Año 601, en el reino Luna carmesí, estación primavera, casa de la familia Renger.
Una sirvienta de ojos negros, cabello de igual color, lleva uniforme de azul oscuro, con un delantal color blanco y una cofia bastante alta que identificaba que era una sirvienta exclusiva. Esta sirvienta era la asignada para cuidar a la Señorita Renger, era de 40 años y había cuidado de la señorita desde que su madre falleció 3 meses después de haberla dado a luz. Todos los días le llevaba su desayuno ella sola, pero cuando había que vestir a la Señorita debía hacer ese trabajo con otras tres sirvientas, ya que la misma era tan inquieta que varias mujeres debían ayudar para que estuviera lista a tiempo. El desayuno favorito de la señorita era huevos, pan con mantequilla semi tostado y un vaso de jugo de naranja dulce por lo que la sirvienta se lo preparo y decidió llevarlo a su habitación aprovechando de irla a despertar. Para llegar al cuarto de la señorita ella debía subir las escaleras hasta el segundo piso de la mansión las dos habitaciones y la otra era de la señorita.
Su habitación era la segunda, ya que su balcón se conectaba con el árbol de cerezo del Jardín y sus bellas ramas posaban sobre él por lo que era el lugar perfecto para que la Señorita pudiera disfrutar el desayunar, también le gustaba sentarse para ver cómo cambiaban las estaciones o simplemente ver cómo volaban los Zorzales, veía cuando el árbol está a floreciente o cuando no había ni siquiera un cerezo, pero todo esto hacía que la señorita disfrutara de su pequeño balcón.
La sirvienta se llamaba Marta, y a ella le encantaba mucho trabajar para la señorita, ya que la consideraba con mucho amor como si fuera su propia hija. Cada vez que llegaba a la habitación de la señorita mirada por unos segundos el dibujo que había hecho en la puerta la señorita, porque este tenía un campo lleno de flores y un pequeño estanque que reflejaba la luna. Esto llenaba de orgullo a la sirvienta pues la Señorita había progresado en las artes muy rápidamente, ya que era algo que a ella le apasionaba de verdad.
La sirvienta toca tres veces la puerta y dice:
Marta: Señorita Sumire ¡Buenos días! Voy a pasar
Sí, como has oído nuestra protagonista es Sumire Renger.
Ante tal llamada no se oye respuesta, pero aun así la sirvienta entra a la habitación debido a que en realidad vino a despertar a la señorita. El cuarto de Sumire no era muy lujoso, el color de las paredes era el mismo color de la madera que utilizaron para construir la Mansión, solo le adornaba algunos objetos que su padre había logrado comprar con la intención de que su hija los decorara a su gusto. Estos objetos eran un bello clóset de color blanco al cual Sumire le había dibujado unos hermosos pájaros de color azul, una peinadora color celeste que tenía un gran espejo redondo, una bella alfombra de color rosa pastel que tenía bordado unas flores de color amarillo, una mesa de noche de color blanco al cual Sumire le había pintado unas mariposas de diversos colores, tenía una cama estilo individual que tenía bellas cortinas de color celeste al igual que sus sábanas, las cortinas del balcón eran de color celeste y no poseían ningún bordado, mucho menos eran muy gruesas, ya que su tela era semejante a la del tul. Lo que más llenaba de vida la habitación de Sumire eran los dibujos que ella misma había realizado, en uno de ellos tenía pintado unos conejos que comían bayas en el bosque, el otro unas ardillas que robaban nueces de una cocina, el otro tenía dibujado un bello prado con muchas flores; pero el más importante para la señorita era el que había dibujado el mejor Amigo del Barón Ranger y este contenía el retrato de una bella mujer de cabello marrón ondulado, ojos marrones oscuros y piel pálida que sonreía con ternura a su hija entre sus brazos. Dicho retrato fue llevado a cabo meses después de que naciera la señorita, ya que su madre, la señora Renger temía que no podría crear recuerdos maravillosos con su hija por lo que decidieron pintar este retrato. Cada noche antes de dormir Sumire se sienta frente al retrato imaginando que este es un recuerdo que tiene en su mente y siente de esa manera la calidez como si su madre la estuviera abrazando.
Marta estando dentro de la habitación se da cuenta de que Sumire no se encuentra por ningún lado por lo que vuelve a llamarla diciendo:
Marta: Señorita Sumire Le traje el desayuno ¿se encuentra en el baño?
Nuevamente, no hubo respuesta por lo que decidió colocar la bandeja en la mesa que estaba en el balcón para divisar si se encontraba escondida en algún lugar. Como no la consigue después de buscarla en la habitación vuelve al balcón y colocan sus manos en la cintura, frunce el ceño y con voz alta dice:
Marta: ¿dónde se habrá metido esta niña?
Al pronunciar estas palabras escucha que una rama se ha movido por lo que de alza su vista en dirección del sonido y se da cuenta de de que Sumire está intentando bajar sigilosamente con la intención de que Marta no se diera cuenta de que estaba entre el árbol. Tras ver todo esto Marta exclamó con voz aterradora y agitando las manos con desesperación le dice
Marta: ¡Señorita Sumire! ¿Qué hace subida allí? ¡Por favor baje!
Marta colocando sus manos en la boca Mira fijamente cómo Sumire coloca su lápiz en su boca y su cuaderno lo abrazó con el brazo izquierdo para poder bajarse. Sumire bajaba con calma o de lo contrario podría agitar más a Marta que ya estaba bastante pálida. Cómo vio que estaba cerca del balcón Sumire decide saltar a él, pero Marta corriendo va a tratar de atraparla por lo que ambas se tropiezan y caen al balcón; mientras Sumire se sienta coloca una de sus manos detrás de su cabeza y con una sonrisa bastante nerviosa dice con vos temblorosa
Sumire: ¿te encuentras bien Marta?
Sumire era una joven de 17 años cuyo cabello era liso y le llegaba hasta los glúteos, poseía unos bellos ojos de color marrón claros, posee un pequeño lunar en el nacimiento de sus pestañas y una piel que era suave y clara, media 1.45 cm y pesaba alrededor de 50 kg, pero esto no la hacía verse mal, sino que su peso está bien definido en sus senos y glúteos, haciendo de ella una de las bellezas de la época. Sumire era muy cuidada por su padre, a pesar de que él no tenía para darle lujos daba lo mejor de sí para que Sumire tuviera los mejores tratamientos para su piel porque a ella le encantaba dibujar y a menudo se veía envuelta de pinturas o de carbón sobre su rostro mientras trataba de evitar que el sudor que de ella brotaba pudiera dañar sus lienzos por lo cual usaba sus propias manos para secarse haciendo que quedara cubierta de pintura o de carbón y el día de hoy no fue la ecepcion.
Marta: ¿Cómo Puedes preguntarme si estoy bien? Casi pasa algo grave
Marta saca su pañuelo y limpia la cara de Sumire mientras intentaba controlar las lágrimas diciendo:
Marta: ¿y si hubieras caído de ese árbol? ¿O Si tuvieras fracturado una pierna? Tu padre me habría echado o quizás me hubiera matado, recuerda que eres lo más preciado que tiene en la vida. además mira cómo estás, pareciera que te hubieras dormido frente una chimenea, estás toda cubierta de carbón.
Marta empieza a llorar por lo que Sumire nerviosa se intenta consolarla diciéndole:
Sumire: pero nada de eso pasó -se pone de pie y continúa diciendo- ¡Mira! Estoy muy bien, no me ha pasado nada ¡vamos! No llores levántate
Marta se levanta furiosa y mientras se limpia le dice a Sumire
Marta: juro por Dios señorita, que si no llegó a vivir hasta los 50 será por tu culpa, ahora Siéntate a comer que el Barón ha vuelto de su viaje y quiere verte
Sumire: ¡¿En serio?! ¿papa está aquí?!
Marta: Sí, el Barón está aquí y me ha pedido que la arregle para salir, asi que debe desayunar mientras yo busco a las demás sirvientas para que pueda estar lista
Sumire estaba desayunando contenta, ya que su padre hacía 2 meses que no había vuelto a su hogar realizar trabajos que ayudaran a establecer la economía de la familia pues quería que su hija viviera de la mejor manera. Marta ordenaba el desastre que habían causado y de forma delicada levantaba los bocetos de Sumire y al ver el que estaba dibujando recientemente le dijo:
Marta: ¡Así que por eso se subió al árbol!
Lo que Sumire había dibujado era un zorzal comiendo algunos cerezos
Marta: entiendo que las aves son muy difíciles de dibujar, pero no debe ponerse en semejante peligro por estas cosas usted es la única señorita y heredera de esta casa no la podemos perder -Marta se arrodilla y con mucha preocupación continúa diciendo- por favor señorita prométeme que no volverá a hacer algo como esto
Sumire mira y le dice
Sumire: Cálmate Marta, te prometo de corazón que no lo volveré a hacer. Discúlpame por haberte asustado
Marta: no tiene que pedir disculpas, termine de desayunar, llamaré al resto de las sirvientas para bañarla y vestirla
Una vez término de desayunar las sirvientas bañaron a Sumire en una bañera que era de su tamaño, donde agregan diferentes aromas y aceites para que pueda cuidar su piel y quitar todo el carbón que su cuerpo había tocado ese día. La vistieron con un vestido celeste y blanco el cual no le combinaba mucho con el tono de su cabello, pero por ser uno de los favoritos de su padre decidieron usarlo, le colocaron un collar de perlas y los cuales fueron heredados de su madre, llevaba guantes de color celeste y su cabello se lo recogieron con trenzas sin llevar ningún adorno en el, ya que el Barón no tenía dinero como para comprarle suficientes joyas. Aunque esto sucedía a Sumiré no le importaba nada pues era muy feliz viviendo en esta mansión y sabía mucho lo que trabajaba su padre
Sumire: ¡ya estoy lista es hora de ir con mi padre!
Sumire se levanta el vestido corriendo por las escaleras sin escuchar lo que le dice Marta ansiosa de ver a su padre
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Comments
unapersonarandomxdd
¡Qué talento tienes para crear personajes fascinantes!
2023-10-04
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