4. La ceremonia matrimonial

Majic despertó con el cantar de los pájaros que se escuchaban a través de la ventana, mientras la luz del sol se posaba en su rostro, había dormido plácidamente como ya no recordaba; era el día siguiente al que llegó a Fontana y en ese corto tiempo había recibido mayores atenciones que en los ocho años que vivió en aquella oscura torre del palacio de su padre.

Recordó que en esa habitación si había cuarto de baño y fue a asearse, tomó con una jarra un poco de agua y se lavó el rostro, sentir el agua fue agradable. Cuando regresó a su habitación, fue a ver a través de la ventana, pronto unos lindos pájaros se posaron en la ventana y su corazón sintió alegría después de tantos años que había estado olvidada por su padre.

El rey Fortem estaba en su despacho, cuando alguien llamó a la puerta, era el Consejero Real y mejor amigo Tesko, quien hizo la reverencia protocolar y luego se dieron un abrazo.

- "Los preparativos han avanzado, todo estará listo en poco tiempo, su Majestad", dijo Tesko.

- "Ya veo, no tengo más remedio", expresó decepcionado el rey Fortem, para luego sentarse en el gran escritorio y firmar unos documentos.

- "No cree que ha escogido unos aposentos para la princesa muy lejos de su habitación; las noches que la llame, ella recorrerá un largo camino", manifestó Tesko.

- "No soporto verla, ¿crees que la llamaré a mi lecho?", dijo el rey mortificado.

- "Su Majestad, ella se convertirá en su esposa y cuando eso suceda, vendrá de ella el heredero a la corona; deberá llamarla hasta que al menos pueda engendrar", expresó Tesko, aún sabiendo que podría molestar al rey.

- "No quiero pensar en eso ahora, si la hubieses visto te hubieras dado cuenta que sigue luciendo como una niña y que no tiene ninguna gracia, y la verdad es mejor así por ahora; detesto el hecho de tener que tocarla, así que no me hables aún de un heredero a la corona", manifiesta molesto el rey.

Por otro lado, Lady Marila tocó la puerta y luego ingresó sin que la princesa siquiera lo haya autorizado, Majic se sorprendió y dió unos pasos atrás; detrás de Lady Marila venía un séquito de sirvientas, trayendo zapatos llanos, joyas nada valiosas y un vestido blanco bastante sencillo para una boda real, pero para Majic resultaba hermoso, no tendría que sentirlo tan pesado como el que mandó ponerle su padre. Todos pensaban ahí, que eso era una forma de humillar a la princesa, pensando que la jovencita había estado acostumbrada a todo tipo de lujo, desconociendo su triste vida.

Majic miraba todo con especial encanto, agradeció que los zapatos fueran llanos para no sufrir al caminar y que las joyas no fueran pesadas para que no la lastimen, pensó que a pesar del severo rostro de su futuro esposo, debía ser una persona amable porque había escogido todas aquellas cosas que le resultaban muchísimo más cómodas que las que ordenó su padre.

Una vez que estuvo lista, la princesa fue llevada al carruaje, debían dirigirse a la iglesia principal del reino, la joven alteza miró vivamente el camino desde el palacio a la iglesia, todo parecía muy callado; Lady Marila estaba con ella.

- "Cuando lleguemos a la iglesia y se encuentre frente a su majestad, haga correctamente la reverencia, tal vez en su lugar de origen podría comportarse de forma majadera, pero acá debe respetar la investidura del rey; olvídese que era la princesa más querida de su reino, se convertirá pronto en la esposa de su majestad y deberá estar atenta a la voluntad del rey", decía Lady Marila pero Majic no entendía mucho lo que le hablaba.

La jovencita se extrañaba mucho de que la considerarán la princesa más querida, cuando fue olvidada por su padre durante muchos años, cuando bajó del carruaje, fue llevada a una pequeña habitación para que la retocaran, en aquel lugar se encontró con Yura, la única sirvienta que había sido amable con ella, y le preguntó cómo se hacía una reverencia adecuada para el rey; la muchacha se sorprendió del pedido pero igual le enseño cómo hacerlo.

Pronto las campanas empezaron a sonar, el rey ingresó a la iglesia, visitantes de otros reinos estaban en aquel lugar, para atestiguar el matrimonio que suponía un acuerdo de paz entre dos naciones; el rey Fortem no quería más muertes, ni hacer padecer a su pueblo con más guerras que lo dejarían en la pobreza absoluta; por eso, había aceptado ese matrimonio que los Cancilleres habían ideado, para eso el rey Carpio debía entregar a su hija más amada en matrimonio; sin embargo, todo parecía indicar que se había negado a aceptar ello, y sacó a la olvidada princesa en aquella torre y montó al parecer una gran actuación para que los Cancilleres la creyeran la más amada, enviándola al reino enemigo, supuestamente con la intención de que con su ignorancia ofendiera de gran manera al rey Fortem y muriera en sus manos; y con ello, tener el motivo perfecto para desatar nuevamente la guerra y apoderarse definitivamente del reino de Fontana.

Era el turno del ingreso de Majic, ella caminaba lentamente en la inmensa iglesia, cuando se acercó al rey hizo la reverencia que le enseñó Yura, dándole la máxima dignidad al rey Fortem, quien se sintió aliviado, después de los gestos insolentes de la princesa cuando la conoció pensó que era probable que algo así sucedería, menos mal que la joven princesa se había comportado como se esperaba.

La ceremonia empezó y Majic se mantuvo callada todo el tiempo; era un matrimonio arreglado el consentimiento de los cónyuges no fue requerido; al final el gran monje que oficiaba la ceremonia, enlazó la mano del rey y la princesa, con una enredadera de espinas, provocando que ambos sangraran, luego hizo sumergir las manos en una pequeña fuente, y echó sobre el agua unos polvos mágicos, la sangre de ambos se mezcló y luego se tornó en un verde esmeralda muy brillante; cuando el monje cortó la enredadera, un tatuaje verde esmeralda brillante apareció en las manos de Fortem y Majic, en forma de una estrella; era el sello matrimonial real que los convertía en marido y mujer.

El gran monje levantó las manos de ambos, mostró ante el público el sello que los unía, según lo que dictaban las costumbres, para toda la vida.

- "El rey Fortem de Fontana y la princesa Majic de Susumira, están oficialmente casados, solo la muerte los liberará de este compromiso; felicidades a los esposos", declaró el gran monje.

Vinieron los aplausos formales, aunque no había felicidad en nadie por esa ocasión; sin poder soltar sus manos, ambos caminaron juntos por el gran pasillo, hasta llegar al coche. La princesa iba a dar la vuelta para subir como pudiera al coche, pero el rey la tomó de la cintura y la ayudó a subir al carruaje, era la primera vez que alguien tenía ese gesto de amabilidad con ella. Después de la sorpresa inicial, se apresuró a sentarse, el rey también subió al carruaje y se sentó frente a ella, rumbo al palacio.

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