Visita

Sus empleados terminaron de ubicar sus cosas por toda la casa, yo casi me acabo la botella de vino mientras lo observaba.

Gabriel: Creo que eso es todo.

Sus empleados se iban…

Rose: Entonces es cierto que te mudas aquí.

Gabriel: Así es.

Rose: ¿Y mi hermana?

Gabriel: ¿Que con ella?

Me levante de mi silla, caminé casi sin estabilidad hacia el, yo estaba ebria, ese vino no era como el del mundo real, era extremadamente fuerte.

Al llegar a su lado casi caigo así que tuvo que sostenerme.

Rose: ¿Ella también vivirá aquí? Me vas a desplazar también de esta casa, ¿dime cuál habitación me darás? ¿O dormiremos los tres en la misma cama? ¿veré como le haces el amor?

Gabriel: Rose no digas eso, aquí viviremos solos los dos.

Rose: Como esposos de fin de semana, dime algo Gabriel ¿Por qué haces esto?

Gabriel: Estas ebria mejor te llevo a la cama.

Rose: ¡No!

Gabriel: Si.

Sin que pudiera hacer algo, Gabriel me subió en su hombro, yo solo pedía que me dejara bajar pero fue imposible.

Llegamos a la habitación, con mi poca visión pude notar que en verdad ya no era solo mía, las cosas de Gabriel estaban allí.

Me recostó en la cama, yo lo tome de la camisa.

Rose: ¿A que juegas Gabriel?

Gabriel: Cuido de ti Rose.

Rose: Solo quiero saber una cosa.

Gabriel: Duerme.

Rose: Hasta que me respondas.

Gabriel: Está bien pregunta.

Rose: ¿Me odias?

“Vi como sonrió”

Gabriel: No podría hacerlo.

Me besó la frente, él se acostó a mi lado, yo me subí cual koala y me dormí.

“Se que Gabriel susurro algo pero no pude escucharlo bien”

La mañana llegó, yo seguía encima de él, pero algo me estaba mantando, el dolor de cabeza era algo espantoso.

Me levante con cuidado, pase al baño, no lo pensé y deje que el agua cayera sobre mi.

Llevaba quizás unos cinco minutos cuando sentí unas manos en mi cintura, como era de esperarse brinque del susto.

Gabriel: Perdóname no quería asustarte.

Rose: ¿Que haces aquí?

Gabriel: Tomando un ducha.

Rose: Pero, yo estoy aquí.

Gabriel: Lo se, no quiero que desperdicies agua y tiempo, tenemos cosas que hacer.

Iba a decir algo pero Gabriel simplemente siguió con lo suyo, tomó el jabón y la esponja y se lavó su cuerpo.

Yo comencé hacer lo mismo, creo que hoy mis mejillas eran iguales de rojas a mi cabello, los dos estábamos como llegamos a este mundo.

Les juro que trate de mantener mis ojos lejos de su virilidad pero fue imposible, estaba buenísimo este hombre.

“¿Por que fui tan pendeja de engañarlo?”

Me decía a mi misma una y otra vez.

Terminamos el baño, los dos nos colocamos ropa cómoda, pase a la cocina a preparar algo rápido, Gabriel fue a revisar a mis animalitos, volvió con huevos de mis gallinas.

Gabriel: Rose podrías hacer esas arepitas.

Rose: Por supuesto.

Desayunamos entre risas, estaba comenzando a ver a Gabriel con otros ojos, su presencia me traía paz, me sentía tan plena a su lado.

Como era de esperarse ese Sábado hicimos mil cosas en la casa, el viñedo estaba ya tomando forma, Gabriel tenía mucha fuerza así que movía los barriles con mucha facilidad.

El día se nos fue entre arreglos y paseos por el lugar.

Hablar con Gabriel era sencillo, él era como un libro abierto, podía plasmar en el todo lo que pensaba, él era receptivo y atento.

Es como si fuera mi yo en versión hombre.

Las noches a su lado eran tranquilas, él siempre me abrazaba para dormir, me daba un beso en la cabeza antes de cerrar sus ojos.

Hoy era un domingo maravilloso, Gabriel estaba en el despacho, se que tiene asuntos pendientes por resolver.

Fui a la cocina, tenía ganas de hacer un pastel así que me concentre en eso.

Era un poco complicado ya que todo aquí era artesanal, el horno era algo extraño para mi, pero me di mi manera para meter mi pastel.

Estuve impaciente en la cocina, cada cierto tiempo iba a ver a Gabriel, le llevaba bebidas y algo de comida.

El los recibía amablemente.

El pastel por fin salió, yo estaba feliz, a simple vista se veía muy bien.

Gabriel: Algo huele muy bien.

Rose: Hola, pues espero que sepa igual.

Gabriel: ¿Puedo probar?

Rose: ¡No! Aún está caliente.

Gabriel: Está bien, esperaré pero quiero ser el primero.

Rose: Así será.

Pasamos a la sala, encendí la chimenea pronto iba a oscurecer.

Escuché que tocaban la puerta.

Gabriel: ¿Esperas a alguien?

Rose: No

Gabriel: No es hora para que alguien te visite.

Rose: Voy a abrir.

Arregle un poco mi ropa y fui a la puerta.

No se imaginarán quien estaba allí.

“Rose”

Rose: Hola señor Cambell…

Así es, el señor Cambell mi ex padre estaba aquí.

Arturo Cambell: Hija debes ser más educada al hablar.

Rose: Diga que quiere y márchate.

Arturo Cambell: ¡Rose!

Rose: He dicho que quiere…

Arturo Cambell: Tu querida hermana ha estado preocupada por ti, me pidió que viniera a verte.

Rose: Pues estoy muy bien así que por favor se retira.

Arturo Cambell: No lo haré, esta propiedad es de tu hermana y su esposo así que no me marcharé.

Rose: ¿De que hablas?

Arturo Cambell: Se muy bien que estas tierras es de Damaris y Gabriel.

Rose: Permíteme reírme, esto es mío.

Arturo Cambell: Eres una muerta de hambre Rose, vives aquí por la caridad de tu hermana y de su esposo.

Rose: Señor es mejor que se marche y dile a la mujerzuela que tengo por hermana que vaya al médico, su Locura esta fuera de control.

“El muy maldito me abofeteó, fue tanta la fuerza que me rompió el labio”

Pude ver como Gabriel iba a salir pero no podía permitirlo, si lo veían mi reputación se que caería más bajo.

Levante una mano en señal que se detuviera, él me miraba con impotencia.

Arturo Cambell: Eres una deshonra para los Cambell, no pudiste serle fiel a tu esposo, eres solo una zorra que va de cama en cama.

Rose: Señor Cambell yo se muy bien que soy y lo que no soy, así que no tiene que venir a decirme nada, ahora espero que se marche por que si no lo hago le juro que se va a arrepentir.

Arturo Cambell: Vendré en los próximos días, te sacaré de aquí como la zorra que eres.

Rose: Lo estaré esperando

El desgraciado se subió a su carruaje, Gabriel llegó a mi lado.

Fue a tocarme el labio pero no se lo permití.

Rose: Es mejor que vayas con tu amada esposa, la ama y señora de esta casa, sigo sin entender qué haces aquí con esta zorra.

Mis lágrimas comenzaron a salir, así que lo mejor era irme de su lado.

Me encerré en el invernadero, no quería ver a Gabriel, después de pensarlo bien me sentí mal por el, se que no tiene la culpa que mi padre sea un desgraciado, pero debe ponerle un freno a su amada.

Mientras revisaba mis plantaciones vi que Gabriel ingreso.

Gabriel: Rose…

Rose: Perdóname no debí tratarte asi.

Gabriel: Está bien, eso que dijo tu padre no es cierto, esto es solo tuyo.

Rose: Pero tu esposa no piensa asi.

Gabriel se acercó a mi, me tomó del rostro.

Gabriel: Yo solo me he casado una sola vez en la vida y no me he separado, así que mi única esposa eres tú.

Rose: ¿Y Damaris?

Gabriel: Ella no es nadie Rose, ni ahora, ni antes no después.

Rose: No te entiendo Gabriel, no se cual es tu juego macabro.

Gabriel: No te haré daño Rose, solo dame tiempo , te juro que todo se arreglará.

Rose: Tiempo…