CAPÍTULO 6

Al día siguiente Manuel había concretado una reunión con el Grupo Ambrosetti, en la sala de reuniones se encontraban Gala y Manuel conversando de manera amistosa hasta que la puerta fue abierta y los ojos avellana los observa de manera poco amigable, aquello que molesto a Dante fue observar como Gala sonreía con Manuel, pero al momento de verlo aquella sonrisa se había desvanecido la rara sensación de celos se apoderó del hombre.

- Por lo visto tienen una buena amistad - Murmuró el hombre con una tonada diferente.

- Por supuesto señor Ambrosetti yo a diferencia suya si me he dado la oportunidad de conocer a Gala - Manuel no había dudado en responder.

- Lastimosamente la hora de socializar ha culminado mi mujer y yo nos retiramos - Murmuró Dante posicionándose al lado de Gala.

- Bien - Manuel no se mostró reacio en ese momento - Gala, espero que aceptes una incitación para almorzar juntos - toda la atención del hombre fue puesta en la mujer.

- Muy bien Manuel, te agradezco la invitación y por supuesto acepto tu invitación - Muy a su pesar Dante se mantuvo en silencio conteniendo sus arrebatos, segundos después la pareja de esposos salió de la Sala, cada uno de ellos fueron directamente a sus oficinas.

Pero en la Oficina Presidencial, Dante tenía una cara oscura, entonces levantó el Teléfono y le había dado una orden a su secretaria.

- Te ordeno que nadie moleste o que alguien irrumpa en mi oficina durante una hora - Rugió el hombre a través de la llamada, la pequeña secretaria se había asustado por la tonada de Dante, de hecho ser su secretaria requería de un fuerte temperamento.

Si señor - Respondió la mujer.

Dante bajo el teléfono cerró los ojos por unos segundos hasta que volvió a marcar el número de alguien más, en la Oficina de la Gerencia el ambiente era agradable Gala se encontraba trabajando arduamente cuando una llamada había caída, así que la mujer contestó la llamada.

- Te quiero en mi oficina ahora - La molesta voz de Dante había fastidiado a la mujer, pero antes de reclamar la llamada ya había terminado.

- Tu odio va a torturarme hasta la empresa - Expuso en un susurró la mujer, pero no tenía más opción que obedecer entonces se dirigió al área Presidencial - Julia, estoy acudiendo al llamado de mi marido ¿puedes informar de mi llegada?

La secretaria se había sorprendido, pero realizó la llamada aunque Dante había sido claro, tampoco va a dejar que Gala se vuelva a ir y se gane alguna reprimenda del Gran Jefe.

- ¿Qué ocurre? - Pregunto Dante.

- Señor, la señorita Smith está aquí - Julia se mordió los labios.

- ¿Por qué le dice Señorita Smith? - lo expresado por Dante había tomado por sorpresa a Julia - Ella ha dejado de ser la Señorita Smith, ella es la señora Ambrosetti y déjala entrar.

- Oh, lo lamento señor, no volverá a ocurrir aquel error - Respondió la Secretaria con una sonrisa - Señora, puede pasar.

- Gracias Julia - Expresó Gala posteriormente entró en la Oficina de su malhumorado marido - Señor Presidente, dígame en que le puedo ayudar, o mejor dicho que quieres Dante.

Dante cerró la puerta con control y se había puesto de pie.

- Gala, cuidado por el tono empleado al hablarme y te quiero a ti - Aquellas palabras provocaron escalofríos en la mujer, prácticamente su corazón había dejado de latir, pero cuando la tomó de la mano y la dejo en el sofá entendía el significado de sus palabras y no era porque la quiera, era para tener intimidad.

- Estamos en la Empresa Dante, detente - Aunque en verdad Dante la había agarrado con la guardia baja, el pequeño rostro de la mujer era como un tomate.

- Es mi empresa - Expuso el hombre con la voz ronca, y teniendo a un seductor Dante mirándola de la esa manera hizo que el deseo de Gala se apodere de ella, pero en definitiva el deseo siempre puede más y allí ambos poseían aquello.

El hombre tomó la decisión de despojar a la muejr de sus prendas, la mujer había quedado completamente desnuda a merced del hombre, ambos cuerpos se fundieron en las llamas de la Pasión en la Oficina Presidencial, Dante no puede controlar su deseo por la mujer prácticamente el podría perder la cabeza por ella, podría arder en el infierno por ella, su autocontrol con Gala Smith es nulo.

- Eres hermosa - Murmuró el hombre sacudiendo el cuerpo ya en llamas de la mujer, no entendía a Dante desde aquella perspectiva, él la puede golpear, la trata mal, pero también sus palabras son como un recuerdo estancado, tenía un encanto particular, entonces la Oficina exploto de Gemidos, jadeos, pasión, besos apasionantes y un sentimiento capaz oculto y desconocido, Dante Ambrosetti ama a aquella mujer, pero su orgullo y la maldad de Clara levantan un gran muro para ellos.

Cuando todo había terminado ambos se habían duchado, pero Dante no podia estar lejos de los labios de Gala.

- Dante ya es suficiente - Expuso la mujer, mientras busca sus prendas, aunque el hombre ya estaba completamente vestido, aquello tomó por sorpresa a Gala, pero no tenía tiempo de pensar en aquello - Esto no puede ser.

- ¿Qué ocurre? - Preguntó el hombre llegando rápidamente cerca de la mujer.

- Has roto mi camisa Dante - La mujer levantó la prenda dejando ver que la misma estaba rota e inservible.

- Esto no es nada - con aquellas palabras Dante había llamado a su secretaria - Ve a buscar una camisa de repuesto para la señora y no tardes mucho - Fue la orden de Dante.

La secretaria fue corriendo hasta el área de Gerencia, Gina estaba atareada cuando la secretaria Presidencial había llegado.

- ¿Qué ocurre contigo? - Pregunto Gina al observar a Julia por allí.

- Búscame una camisa de repuesto para la Gerente no me preguntes que paso, no lo sé, lo único que tengo claro es que en la Oficina ha llegado una Guerra, pero yo creo que de amor.

- Deja de decir estupideces, ya te veo una - Gina tampoco era estúpida sabe que quizás su jefe le rompió la camisa a Gala así que para evitar que ella siga mucho tiempo allí busca rápido una prenda.

En el área Presidencial de la Empresa Ambrosetti una hermosa mujer que portaba un vestido rojo se adentró en el lugar, al no encontrar a nadie y como es la consentida de Dante Ambrosetti, Clara tomó la decisión de avanzar hasta llegar a la Oficina.