Capítulo 14. Lo que es justo.

—¡Oh, mierda! —tiró el pañuelo que usaba para secar los vasos sobre la barra. Era el quinto vaso de cristal que rompía en lo que iba de la noche, muchos más de los que había roto en todo el tiempo que llevaba trabajando ahí. 

—Luka, ¿Estás bien? —uno de los meseros, y amigo íntimo de Luka, llegó a su lado, con una bandeja llena de copas vacías. 

—Sí, estoy bien, gracias por preguntar Andrea —Luka agarro su cabeza, el dolor lo estaba matando. 

—No lo pareces —se recargó en la barra, Luka estaba apoyado con los brazos sobre la misma y con el rostro hacia abajo. 

—Es mi hermano menor, está metido en un puto lío y no tengo la menor idea de que hacer para ayudarlo —dijo. Elio se había marchado, y, aunque no lo hubiese dicho, sabía que había otras cosas más allá de un simplemente matrimonio, ¿O por qué se lo pedirían a alguien sin poder alguno? 

—Pensé que no te preocupabas por ellos —dijo. Luka parecía el típico chico al que su familia le vale una mierda (aunque siempre buscaba ayudar a las personas). Nunca hablaba de ellos, es más, aunque llevaban años de conocerse, Luka jamás le había contado cuántos hermanos tenía o lo había llevado a su casa. 

—Son lo más importante para mí. Aunque parezca que todo me vale una mierda, mi familia es primordial. 

Andrea se quedó sorprendido. Nunca había visto ese semblante en Luka. Para él, y para cualquier persona que lo conociera, Luka era el ser más despreocupado que hubiese pisado la tierra, sin embargo, en ese momento, se veía temeroso y enfadado. 

—¿Qué le pasó a tu hermano? —preguntó luego de un par de minutos en silencio. 

—Se encontró con el diablo —dijo. 

—¿El diablo? 

—¿Puedes cubrirme por hoy?, no me estoy sintiendo bien, le diré al jefe y si me da permiso, me iré —Andrea asintió casi robóticamente. Las cosas deberían de ir peor de lo que pudiera imaginado, Luka, por más irresponsable que fuera, jamás dejaría su trabajó apenas comenzando. 

—Adelante, ve a pedir permiso. 

Luka asintió y subió al segundo piso. 

—jefe —dijo, tocando la puerta con delicadeza. David respondió con una “adelante”—, quiero pedirle permiso para irme, no me siento bien. 

—¿Estás enfermo? 

—Un poco… —mintió. No le hacía sentir para nada bien tener que decir una mentira, sin embargo, no creía que David lo dejase ir si hubiese dicho la verdad. 

—Adelante muchacho, descansa, si mañana te sigues sintiendo mal, puedes faltar, no hay necesidad de avisarme, estaré ocupado estos días. 

—Está bien, muchas gracias. 

Luka cerró la puerta de la oficina, fue a la parte trasera del primer piso, y, después de cambiarse a su ropa habitual, salió por la parte trasera del bar. 

Eran las diez de la noche, realmente no quería regresar a su hogar, sacó un cigarro y le dio una calada luego de encenderlo, aunque rara vez fumaba, Luka sentía necesitarlo en ese instante. Se recargó en la pared del edificio y miro el cielo. Siguió pensando en alguna solución para que su hermano saliera del embrollo en donde se había metido gracias a sus tías, sin embargo, ni en cinco años hubieran podido conseguir tal cantidad de dinero. 

Comenzó a caminar por las calles sin un rumbo fijo, miraba los bares, las cantinas, los hoteles a su alrededor. Todos llevaban una vida de libertinaje al máximo, hombres con mujeres jóvenes y viceversa, tal vez engañando a su esposa o esposo. Hombres con hombres y mujeres con mujeres, todos viviendo al máximo. Pero, de entre todas esas personas, pudo ver a una pareja siendo cariñosos entre ellos. 

Luka nunca había sido romántico ni mucho menos enamoradizo. De hecho, no recuerda haberse enamorado de alguien, o que alguien le hubiese gustado. No podía ni imaginar lo que sería la vida de Elio en adelante. Veía a las parejas en las calles, esporádicamente se preguntaba, qué siente amar a otro que no sean ellos mismos, pero esa pregunta nunca tenía una respuesta. 

Siguió caminando, dejo esos pensamientos de lado, ¿Qué más da que se sentía?, tenía cosas más importantes en qué pensar. Tal vez no se podría, pero debía intentar hacer que Elio no se case. Mientras aún no haya firmado el acta de matrimonio, no todo estaba perdido. 

Llegó a una calle menos transitada, ahí ya comenzaban a estar alguno que otro edificio departamental. El cigarro en su mano hacía mucho que se había terminado. Sacó su celular y vio la hora, era la una y media de la madrugada, ni siquiera se percató que estuvo caminando por tanto tiempo. 

Estaba por regresar, pero un fuerte grito de auxilio hizo que detuviera sus pasos. Miró alrededor, pero no vio a nadie, un segundo grito provino de un callejón, al otro lado de la calle. Espero a que la caravana de cuatro camionetas terminará de pasar antes de poder cruzar. 

Él era así, ayudaba sin importar a quien. Pero era esa misma actitud lo que lo había llevado a meterse en incontables problemas y peleas, por suerte, sabía cómo defenderse. Aunque todo se iría a la mierda si el bastardo con el que peleaba traía un arma. 

Entro al callejón, era un lugar sin salida, escuchó un fuerte ruido de algunos contenedores de basura cayendo en el fondo. Se acercó y vio a tres hombres inclinados en el suelo, reían como maniacos. El lugar estaba oscuro y era tétrico, no podía ver bien. 

—¡Hey!, ¿Qué están haciendo? —ellos se detuvieron y lo miraron, una vez que levantaron su torso del suelo, Luka vio a la dueña de aquel par de gritos. Una mujer joven estaba tirada en el suelo con la blusa abierta y el pantalón abajo. Entonces todo estaba claro. 

—¡Lárgate si no quieres problemas! —gritó uno de ellos mientras se ponía de pie. 

—¡Bien, pero ella se irá conmigo! —Luka subió las mangas de su chaqueta y se acercó a ellos. 

—Te lo advertimos. 

Los dos hombres restantes se pusieron en pie, listos para atacar. Se miraron unos a otros y el trío saco una navaja cada uno. Luka arrugó las cejas, pero no se iba a acobardar. Pensó en Annalise y en qué pudo haber pasado por lo mismo, por supuesto no se iba a quedar de brazos cruzados sabiendo que pudo hacer algo para evitarlo. 

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—Fue un placer hacer este intercambio con usted, señor Dragón —un hombre, casi tatuado por completo y con un curioso asentó rusos, le entregó un maletín lleno de dólares—, sin embargo, consideramos que pudiera trabajar solamente para nosotros. 

—Esto se trata de ganar dinero, no de tener lealtad a alguien —dijo. Cerró el maletín, se dio media vuelta y subió a la Suburban negra que ya lo esperaba. 

Las cuatro camionetas dieron la vuelta y regresaron. 

La calle estaba prácticamente sola, los autos eran esporádicos y ni hablar de las personas. Miró por la ventana y alcanzo a distinguir una cabellera platinada en medio de la oscuridad, parecía espera a que ellos dejarán de pasar para cruzar la calle. 

—Perrito —murmuro.

—¿Dijo algo, jefe? —el chófer miró por el retrovisor. 

—Detente —ordenó, el hombre en el asiento del copiloto les ordenó por radio a los demás que se pararán—, Leo, vuelvan y lleven el dinero, tengo que hacer algo. 

En medio de la calle, el chófer y la mano derecha de Dragón, bajaron y subieron a la camioneta de enfrente. Dragón, por su parte, regresó, buscando entre los callejones y las calles, a esa persona. 

Se estacionó a un lado, en el mismo lugar donde lo había visto antes, iba caminando, no podía irse tan rápido. Bajó de la Suburban y miró a todos lados, se sentía estúpido buscando a ese niño, la última vez le había pisado el pie, obviamente no tenía un motivo válido para buscarlo. 

Sin embargo, ahí estaba, divisando por doquier, pero ese perrito no apareció. 

Iba a subir a la camioneta nuevamente, pero el ruido estruendo de los contenedores de basura cayendo, llamaron su atención. En el callejón de enfrente parecía haber alguna pelea, cruzó la calle y fue ver. El callejón estaba prácticamente oscuro, solamente iluminado por una tenue luz amarillenta parpadeante, sin embargo, a pesar de toda esa oscuridad, lo pudo ver. 

Ahí estaba ese Pomerania peleando ferozmente contra tres personas. «Que injusto», pensó. Sin dudarlo ni un segundo, se acercó a ellos. 

—¡Hey!, imbéciles —la pelea se detuvo—, es injusto, tres contra uno, ¿qué tal si lo equilibramos un poco? 

No esperó ninguna respuesta, fue rápido en los ataques. Tanto Luke como Dragón pelearon contra ellos, sin embargo, Luke estaba demasiado cansado y herido para seguir, así que se hizo a un lado después de recibir un golpe en la cara. 

Pasaron un par de minutos antes de que el último de los hombres cayera de una patada. Dragón se acercó a Luka y le extendió la mano para ayudarlo, Luka lo miró unos segundos antes de aceptar la ayuda. 

—¿No deberías…? 

La pregunta se quedó en el aire, uno de los hombres se lanzó contra Luka empuñando una navaja, Dragón reaccionó al instante pegándolo a su cuerpo, sin embargo, la navaja se encajó en su antebrazo derecho. Le dio una patada al hombre y sacó, de detrás de su espalda, un arma el cual accionó al instante. Luka se tensó al escuchar el sonido del disparo, se aferró con fuerza a la ropa de Dragón y se encogió en sus brazos.

—¿Estás bien? —Dragón sintió dolor en su pecho y miró el pálido rostro de Luka.

Él estaba en trance, muchas veces había escuchado disparos, pero nunca tan cerca como en ese momento. Miró hacia arriba, la mano de Dragón aún seguía sobre su espalda y lo sostenía con fuerza, lo cual agradecía un poco ya que sus piernas temblaban y sentía que en cualquier momento podía caer. 

—Sí, lo lamento —dijo tartamudeando un poco al hablar. Se alejó dos pasos de él.

«Mierda, estoy jodido, soy un puto cómplice de un homicidio», pensó, completamente aterrado.

—Váyanse, antes de que los maté —Dragón les apunto con el arma, los hombres se pusieron de pie y corrieron—, tú también —Luka, que no entendía que pasaba, se giró y vio al hombre que pensó estaba muerto, ponerse de pie de forma tambaleante y salir corriendo despavorido. 

—¿No… no lo mataste? —aunque fue una pregunta, sonaba más como una afirmación. 

—Ganas no me faltaron, créeme, pero no me atrevería a hacer algo así enfrente de ti, después de todo, eres un inocente. —Esas palabras causaron un torbellino de sentimientos en Luka, ¿Un matón como él estaba pensando en los inocentes?, debía ser una broma, pero el hombre no estaba muerto, ni siquiera herido, ¿Era correcto creer en su palabra? 

Luka no quería pensar en eso, por el momento, solamente quería asegurarse de que la chica estuviera bien, llevaba demasiado tiempo inconsciente como para ser un simple golpe. Corrió hacia ella y le tocó el pulso, por suerte aún estaba con vida. 

—Déjame ayudarte —Dragón se acercó a ellos y sin mucho esfuerzo la levantó del suelo—, debe de estar drogada, se le pasara en una hora —dijo. 

—Vamos a un hotel... 

—Eso es demasiado sugerente, pero, por el momento es más importante ella —Dragón bromeo un poco, aunque a Luka no le pareció para nada divertido y solamente lo miró enojado—, no te rías tanto o te vas a arrugar —dijo. 

—Si no me quieres ayudar… 

—Es broma, vamos. Mi camioneta está del otro lado de la calle. 

Quién sabe si era porque el hotelero tenía falta de moral, o solamente no le importaba quien iba mientras pagará, pero no les fue complicado conseguir una habitación, aun cuando llevaban a una chica inconsciente. 

Dragón coloco a la chica en la cama y la cubrió con la sábana, la pobre tenía un fuerte golpe en la cabeza, sin embargo, no llegó a sangrar. 

—¡Mierda, estás sangrando! —gritó Luka al ver la cama manchada de sangre y del brazo de Dragón escurría el líquido vital. Luka corrió hacia el baño en busca de algunas toallas y desgarro parte de la sábana para atar el brazo de Dragón y detener el sangrado. 

—El imbécil me clavo la navaja —dijo, mientras veía el trabajo que realizaba el chico—, pero no importa tanto —realmente parecía que no le dolía en absoluto, sin embargo, había cargado a la chica hasta ese lugar y había conducido, seguramente se desmayaría si seguía perdiendo sangre a esa velocidad. 

—Tenemos que ir al hospital urgentemente. 

—¿Bromeas?, ¿Sabes quién soy? —Dragón levantó una ceja, interrogante. Aunque Luka no conocía exactamente su historia, por lo que le dijo su jefe, seguramente era un mafioso buscado por medio país—, estoy en la lista de los más buscados por la DEA, obviamente no puedo ir a un hospital. 

Eso desconcertó a Luka, jamás pensó que grado de peligro representaba. Claramente no estaba frente a un narcotraficante común y corriente, el hombre incluso era buscado por una de las autoridades con mayor rango de la potencia mundial. 

—¿Qué sugieres?, no podemos dejarte así o te desangras y morirás en cualquier momento. 

—Estoy así por ti —dijo—, por supuesto que no me pediste ayuda —continuo antes de darle tiempo a Luka de refutar sus palabras—, sin embargo, lo hice por ti y recibí el cuchillo en tu lugar. 

—Al punto, ¿Qué es lo que quieres? 

—Que me cuides, eso es lo que quiero, ¿no crees que es lo justo? 

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