Capítulo 11. Encuentro planeado.

Después de varios días de inactividad, Elio por fin había regresado a su trabajo. Los documentos que le esperaban sobre su escritorio lo cubrían completamente. Era medio día, sin embargo, el trabajo de los días anteriores y de ese mismo día parecía no disminuir. Elio estaba agotado, pero ni siquiera pudo comer, apenas y descanso diez minutos y probo un sándwich.

El día término siendo realmente agotador, andar guardando expedientes en las diferentes áreas era cansado.

—Elio, es hora de irnos, ya todos se fueron —dijo la secretaria personal del Licenciado Mandeli. Elio miro la pantalla de su computadora y reviso la hora, pasaban de las seis treinta y él ni siquiera lo había notado.

—Sí, voy en unos minutos —ella asintió y regresó a su lugar, que era enfrente. Elio guardo los documentos editados, cerró todas las pestañas, apago la computadora y agarro sus cosas. Ambos salieron y se despidieron, ella subió a su auto y se fue, mientras que Elio camino por la acera para esperar el bus de regreso a su casa.

Mientras caminaba, estaba distraído enviándole un mensaje a su hermano mayor, doblo en una esquina, sin embargo, no se percató de la persona que venía y acabó chocando con ella. Lamentablemente, el hombre derramo su bebida sobre su ropa.

—Lo lamento, no estaba prestando atención.

—Está bien, no tienes que preocuparte —dijo de manera amable. Miró su camisa, era blanca y la mancha era sobresaliente—, demonios —mascullo—, tendré que retrasarme un poco —aunque su voz no era especialmente fuerte, Elio lo escucho claramente.

—Disculpe, ¿Iba a algún lugar importante?

—De hecho, sí. La boda de mi hermana es a unas calles de aquí, pero salí a buscar a un amigo, el muy tonto está perdido, pero ahora —miro su camisa nuevamente—, mi ropa esta completamente arruinada —Elio mordió su labio inferior, sintiéndose totalmente culpable—, tendré que regresar a casa. Lo malo es que está del otro lado de la ciudad, y con el tráfico que hay…

—¿Ya comenzó la ceremonia o aun no?

—Aun no, los invitados apenas están llegando, faltan unos cuarenta minutos —respondió.

—Oh, bien, siendo así, puedo comprarte otra camisa, pero… —Elio lo miró de pies a cabeza, entre más miraba (y aunque él no era un experto en ropa), más se convencía que el atuendo del hombre no era para nada económico—, no será tan cara como la que trae puesta.

—Mientras se vea bien, el precio es lo de menos —dijo con una sonrisa. Francamente, Elio se sorprendió por ello, el hombre tenía un rostro frío y serio, pero al hablar era todo lo contrario, incluso podía sonreír de una forma muy amable.

«Ojalá todos los ricos fueran así», pensó Mancini.

—Bien, conozco una plaza comercial a unos diez minutos de aquí, pero no tengo auto, ¿puede esperar el transporte conmigo?, no tarda mucho en pasar uno.

—No hace falta, podemos ir mi auto. Iré a traerlo.

Elio no tuvo tiempo de rechazar o aceptar la propuesta ya que aquel desconocido se fue corriendo casi en el mismo segundo en el cual terminó de hablar.

En menos de dos minutos, un lujoso auto se estaciono frente a Elio. Realmente era una persona adinerada, pero su forma de ser era demasiado sencilla como para ponerlo en el mismo plato que a los ricos arrogantes con los que tenía un contrato.

El desconocido salió del auto y se apresuró a abrirle la puerta, y aunque fue un poco incómodo, Elio se limitó a guardar sus pensamientos para sí mismo.

—Tú eres el guía —dijo comenzando a conducir, de cualquier forma, era una calle de un solo sentido.

—En tres calles doblas a la izquierda y en una calle a la derecha —dijo.

—De acuerdo, copiloto —afirmó su agarre en el volante y acelero un poco más. Quería hacer tiempo, sin embargo, no había muchos autos por ahí y no podía bajar la velocidad o Elio comenzaría a sospechar—, por cierto, mi nombre es Alessandro, ¿y el tuyo?

—Elio, ese es mi nombre —respondió.

—Elio, mucho gusto —extendió la mano hacia él y Elio la tomo—, tienes lindo nombre.

—Gracias —dijo un tanto incómodo.

Alessandro vio la incomodidad en el rostro del chico y decidió guardar silencio, no quería causar una mala impresión para su primer encuentro. Siguió conduciendo tranquilamente hasta llegar al lugar que Elio índico. No era una plaza muy conocida, pero había varias tiendas de ropa, zapatos y comida.

Elio comenzó a caminar y Alessandro fue detrás de él, subieron al segundo piso y fueron a una tienda con un letrero dorado en la parte superior: À la mode, decía.

—Aquí es —ambos entraron y fueron al apartado de ropa de vestir, Alessandro caminó por los pasillos buscando alguna camisa que le gustará, su plan era tardarse lo más posible o…

—¿Podrías ayudarme a elegir una? —pedirle ayuda a Elio también sería buena idea. Buscar ropa juntos, se sentía como si fueran una pareja de amantes.

—Claro. —Elio comenzó a ver entre las distintas camisas hasta que encontró una que se le vería perfecta, sin embargo, no era blanca.

—¿Está? —Alessandro llego por su espalda y miro la camisa. Al tenerlo tan cerca podía oler el aroma de su perfume, ver su blanco cuello y sentir su calor corporal. «Joder», apretó los puños para contenerse y no acariciarlo.

—Pero no es blanca —dijo.

—Dámela, me la probare. —Alessandro agarro la camisa y entro al probador, unos minutos después Alessandro salió luciendo la camisa. Elio no se sorprendió, realmente era apuesto y cualquier cosa le quedaría bien—. ¿Y bien?

—Le queda muy bien.

—Esta será entonces —Alessandro regresó al probador y cambio a su camisa manchada. Después de ir a pagar salieron de la plaza comercial—, gracias por la camisa, te llevaré de regresó.

—Es lo mínimo que puedo hacer después de arruinar una camisa tan costosa —dijo—, y no hace falta que me llevé.

—De acuerdo… Elio, ¿podría invitarte un café un día de estos? —Elio no respondió. Apenas lo conocía, y más allá de saber que iba a la boda de su hermana y su nombre es Alessandro, era un completo desconocido, incluso dudaba que ese fuese su nombre—, no, no, olvida lo que dije y disculpa mi atrevimiento. No me conoces ni yo a ti, es extraño.

—Bien, que tenga buena tarde y, felicidades a su hermana —Elio se despidió y comenzó a alejarse del auto.

—Joder, necesito otro encuentro con él… —murmuro Alessandro, subió a su auto y regreso a su casa.

...----------------...

Elio regresó a su casa, vigilando de vez en cuando que nadie lo estuviese siguiendo. Al principio el encuentro con Alessandro le pareció normal, sin embargo, cuanto más decía, más extraño se volvía, además, el acercamiento que buscaba era demasiado obvio como para ignorarlo. Permaneció tranquilo y no dijo nada, pero su límite fue cuando lo invito a tomar un café, estaba a punto de decir algo, pero él lo interrumpido. Afortunadamente, no fue más allá de un encuentro extraño.

Llegó a su casa cuando el sol se había ocultado por completo, Luka ya no estaba, pero notó que el auto de Carlo ya estaba ahí, lo cual fue extraño. Había pasado mucho tiempo en casa por el secuestro de Annalise, supuso que tardaría días en terminar todo su trabajo.

—Ya llegué —gritó desde la entrada.

El aroma a comida recién hecha se extendía por la casa, al menos llegaba hasta la entrada y sala. Camino hacia la sala y sonrió al ver a su hermana menor recostada en el regazo de su madre, Isabella le acariciaba el cabello con delicadeza y ella estaba cerrando los ojos. La pesadilla parecía un sueño, pero las heridas en el cuerpo de Annalise dejaban ver que fue muy real.

—Elio —Carlo le habló desde la cocina, miró hacia allá y lo vio, traía puesto el delantal rosa que usaba su madre. Era gracioso ver a un hombre de uno noventa usando un delantal rosa con un oso chef como dibujo.

—¿Qué haces?, creí que Adrien te mantendría en cautiverio hasta el siguiente mes. —Elio dejo su maletín en una silla y miro las sartenes con comida.

—No, de hecho, también pensé eso, sin embargo, me encontré con la sorpresa de que se fue a Miami. —Carlo agarro una cuchara y le dio a probar un poco de sopa, Elio puso ambos pulgares arriba, aprobando el sabor—. Su abuelo dijo que estará allá por seis meses.

—Vaya, es demasiado tiempo, por cierto, ¿No te dije que se iba? —Elio ocupó un lugar en la barra. Miro a su hermano, estaba realmente concentrado en su labor de cocinero.

—No lo dijo. Pero, espero que dure más que eso… Luka tiene razón, es un poco molesto —apagó el fuego de la estufa y miró a Elio, luego al piso. Elio no podía creerlo. Su rostro, aunque no era muy expresivo, no podía ocultar algo relacionado con Adrien. Se veía enojado.

—¿Seguro?, Carlo, después de los seis meses únicamente tendrán seis meses juntos, ¿no? —Él asintió—, y él está en otro país y en otra ciudad, seis meses en Miami pueden no ser mucho, pero es suficiente para que alguien conquiste al hermoso, pero frio hijo de un juez de Francia, ¿Qué pensarías si él llegara y te dijera que pueden terminar el contrato por qué se enamoró de alguien en Miami?

Carlos se quedó en silencio, nuca había pensado en esa posibilidad. Desde hacía cinco años (prácticamente), había empezado esa supuesta relación y Adrien se había aferrado a él desde el primer día.

Al principio lo odiaba, Adrien se la pasaba pegado a él después de recuperarse del accidente, lo abrazaba del brazo cuando salían de fiscalía, le daba de comer y quería que él hiciera lo mismo. Es demasiado caprichoso para su gusto. Luego de un año se acostumbró a eso, pero entonces vinieron los besos, el primero fue cuando Adrien estaba ebrio, se aventó encima de él y lo beso desenfrenadamente, dijo que era parte de su pago por los daños causados y que iba a conquistarlo.

Siguieron con esa rutina en secreto, y entonces, un día, llego con su abuelo y lo presento como su novio. Eso hizo que pelearán y por una semana no hablaron, Adrien regresó a disculparse con él y le dijo que no volvería a pasar lo mismo, que nunca volvería a presentarlo como su novio hasta que estuviera dispuesto a aceptarlo, después siguieron con esa extraña relación donde solamente uno de ellos consideraba al otro como parte de su vida.

Adrien siempre fue posesivo y arrogante, cualquier persona que se acercara a él con otras intenciones que no fueran meramente de trabajo, era advertido por él al instante, intimidados hasta que desaparecían de la vista de Carlo.

Eso le molestó mucho, tanto que dijo cosas de las cuales se arrepintió cuando lo vio llorar, sin embargo, solamente le dio una mirada fría, se dio media vuelta y se fue.

Adrien había tomado privilegios que no le pertenecían, le molestaba que ni siquiera podía conversar normalmente con sus amigas de la universidad o tendría a Adrien detrás de ellas en menos de un día. De los hombres ni hablar. Era más condescendiente con las mujeres, pero cualquier hombre que lo haya intentado seducir terminaba en el hospital con heridas de tercer grado.

—Si eso pasa, lo agarraré de los hombros, le daré un abrazo y le diré lo agradecido que estoy de que me haya quitado esa molestia de encima. —Carlo estaba seguro de que Adrien jamás terminaría lo que sea que tenían.

Elio se vio sorprendido, realmente su hermano no pensaba en Adrien ni un poco.

—Han estado juntos durante cinco años, su relación no es tan simple como la describes, ¿De verdad no tienes ningún sentimiento hacia él?, Más allá de la amistad, por supuesto.

—No consideró a Adrien Gautier mi amigo, Elio —dijo fríamente—, si encuentra a algún americano, no es mi asunto, ya se lo he dejado claro. Adrien es caprichoso, vanidoso, arrogante, y si no lo mantengo a raya, seguramente será un problema mayor. —Carlo suspiro, hablar de Adrien era realmente estresante—. En fin, mejor vamos a cenar ya.

—Sí, vamos.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***