14.

-No lo puedo creer, es un chiste- murmuré comenzando a enojarme, comencé a volver hacía la casa para irme pero su mano me detuvo.

Su mano acaparaba casi todo mi brazo, me generó una sensación que no pude explicar.

- No, esta vez no dejaré que se vaya así. Sigamos hablando, déjeme explicarle. Si no escucha viviremos de malentendidos - sentenció con seguridad.

Tenía razón, si no lo escucho es imposible tener una buena comunicación. Posé con delicadeza mi mano sobre la suya, las venas sobresalían notablemente y su piel era suave, sorprendido me soltó. Sentí un vacío extraño en mi piel, me gustaba su tacto.

- Tiene razón, hablemos- sonreí

Volvimos sobre nuestros pasos y nos sentamos en las sillas que estaban cerca de la mesa de té.

- No se como explicarlo, pero aún así necesito decírselo para que pueda entender varias cosas- comenzó hablar

- Yo tengo una habilidad, es lo contrario a lo de usted-

Fruncí lentamente el ceño intentando entender sus palabras

- Usted... puede... ¿herir?- intenté hablar buscando las palabras para formular una pregunta lógica

- ¿No sabe sobre la historia de Mork y Saoli?- preguntó apoyando sus codos en la mesa.

- Escuché algo cuando era niña. Mork, es el Dios de la tragedia y Saoli, la Diosa de la vida pero no se nada más- respondí con sinceridad

- Se dice que cada 300 años los dioses eligen a una persona para darle un poco de sus poderes. La persona elegida por Mork, puede generar algunos accidentes, tragedia con actos normales, por ejemplo chasquear los dedos. La persona elegida por Saoli, puede curar con tan sólo tocar a los demás- explicó

Asentí en silencio, parece saber mucho sobre historia.

- Nami, nosotros somos unos de los elegidos. ¿Entiende?-

Ahora que lo ponía en palabras podía pensar en lo grande que se estaba convirtiendo todo esto.

- tiene razón...- murmuré

- El accidente de mi baile, lo causé yo. Estaba muy enojado, no pude controlar mis emociones y con un gesto de mi brazo hice explotar la botella-

Lo miré sorprendida, no me esperaba esa declaración.

- Yo sané a la chica porque tampoco pude controlar mis emociones- declaré, sentí que lo tenía que contar porque el me contó lo suyo.

- Ahora que tienes un contexto, quiero decirte porque no puedes aceptar la petición del rey-

Una voz masculina lo interrumpió, voltee y me encontré con un chico de unos 20 y tantos años, parecido a Kenoir saliendo de la puerta trasera de la casa.

Venía a paso apurado y firme, con rostro serio. Cuando se percató de mi presencia me sonrió, le devolví el gesto.

Noté algo peculiar en él, sus ojos eran negros pero él izquierdo tenía una mancha verde, ¿por qué será? ¿un accidente?

- Un placer señorita, soy Haakon Farguelx- se presentó, el hermano mayor de Kenoir y el heredero del Ducado.

3 hermanos varones, los 3 mosqueteros.

Sonreí ante mi chiste interno

- El placer es mío, soy Nami Winkracht- me presenté

- Disculpe la interrupción pero necesito la presencia de mi hermano en algo importante- pidió aún con una sonrisa, se que es una sonrisa formal. Puedo notar que es cómo Kenoir, parece ser que comparten la seriedad. Aunque Kenoir suele sonreír seguido cuando estamos juntos.

- Si, no se preocupe. Yo ya me iba- mentí levantándome de la silla.

Miré de reojo a Kenoir, sus gestos demostraban disgusto. Estaba por decirme algo importante y su hermano lo interrumpió, espero que me escriba una carta diciéndome lo que quería decir.

- Espero verlo más adelante- me despedí de Kenoir con una sonrisa, esperando con ansias que así sea.

Siento que lo necesito a mi lado, más que nunca.

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