capítulo 5- Sigrid...

Valentina llegaba al jardín, viendo que ambos niños se han presentado.

— veo que se han conocido, Charlotte, cariño, su alteza se quedará unos días en la casa.—

Sigrid al escuchar a Valentina se da la vuelta para hacer una reverencia.

— agradezco su hospitalidad, baronesa. —

— no es necesario, estoy encantada de tenerlo en casa, así Charlotte tendrá un compañero de juegos y no estaré sola. — menciona con alegría la mujer mayor.

— ¿juegos? — Charlotte desvía un poco la mirada.

Actuar como una dulce y asustada niña no es difícil, pero de ahí a rebajarse a jugar como la haría una, no, eso va contra su orgullo. Solo espera que ese niño no sea molesto.

Charlotte lo mira y este solo le sonríe, para ella es molesto verlo tan sonriente, pero si lo quiere de su lado tendrá que aguantarlo. Las doncellas no demoran en servir limonada y postres para que los tres puedan disfrutar.

— su padre me dijo que ha estado entrenando su magia y que es todo un prodigio.—

— creo que mi padre me halaga demasiado, he estado entrenando, pero me falta mucho por aprender.— Sigrid mantiene su amable sonrisa.

— creo que su alteza es talentoso. Mi nieta esta interesada en el conocimiento de la magia, ¿cierto?— mira a Charlotte.

— así es, no tengo magia, pero me gusta saber sobre ella, aunque en casa, no me permiten aprender, apenas he logrado aprender a leer y lo que se, es por los libros.— menciona cabizbaja.

—¿como? ¿Esa mujer no te ha dado los estudios necesarios? — pregunta alterada Valentina.

— no, dice que yo no debo aprender nada porque no soy su hija.— Charlotte luce triste ante sus palabras.

— no puede ser, esa mujer. Disculpe alteza, lamento que escuche estas cosas.—

— no se preocupe. Mis profesores vendrán aquí durante mi estadía, si la baronesa lo permite, lady Charlotte puede estudiar conmigo.—

— eso es una gran idea, por supuesto que puede.— Valentina estaba agradecida con el pequeño chico.

— ¿de verdad puedo? Que emoción. Gracias alteza.— Charlotte sostiene las manos del rubio entre las suyas.

Sigrid se sorprende por la repentina cercanía, pero no le desagrada para nada, esa niña es linda y su sonrisa es encantadora.

Al siguiente día, desde temprano ambos bajaron a desayunar con Valentina, para después dar inicio a sus clases; los profesores halagan a Charlotte, pues comprende muy bien los temas aunque antes no los haya visto, incluso Sigrid la felicito. Más tarde, en el campo tras el jardín trasero, un profesor de la espada entrena al pequeño rubio, Charlotte observa, notando que el niño es ágil, tal parece que lleva practicando mucho tiempo.

— su alteza es un prodigio en todo, ¿que dices Charlotte? ¿Te gustaría tenerlo como esposo en un futuro?— pregunta Valentina.

Charlotte casi se atraganta con su propia saliva al escuchar eso, ¿ella casada con ese niño? Aunque ahora tenga 10 años, su edad mental es mayor.

— abuelita, ¿que dices? Soy una niña, no pienso en eso, además apenas lo conozco. — hizo un leve puchero cruzándose de brazos.

Actuar de manera tierna no es difícil, por suerte no tiene que ponerse a jugar con el rubio.

— algún día tendrás que pensar en eso, su alteza es el mejor prospecto, no quisiera que aquella mujer te busque un vejete abusivo, como mi nieta, mereces lo mejor.—

— gracias abuelita, por cuidarme.—

Charlotte a abraza de la cintura. Al menos la mujer se esta portando bien, al principio creyó que era una vieja clasista, pero hasta el momento se ha dado cuenta que no es así, ella trata bien a su servidumbre, tal parece que solo esta en contra de la marquesa Nidia.

— abuelita, ¿yo podría aprender el arte de la espada? —

— pero cariño, eso no es para las damas. Usar una espada causara que le salgan callos a tus bellas manos.—

— no importa, usaré cremas para que eso no pase, además sería útil, un noble siempre esta en peligro, en especial una dama.—

Valentina se queda pensando en las palabras de Charlotte y es que de cierto modo tiene razón.

— veremos si el profesor te quiere ayudar. —

Ambas esperan a que acabe el entrenamiento de Sigrid, entonces Valentina se acerca al profesor para decirle lo que su nieta quiera, pero el profesor se niega, siendo una niña podría lastimarse y sería él quien este en problemas.

— la baronesa podría firmar un documento, donde se comprometa a no tomar represalias si su nieta es herida y se puede usar una espada sin filo.— menciona Sigrid.

— magnífica idea alteza, bien profesor, pasemos a mi despacho, mi nieta esta interesada y no pienso negarle nada.—

Ambos adultos se marchan, mientras que Sigrid se acerca a Charlotte tomando asiento a su lado.

— es la primera vez que conozco a una niña que desea aprender con la espada.—

— ¿dirá que es absurdo porque soy niña? —

Sigrid ríe por la pregunta.

— no, al contrario, me agrada, tal vez usted motive a más niñas.— sugiere.

— no me interesa eso, lo que otros hagan es su problema, solo me preocupo por mi misma.—

Sigrid no dice nada más, pero mantiene una sonrisa mientras observa a la niña, quizás sea menor que él, pero es interesante y su manera de ser es más madura, no actúa como una niña de su edad. Ambos regresan a la casa, Charlotte va a la cocina por algo de comer, mientras que Sigrid sube a su habitación, al cerrar, el rubio sonríe de manera maliciosa. Una sombra tras él toma forma de una mujer hermosa vestida de rojo, con cuernos y alas.

— se ve de buen humor alteza.—

— así es Amira, creo que encontré algo interesante y que me puede ser muy útil.—

— ¿habla de esa niña? Note en su aura algo extraño, dice no tener magia, pero es todo lo contrario.—

— lo se, estos días no serán aburridos como creí.—

Agradece que sus padres hayan tenido que salir a un viaje largo y que estos confíen más en la baronesa, que dejarlo solo en la mansión.

...

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