Por qué el.

Amarís se acostó en mi cama y me miró

- me dijo Elías que tienes un poder, ¿es verdad?, dijo algo molesta.

- más que un poder es una pesadilla, puedo soñar fragmentos de peligros, yo he visto cosas horribles, las lágrimas salían de mis ojos.

Amarís me abrazo.

- Tranquila, son solo pesadillas.

-¿ Y si son verdad Amaris?, he visto tanta muerte que jamás pensé ver a mi edad.

- Que bueno que la abuela te lo transmitió a ti yo ya estaría loca.

- Si creo que si, dije pensando en lo valiente que soy al ver todas esas pesadillas y no temer mirar el rostro de esa mujer.

Ahora la bruja me está buscando, ha matado niñas pelirrojas.

- Que bueno que soy rubia, dijo Amaris.

- Quiero cambiarme el color del cabello, pero mi padre me, dijo que no.

- Podemos robarle un tinte de cabello a mi nana, ella se lo pinta de negro, puedo pintarlo así no te encontrará la bruja, decía Amarís enojada.

- No creo que sea buena idea.

Amaris salió corriendo, después regreso con el tinte en la mano.

- Si sabes pintarlo, dije nerviosa.

- Claro que sé pintarlo, dijo sacando todo.

- No arruines mi cabello.

- No, déjame todo a mí.

Amaris leía las instrucciones y comenzó a mezclar el tinte, mi nana se coloca una bolsa en sus orejas y en la frente se pone un poco de cinta, Amarís cortaba la cinta y me la coloco en la frente yo me reía por qué era divertido, ella se creía toda una estilista.

Después me colocó el tinte.

Ahora debemos esperar el tiempo.

Esperamos los minutos, ella ya me había entregado unas revistas que eran de su nana, nos reíamos de la moda que se mostraba, las revistas eran muy viejas.

Extrañaba tanto jugar con Amaris, ella siempre ha sido como mi hermana, aunque tiene sus defectos en el fondo es una Worms, es valiente.

Tenemos que enjuagar el cabello dijo jalándome al baño, ella colocó mi cabeza en el lavabo y me tallo la cabeza.

Después me colocó una crema y volvió a lavar.

- Esta crema es para darle suavidad a tu pelo, dijo como si fuera una experta.

- Tu nana lo usa.

- Claro que esperabas.

Después colocó una toalla y secaba mi cabello.

- Creo que no quedó bien Amarís, la toalla está manchada de negro.

- Relájate, es normal así le pasa a mi nana.

Después de secarlo me miré en el espejo, era otra niña, la pelirroja se había ido.

- Ya llegamos, grito Elin.

Salí corriendo de mi habitación, quería ver a mi hermano.

Cuando lo mire, el abrió la boca.

- ¡Qué paso con tu cabello!, gritó

- Me disfrace para que ella no me encuentre.

- Suly, tonta, me abrazo con fuerza. Su ropa tenía el aroma a océano.

Blue, pensé.

- Vamos a comer, ¿ya comieron?, dijo caminando conmigo tomados de la mano.

Giré a ver si podía ver a blue, afuera de la mansión, pero no había nadie.

Después pensé si le gustaría a blue así y será que me reconozca, pensaba.

Elin, me dijo que me extrañaba mucho, que tenía musica que mostrarme.

Entramos a su biblioteca personal, ahí saco un dispositivo y comenzó a sonar la música, yo estaba moviendo la cabeza me gustaba el ritmo.

Amaris bailaba como loca.

- Es muy buena, dije sonriendo.

- Espérame, tengo que ir a ver algo importante, ahora regreso.

Amarís y yo nos quedamos bailando.

Ella y yo giramos como locas y nos mareamos.

Estábamos en el suelo riendo, cuando sentí el aroma a océano prensente, me levanté y Elin discutía con Yuki.

Mire a Yuki y mi loba comenzó a aullar, es el, decía en mi mente.

Yuki me miró enojado y se marchó.

- ¿por qué te vas?, le dije por telepatía pero no me contestó.

Me quedé inmóvil pensando en que tal vez mi color de cabello no le gustaba.

Sentí dolor pero sonreí, no quería que Amaris se diera cuenta.

Después entro enojado Elin.

- Tengo que irme niñas; Hubo otro ataque, me dijo Elin por telepatía.

- Ten cuidado, dije abrazándolo con fuerza.

El apagó la música yo salí de su habitación, Amaris quería que le contara por qué se iba.

Baje las escaleras y el estaba fumando.

Me miró y suspiro.

- Debe ser difícil tener a una niña de mate, le dije por telepatía y salí corriendo a mi habitación.

Recordé que yuki odiaba que estuviéramos en la casa de Serena, siempre decía que los niños éramos un fastidio.

Nunca quería pasar tiempo con la familia porque odiaba el ruido que Amarís y yo hacíamos al jugar.

Elin y el se marcharon, lo miré desde la ventana, el giro y me miró. No hizo ningún gesto.

- ¿Por qué Yuki?, le dije a la madre luna.

Me quedé dibujando enojada, rayaba como loca mi cuaderno después, entro Amarís con una barra de chocolate.

- me la dio Elin, ¿quieres?

- No gracias, dije cerrando mi cuaderno.

- Estás bien, te ves triste.

- Quería pasar más tiempo con Elin, dije molesta.

Pero la realidad es que estaba triste que yuki no me contestara y que solo me miré molesto. Odio que no me hable. Pero si no quiere hablarme está bien, puedo rechazarlo no acepto tener a Yuki de mate, dije en mi mente.

Mi padre y Serena regresaron, mi papá gritaba como loco al ver mi cabello negro, Amaris se escondió, yo escuchaba los gritos de mi padre vacía, no me importaba lo que el decía, solo pensaba en olvidar al idiota de yuki.

Mi papá dijo que mañana iba a traer a una estilista para qué me arreglará el cabello, le dije que estaba bien.

Subí a mi recámara castigada, no me importaba, siempre me la paso en mi habitación.

No podía dormir estaba enojada, pensé que mi encuentro con blue sería lindo pero veo que el odia que yo sea su mate, así que yo haré los mismo pensé.

Tal vez debería de salir, enfrentar a la bruja y tal vez así el esté feliz que la niña que le tocó de mate murió y pueda tener otra.

Salí despacio de mi habitación con el traje que Elin me regaló.

Llegué al jardín y camine en forma humana, hasta llegar al bosque.

Me convertí en lobo y corrí como loca por el bosque esperando que ella pudiera encontrarme, después alguien me derribo, era un lobo negro con ojos amarillos brillantes, su pata era enorme estaba destrozando mis costillas comencé a gritar de dolor, sabía que era el fin.

Estaba tirada en el suelo, respirando con dificultad.

- Crees que pintandote el cabello, no iba a encontrarte, dijo la bruja jalando mi cabello.

Tengo mucha hambre, alzó su mano en ella tenía una daga de plata.

Cerré los ojos, sabía que el dolor sería muy fuerte.

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