La desterrada Cambell

La señora Maria se fue con Aurora para la cocina, yo le pedí el favor a él señor Fernando y al joven Bernardo que me acompañaran.

Gabriel me había dado una propiedad extensa, habían tierras para cultivar, se que son prósperas.

Rose: Deseo tener mi propio viñedo, tengo algunas nociones de cómo realizarlo pero necesito ayuda de los expertos, ¿conocen alguien?

Bernardo: El señor Jose Alcantara, el trabajo muchos años en un viñedo, se que sabe muy bien cómo cultivar la uva.

Rose: ¿Podrías traerlo?

Bernardo: Si, yo creo que si.

Rose: Bien entonces señor Fernando lo quiero al frente de este proyecto, se que se viene temporada de lluvia así que necesito que el cultivo esté cubierto, haremos un invernadero.

Fernando: ¿Un que?

Rose: Ya les muestro.

Traje papel y lápiz y comencé a dibujar lo que quería, aquí entraba la señora María, necesitaba que ella junto a las mejores costureras del reino hicieran la carpa protectora.

Rose: No me vean así, no estoy loca, es solo que deseo proteger mi cultivo.

Fernando: No he visto algo igual pero eso no quiere decir que no vaya a…

Rose: Funcionar

“Ese era el dicho de mi padre”

Fernando: Así es mi señora, entonces manos a la obra.

Decidí hacer algo para evitar un problema a futuro.

Me vestí casi de pordioseara y fui a casa de mis padres, los Cambell.

Les supliqué asilo, les mencioné que Gabriel me habían abandonado que no tenía dinero alguno, la respuesta de ellos claramente fue que no.

Les hice ver que yo tenía su apellido que no podían hacer nada contra eso así que mi padre me firmó un documento donde me expulsaba de la familia Cambell, yo no era su hija ni ellos mis padres.

Que fácil fue que cayeran de esta manera.

Salí de su casa llorando con los papeles de la expulsión en mi mano, una vez me aleje de su hogar me subí a mi caballo, lo había dejado en unos matorrales, mi llanto pasó a risa, ya no era nada de ellos.

Llegue a casa y me duche, tenía que ir al registro público a radicar estos documentos, no quiero que más adelante digan que son falsos y los Cambell lleguen a reclamar lo que no les pertenece.

Les hice una petición formal a la señora María y el señor Fernando, les pedí que si podían darme su apellido, les expliqué lo qué pasó con mis padres así que si yo moría todo le quedaba a ellos.

Al principio estuvieron algo inquietos pero aceptaron, mi nombre sería Rose Truman.

Me vestí lo más elegante posible, pedí un carruaje y me dirigí al pueblo, una vez llegué todos me veían, mi vestido no era de época así que llamaba la atención, pase directamente al registro, radique los documentos de los Cambell, oficialmente era una expulsada.

Rose: Ahora deseo que mi nuevo apellido sea Truman, traígo los documentos de mis padres adoptivos, el hombre reviso en el libro luego hablo.

Notario: Se puede retirar el apellido Cambell pues es un proceso de pérdida de herencia pero el apellido de su esposo no lo podemos anular a menos que él así lo decida.

Rose: ¿Mi esposo? Pero si ya estamos divorciados.

Notario: No tengo registro alguno del acta de disolución.

Rose: Eso no es posible, Gabriel y yo nos separamos.

Notario: Pues aquí en el registro público no está él acta, usted sigue siendo Rose de Zenda.

Rose: ¿Zenda?

Notario: Así es, es el apellido de su esposo.

Salí del lugar sin entender nada, ¿como que no estoy divorciada? Y hasta hoy me entero que Gabriel es de Zenda.

Al llegar a casa pase al despacho, debía revisar los documentos que me entregó Gabriel.

Me lleve la sopresa de mi vida al ver que solo estaba el título de propiedad de la casa y un fidecomiso en el banco central.

Rose: ¿Que es esto? Estoy segura que él me entregaba los de divorcio, en esa ocasión yo los leí.

Debía hablar con él pero más adelante encontraría el momento, por ahora me concentraría en mi negocio.

Al pasar los días la casa se lleno de personal, algunos dedicados al campo otros a la modistería, se que yo estaba abusando de la señora María pero le pedí que me ayudara con mi ropa, no me gustaba nada de esta época, ella muy querida aceptó cambiarme el armario.

Dos meses tardamos en construir el invernadero, se veía realmente hermoso, Bernardo y Fernando comenzaron con el proceso de cultivo, don Antonio me había dado tips para tener uvas frescas y de la mejor calidad así que todo lo pondría en práctica.

Debo agradecerle a Gabriel, el dinero que me dio lo estoy utilizando en mi negocio, de cierta manera me hizo las cosas más fáciles.

Les dije al personal que solo trabajarían de lunes a Viernes, sábados y domingos era para ellos, así que los fines de semana estaba sola en casa.

Se que Bernardo y Aurora tienen planes de casarse así que aprovechen este tiempo para los dos.

Mi madre alias Maria me había entregado mi ropa nueva, habían pantalones, blusas ajustadas y vestidos modernos, también le hice un pedido especial que se que la sorprendió.

Mi ropa interior era muy pequeña y cómoda, si a eso le sumamos que le pedí ropa deportiva, como sabrán en el mundo real está hecha a base de Lycra muy pegada al cuerpo.

Todas las mañanas me ponía mi ropa deportiva y salía a correr por mis tierras, era tan Grande el lugar que en una hora podía darle solo una vuelta, para mi era suficiente ejercicio.

Era sábado por la mañana, hoy el cielo estaba oscuro, se acercaba una gran tormenta, el personal se había marchado desde la noche anterior, Aurora siempre me dejaba panecillos en la cocina por si se me antojaba.

Me puse mi ropa deportiva y salí a correr un rato, antes de iniciar con mi ejercicio matutino pase por el invernadero, me asegure que estuviera cerrado, también dejé comida en las caballerizas para mis caballitos, encerré a mis gallinas para que no se mojaran, como era de esperarse la lluvia me alcanzó, yo comencé a correr, eso me ayudaba a pensar, al volver a casa me encontré con una sorpresa.

Rose: ¿Gabriel?

Gabriel: Rose…

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