limites cuando se molestaba

Ella estaba consciente de que algo así podía pasar y ya estaba preparada para ese escenario, de todos modos, buscaba hacerlo molestar hasta llegar al punto de que firmara el divorcio sin que ella se lo pidiera.

-¿Cómo te atreves a hacerme esto?, creo que se te ha olvidado lo ruin que puedo ser – él la miraba con odio mientras la tomaba por el cuello

Sus palabras mostraban toda la rabia que sentía en ese momento y aun así, su agarre no era fuerte, por lo que Marian lo miró con un destello de satisfacción.

-No entiendo que haces aquí, deberías estar en este momento pasando un rato agradable con la mujer que amas, pensé que sería bueno que se conocieran de una manera más intima y pudieras decidir si merecía ser la futura señora Martin – el rostro de Marian era de burla

-Solo me voy a divorciar de ti en tus sueños, vas a ser mi esposa hasta que a mi me de la gana, hasta que me aburra de ver tu cara cerca de mí, no te dejaré huir de nuevo con tu amante – el hombre habló con ironía

-Entonces tendré que estar con él aquí – respondió ella

Después de sus palabras sintió como el agarre de Peter comenzó a hacerse más fuerte y cada vez sentía menos aire en sus pulmones, su rostro comenzó a ponerse rojo y sus venas comenzaron a ensancharse, cuando Peter la vio de esa manera la soltó.

-Ahora que lo pienso y escucho tus palabras he llegado a la conclusión de que te has enamorado de mí y es por eso que no me quieres dar el divorcio, por eso no quieres que pertenezca a otro hombre, pero debo decirte que ya es tarde para eso – Marian intentaba recuperar el aliento antes de lanzarle todo eso a la cara

-Te crees una gran cosa, no eres lo suficiente mujer para que me enamore de ti – el intentó reírse, pero la risa no le salió

-Entonces firma los papeles y deja que esta mujer indigna libre, toma una decisión por ti mismo una vez en tu vida – el rostro de Peter era cada vez más oscuro

-Te di la oportunidad de abandonar la idea de casarte conmigo, hasta intenté que te arrepintieras y ahora piensas que te vas a deshacer de este matrimonio de una manera tan sencilla, te digo que eso no va a suceder ni en tus sueños Marian – esas palabras habían calado hondo

Marian recordó sus palabras antes de casarse y durante la noche de bodas, él le dijo que esa era la oportunidad de arrepentirse y dejar todo así.

-¿De verdad anhelas tanto ser mi esposa?, nunca te veré como mi esposa, de ahora en adelante vivirás tu vida como una viuda deseando a que tu esposo venga a calentar tu cama – ella pensó que podría hacer que él se enamorar de ella con el tiempo

-Creo que podremos tener un lindo matrimonio si los dos ponemos de nuestra parte, ¿Tu vas a poner de tu parte? – su rostro estaba lleno de esperanzas y de amor hacia él

Esa noche igual que todas las noches que duró su matrimonio ella durmió sola, él nunca se comportó como un esposo y ahora que ella quería apartarse él no la dejaba.

-Está bien, lo acepto, si no quieres divorciarte entonces no te pediré nuevamente que firmes los papeles, pero quiero que sepas que me comportaré de la misma manera que lo hiciste tú hace años, yo te estoy dando la oportunidad de alejarte de mi y tu no la quieres aceptar, entonces iremos cada uno por su lado viviendo su vida – los ojos de Peter casi que lanzaban fuego

-Seguiré como hace algunos años no interferiré en tus asuntos, podrás seguir tu vida de soltero mientras yo haré mi vida en secreto – él la tomó por lo hombros y la acercó a su cuerpo

-¿Tienes tantas ganas de estar con otros hombres? – ella sentía que la mirada de él la traspasaba

-Por supuesto, soy una mujer que tiene algunas necesidades, además conozco un par de viudas que tienen amantes en secreto – Peter sentía como la rabia lo carcomía por dentro

-Si lo que necesitas es un hombre estoy aquí para hacerte el favor de satisfacer tus ganas – la llevó hasta el mueble mas cercano y casi que la lanzó subiéndose encima de ella

Sus manos iban de aquí a allá por su piel, mientras el cerebro de Marian funcionaba lo más rápido que podía y solo pudo hacer una cosa para quitárselo de encima, le dio una patada en su entrepierna y lo empujó lejos de ella, en lo único que pensaba era que su hija estaba durmiendo en la habitación contigua y no quería que Peter la viera.

-No te deseo, como te dije quiero a otros hombre no a ti y deberías irte inmediatamente o llamaré a tu padre y le diré lo que estás haciendo, a lo mejor te haga entrar en razón o al menos que lo quieras es que quede embarazada y así le podamos dar una gran felicidad a tu padre, imagina todo lo que me dará si quedo embarazada hoy – de un salto Marian se alejó de Peter y tomó el teléfono haciendo como que llamaba a alguien

El estaba tirado en el piso mirándola con odio cuando una personita salió de su habitación con cara de sueño, él solo vio a una niña pequeña a la que le calculó unos dos años y comenzó a sacar cuentas, no esa niña debió haber nacido después de que ella se fuera, por nada del mundo podía ser hija de ellos dos.

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